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De Mariel a Mariela

El puerto de Mariel saltó a la fama en 1980 en lo que luego se interpretó como una espita de escape de la presión política y social existente en Cuba, por donde salieron más de cien mil emigrantes conocidos como “marielitos”; hoy es centro de atención por un mega proyecto, la Zona Especial de Desarrollo, ejecutado por Odebrecht y financiado por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), en la mira del Tribunal de Cuentas de la Unión de Brasil.

Al menos un millardito de dólares se distrajeron por los vericuetos de las administraciones de Lula Da Silva y Vilma Rousseff para la Zona de Desarrollo Integral Mariel S.A., perteneciente a los Almacenes Universales, S.A., adscritas al emporio GAESA, dirigido por el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl Castro.

Todo el megaproyecto que no ha pasado de la primera fase, en que se instalaron cuatro gigantescas torres operadoras de fabricación china, publicitado alternativamente como “La Puerta de Cuba al Mundo” o “La llave del Golfo”, inaugurada con gran boato en el 2014, ha terminado en un fraude descomunal, como casi todos los emprendimientos del finado comandante Chávez.

La nueva válvula de escape es Mariela Castro Espín y su aporte a la reforma de la constitución en la que introdujo por iniciativa personal un artículo 68 que decía que “el matrimonio es la unión voluntariamente concertada entre dos personas con aptitud legal para ello, a fin de  hacer vida en común”, para derogar el vigente artículo 36 que dice unión “de un hombre y una mujer”.

Calculadamente concentraron la polémica en torno a ese artículo, evadiendo otros de mayor importancia, para algarabía de los medios globales, hasta Amnistía Internacional lo llegó a calificar de “un gran avance” aunque no se sabe cómo una materia de estricto derecho civil pasó a objeto de derechos humanos.

Como el puerto de Mariel el rompeolas de Mariela no resistió el contraste con la realidad y terminó reducido a un mucho más modesto artículo 82 que dice nimiedades como que “el matrimonio es una institución social y jurídica. Es una de las formas de organización de las familias” y de algún modo reconoce las uniones de hecho, donde cabría cualquier cosa.

Esto le es suficiente para cantar victoria porque aunque no se introduzca la unión “entre dos personas” se saca la unión “de un hombre y una mujer” y se relativiza la familia como razón del matrimonio, colocándolo como una entre otras formas cualesquiera, lo cual debe resolverse en un futuro Código de Familia, que se aprobará en referendo separado en un plazo de dos años.

En un país donde toda propaganda que no sea la oficial está prohibida y  muchas personas están pagando cárcel o multas exorbitantes por apenas intentarlo, no obstante, se permitió que ciertas iglesias, sobre todo evangélicas, hicieran alguna propaganda contra lo que eufemísticamente llaman matrimonio “igualitario” aunque no se sepa a qué es igual. La iglesia católica ni siquiera entró en liza y le ahorraron el tener que hacer algún tipo de pronunciamiento oficial seguramente embarazoso para el Cardenal Jaime Ortega y su política de consentir todo al régimen comunista.

“Los retrógrados y fundamentalistas que se oponen políticamente al proyecto” denunciados por Mariela no están en las iglesias, que al fin y al cabo no tienen el poder en Cuba, sino en las FAR que no hallan compatible el espíritu militar con la homosexualidad ni nada más reñido con la virilidad: “Nómbrenme un solo prócer de la independencia que haya sido homosexual o que la haya promovido y estaremos de acuerdo”.

De manera que era previsible una ruptura entre la cúpula militar y de seguridad con la propuesta, vale decir, una ruptura en la familia, nubarrones que Mariela se encargó de disipar con su intervención en la AN del 22 de diciembre: no hay paso atrás con el proyecto sino hacia un lado. Más adelante se dictarán las normas apropiadas.

Lo que ella escenifica en la AN no lo puede más nadie, como pedir permiso para abrazar a su padre, quien le enseñó “a amar a la revolución sin abandonar a la familia y amar a la familia sin abandonar a la revolución”, y lo hace, en medio de una clamorosa ovación: “El general de ejército me pide que recuerde también a mi mamá”.

Le agradece a ambos por servirle de inspiración para su lucha por la causa de la comunidad homosexual “gesto que provocó que Raúl Castro comenzara a llorar en medio de los aplausos de cientos de diputados de pie”, celebran los medios oficiales.

Esta puesta en escena da para un tratado de psicopatología política: es imposible imaginarse a Chapita Trujillo o Tacho Somoza, por muy pintorescamente familiares que fueran sus tiranías, haciendo algo semejante. Ciertamente la AN comunista cubana no es una Institución impersonal, sino un club familiar y de obsecuentes amigos de la familia; pero este drama deja la sensación de que oculta cuestiones más trascendentes que se quieren pasar tras bastidores, dejando a un lado una espectacular salida del closet.

Otro artículo que acumuló objeciones fue el 121: “El Presidente de la República es elegido por la Asamblea Nacional del Poder Popular de entre sus diputados, por un período de cinco años, y le rinde cuentas a de su gestión”. Lo que implica el doble filtro de la Asamblea de nominación y la elección previa como diputado.

Pero ese no se cambió, por la sencilla razón de que la elección del Presidente mediante elecciones universales, directas y secretas crearía un vínculo entre un individuo y sus electores, algo inadmisible para el Partido.

Parece que nadie objetó el artículo 5, que consagra al único PCC como “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.

Mariela llama a aprobar todo esto e insiste en que “ante las campañas manipuladoras que la contrarrevolución está impulsando en las redes sociales para sabotear el referendo promoviendo el NO, tenemos el deber de hacer una buena y rigurosa campaña”.

Tanto glamour, doctorado honoris causa de una academia finlandesa, ilustrísima visitante del Uruguay, no dan para comprender que cuando se trata de un referendo la opción del NO es válida y legítima, no un sabotaje, de lo contrario la consulta carece de sentido.

Pero deja muy claro que la oposición sigue prohibida y que no se permite la organización de los electores ni la promoción del NO, que desde ya se considera contrarrevolucionario y punible, lo que vuelve a plantear el recurrente debate entre los opositores: por un lado, los que pretenden participar en donde se saben excluidos de antemano y los que proponen boicotear el evento buscando otras maneras de hacerse sentir.

El punto es que los cubanos que pueden expresarse libremente no votan y los que votan no pueden expresarse. Al interior han resumido las posturas entre “yo no voto” y “yo voto no”; en principio, no votar, pero los que estén obligados por sus empleos o exposición a represalias, entonces, si están obligados a ir, pues, que marquen el “NO”, como mal menor.

En Venezuela conocemos sobradamente estas argucias y que al fin y al cabo, como decía el camarada Stalin, no importa tanto quienes votan sino el que cuenta los votos.

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