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De lo cómico a lo trágico

Yo no olvido al año viejo
Porque me ha dejado cosas muy buenas:
Me dejó una chiva,
Una burra negra,
Una yegua blanca
Y una buena suegra.

Nacida en otra era, se reitera cada año esta canción de despedida honorífica al año que se va. Fueron tiempos alegres los de su origen, circunstancias, historias y se preservan en la memoria tanto que, lo cómico simple se recoge en la plenitud de su perfección. Nada más útil que una chiva, bien porque de ella sale la mejor leche para niños, jóvenes, ancianos, a cada quien por razones distintas que van del crecimiento a la libido y quesos para las magias culinarias bien como sinónimo de buena suerte. “Ese si es chiva” se oía en los campos. Una burra es un bello animal de usos múltiples, carga, descargas, transporte, de amores y nada es superior a una yegua blanca como la del poema de Simón Díaz. Una yegua blanca que pasó. Cierto que la suya llevaba consigo sufrimientos, penas, pero es mayor la pureza de la esperanza que anda en ella, tal como una dama en soledad añora refugiarse en su amante de otoño a quien espera para hacer de su verano primavera. Las yeguas blancas son un sueño, su pureza puede cargar pesares y alegrías, sin perder su prestancia, su “glamur”, diría un experto en cuestiones eróticas, porque los pesares son de ella, las alegrías del jinete de la monta que espera. Ah! Una buena suegra! Tener una buena suegra según las tradiciones populares del mundo es más, mucho más complicado, difícil, casi improbable que ganar el kino millonario, pero, si se logra ese hallazgo, una buena suegra, tolerante, sabia, prudente, distante de injerencias, desconocedora de la soberbia, capaz de colgase del cuello del yerno, amapucharlo, ya no es suegra: es un poema. Las terrenales suegras suelen ser más solidarias con el yerno que con la hija, adecuada su bienhechora actitud a su interés. Las suegras solidarias con la hija extinguen, normalmente, los compromisos y aniquilan los matrimonios, tal sean sus deseos, así pues, una buena suegra es sin duda alguna, un verdadero milagro. Las suegras que comercian con las hijas no son suegras, son mercaderes de la ignominia. Hay, pues, suegras de que las hay las hay.

Como se ve en la cancioncilla, quién no es feliz con la herencia que se lleva, porque con esos seres conservados y llevados de avío, el año venidero será infinitamente más hermoso, más bello, mejor, quiero mejo decir, ausente de riesgos y si hubiere tropiezos, con semejante avío no habrá caídas. Cuando las flores del bien iluminan el camino no hay espacio para las flores negras. Hoy se mantiene y repite la cancioncita por esas tradiciones nuestras, ojalá perdurables, haciendo abstracción de todo cuanto en la realidad vivimos, abstracción que es de la misma clase del corazón que anima al padre o mamá ateos, cuando piden de dios su bendición para sus hijos o se escucha en Navidad Noche de Paz, de austríaco origen y belleza universal porque sea quien fuere quien oye, hay algo en ella que trae paz, se vive en ella la paz. En cierto grado esa fue la Venezuela que vivimos en los años que pocos fueron y empero quedan tan lejos, porque cada año en prisión dura una eternidad.

En efecto, el año que se va tiene como maldición la análoga impuesta por el dios de los judíos a Caín, imposible de superar hasta la séptima generación cuando todo nexo genético con el mal de origen queda borrado totalmente, y así, apenas recorrida una generación, llevamos como piedra de Sísifo el peso de la inflación más grande del mundo, la inseguridad más macabra de la tierra, como si viviésemos bajo el ejército del estado islámico, para quienes un cuchillo, un tanque, un misil, el degollamiento y cualquier aberración abominable que resulta imposible describir, son la palabra mediante la cual intentan persuadir a quienes no piensen como ellos e imponer su maldad como verdad. Aquí en esta tierra, no se por qué, o sí lo se y lo he dicho siempre, desde el 2F, algo hicimos muy mal que merecemos eso o lo ganamos por el dejar hacer, por comodidad de ese vil silencio que nos hace cómplices, en fin, sabrá Dios el porqué, el Estado y su gobierno se impone y mantiene mediante el terrorismo, el asalto a la razón, la difamación, la calumnia, la injuria…

Ese mal, el terrorismo de estado, se impone en todas los actos. Desconoce, pisotea, viola los derechos humanos, impide escribir, andar, viajar, leer, comer, jugar, sanar. Se engulló los poderes para así devorar la equidad, pisotear la justicia, enterrar la moral. Destruyó la economía porque su fortaleza crece en el hambre, en la miseria. Estranguló la educación porque su “alma” (su alma?) se nutre de la ignorancia. Secuestró de la palabra la vedad, su belleza y en su lugar impuso una historia, geografía, teoría militar, teoría política, gramática, medicina, ecología, mineralogía, teología, axiología, dietética, ética y muchas cosas más y más y más ajenas a la verdad, imposible de palpar, conocer, tocar, verificar. Cuanto crimen contra natura, fecha y hora cuando al hablar de la patria se hace de Chávez un ser superior a Bolívar, a Cristo. Chávez es el redentor del mundo, eso y más. Cristo, Bolívar, si acaso, Jesús, un adelantado de esa sacra misión y Bolívar un office boy precoz. Bello, un analfabeta a quien el ministro del ramo se encarga de alfabetizar mientras Aristóbulo sustituye a S. Rodríguez. Me alegra cuando la electricidad se “va”, porque es como si viniera por ratos la libertad. Pero vuelvo, tengo que volver y escuchar para saber y aprender más del libro que dejó para la historia Hugo Rafael, mas lucido que el discurso en Angostura, mas sabio que las tablas de la Ley de Moisés, según el iluminado auriga Maduro.

Y tengo que escuchar a Maduro para poder demostrar que una mentira todos los días repetida a cada instante es la más grande prueba de la incapacidad, del asco a la verdad, de la maldad también. Y, entonces, en familia buscamos la verdad, el único camino que al conocerla nos hace libres.   Cómo no decir a la familia que el ejército de hoy, sin dejar “componente” alguno fuera, nada tiene que ver con los ejércitos que, circunstancialmente, se conformaron por los jóvenes, los muchachos, las mujeres que unidos a Bolívar y bajo su orientación buscaban no acabar con el imperio español de aquella era, sino mucho más allá de esa mezquindad, lograr la libertad de estos pueblos, bajo el propósito de hacer de la cultura, del arte, del conocimiento el camino para garantizar su identidad, adquirir una particularidad que les permitiera ser y existir en el mundo. Este de hoy, esta FANB, son otra cosa. Maduro, pegunte a Padrino, obligado en privado le dirá que cuando Bolívar no había aviación. Le dará cuenta de que las pocas naves que pudieron participar en la guerra de independencia eran españolas y en un solo combate, mínimo, insignificante, dirigido por el almirante Padilla, quien fue fusilado por disposición del Libertador. La Guardia Nacional de Cooperación la creó López Contreras, de cooperación. Chávez se planteó “desaparecerla”, pero luego descubrió que son buenas para el encubrimiento y represión. En una palabra, bajo la dictadura de Gómez se institucionalizan nuestras fuerzas armadas, mejoran institucionalmente bajo Medina y Pérez Jiménez y se democratizaron con Betancourt, si por tal democratización entendemos que son fuerzas al servicio de la sociedad y no sus verdugos, que la partidización les es ajena, por la propia definición, que a manera de sencilla información, se mantiene ese “cualidad” en esta constitución. Pero, cada vez que un soldado o el general del mas alto rango la viola, así de violar, y de manera exageradamente sádica, jura ante el residente de Miraflores que estas fuerzas armadas son antiimperialistas, socialistas, bolivarianas y chavistas… Eso sobre todo y en alguna parte lo evocan como el comandante eterno, supremo, que nos dejó un librito para que lo acatemos, porque allí esta la verdad, toda la verdad y la única verdad. Chávez vive vociferan, gritan.

Este es parte del temario obligado al que tenemos que recurrir para evitar que conviertan en momias a nuestros hijos, nietos, y es parte del diálogo que debemos establecer con el “chavismo”, ese que como usted y yo sufrimos, vivimos, padecemos la misma realidad, que si bien un chavista de abajo puede “leer” según la verborrea del chavismo, del bien que es ser todos iguales en el hambre, la miseria, las necesidades, la suciedad, la falta de servicios, del paraíso cubano y del camarada Fidel y su hermano, Raúl… no es menos cierto que también puede leer y comparar lo que realmente padecemos, desvivimos. Es el diálogo con los hijos a quienes el terrorismo de estado los avienta para que huyan tras la felicidad que los espera allá, afuera, sobre la simple visión de que allá si bien pueden ser esclavos, seres de segunda, sin embargo tienen la posibilidad de vivir, de caminar, de ser reconocidos según sus capacidades, en fin de qué se yo, de no escuchar las cadena de infamias, injurias, falsedades a las cuales Maduro en cadena nos encadena.

¿Qué autoridad tienes de decir esto?, suelo escuchar con alguna insistencia. Tienes a tres de tus hijos en el exterior. A un sobrino también y quien sabe, agregan, cuantos más. Como negarlo, si además, como a todos mis hijos amo por el inmenso placer y dicha que da amarlos, de reconocer su sabiduría, conocimiento y su bondad, su compromiso y entrega a la familia y tal también a mi sobrino tengo. Honradísimo vivo su trayecto de niños a adultos, sin máculas el viaje. Honradísimo vivo por su lucha por la verdad y por la libertad, que es la esencia del hombre para salvarse a sí mismo y a los demás. Cada uno según cada uno es. Tal vez sea la última vez que respondo. Se lo que padecen en la distancia de sus suelos, cielos, seres amados. Lo se! No pertenece ninguno de ellos a esos seres que aquí o allá, serían siempre lo mismo, nacer, crecer, comer, amar, defecar, todo sin mas o si padecen, su enfermedad es ese vacio inmenso de no tener consciencia de sí mismos, salvo constantemente sentirse insatisfechos no por no tener fortuna sino por no ser como lo que otros son y sirven de modelo. Por asumir el éxito que el poder del poseer como su gran meta, sin importar el cómo cada quien llega a ella.

Nuestro dialogo, entonces, alcanza el universo. Cada venezolano donde bellas, buenas, o duras causas y razones lo han llevado, tiene la mas compleja y complicada misión. La primera, ser cada uno de ellos libre, amarse a sí mismos y en su amor amar a dios y a los demás como a su prójimo ama. Amar a su país y hacer por él cuanto la razón y el compromiso ético por la libertad le imponen. Desnudar a este régimen, tal como ya lo han hecho y lo hacen artistas músicos, intelectuales, profesionales, pero también los mas que por otras circunstancias no han cubierto ese espacio. No olvidarse jamás que la tragedia de Cuba no sólo es tener a un dictador con barbas, astucia, habilidad, sino porque la mayoría de quienes emigraron a Estados Unidos, muy especialmente, renunciaron a su historia, a su cultura, a su particularidad. De entre ellos, incluso, hay quienes con los ojos de Atila, condenan a Obama, al Papa, al Canadá   por abrirle las puertas a la Isla. Cuidarse mucho de los venezolanos socios del chavismo, testaferros de sus jerarcas, pero que están anclados en el poder real que el dinero da y esperan regresar como héroes manteniendo las fortunas de su perversidad por allá. Reconocerlos es imperioso, para que no nos pase igual y solo cambiemos de nombre al diablo y anclados permanecer en el mismo infierno.

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