¡De nuevo el temor nuclear! (I)

Cuando se iniciaba con fulgor la invasión de Rusia a Urania, nos referimos al “…despertar de la guerra, y cuando percibíamos que la guerra se estaba transformando en un tema solo para discusión entre teóricos…”; dijimos entonces, que “…la invasión de Ucrania por el ejército ruso, queriéndolo o no, hizo revivir los momentos cruciales de la Guerra Fría, pero con mayor énfasis el reencuentro con el temor nuclear y los supuestos designios de las cinco profecías de Nostradamus, que a decir verdad, son hasta convincentes, al extremo de que nos llegan a hacer creer que el presente ha sido conducido a este designio. Lo más interesante con estas profecías ha sido la cercanía con la crisis política de la Unión Europea, que en realidad se ha unido a Occidente con las acciones no previstas en la política de Estados Unidos, con el advenimiento del nuevo mandato de Trump, cuyas impensadas acciones nos llevan a un conflicto que muchos asemejan con la cercanía de una nueva Guerra Mundial.
Como dijimos antes y hoy lo repetimos, “…siempre hemos sido optimistas, y pensamos que los presagios ayudan a derrumbar las tesis pesimistas, que siempre están en la mente de algunos o muchos que nunca tiene fe en la esperanza. Somos creyentes de que cuando nos oponemos a los malos presagios, ahuyentamos la envidia y el temor, y alimentamos la fe y la esperanza, que son los más claros alimentos para una vida con mente sana”. Pero sigue siendo una expectativa que nos preocupa, ya que la invasión de Rusia a Ucrania, ha puesto al mundo a pensar, que han aflorado muchas de esas expectativas que no afloraron con la guerra fría, pero que nos traen a colación los dilemas críticos que siempre surgen con la expectativa de guerra.
En esta ocasión referimos lo que decimos en nuestro tratado “Nomenclatura de Guerra”, que: “Toda guerra conlleva siempre lágrimas, sufrimientos, muerte, pérdidas, sangre y heridas. La guerra es implacable con todos, con los ancianos y los jóvenes, con los cobardes y los valientes. No todos han salido con vida en medio de la metralla, de las explosiones de bombas, minas, proyectiles y sepultado por los escombros de los edificios.”
Igualmente decimos, que: “No hay dudas de que todo conflicto bélico es una caja de Pandora, donde se pueden encontrar muchas sorpresas. Con victoria o con derrota todos pierden. En el pasado, toda victoria era compensada con un botín, pero en el presente, toda victoria involucra una pérdida compensatoria para reconstruir y beneficiar al derrotado. Se logrará la paz después de la guerra, pero quedarán las grietas y las heridas a que conducen todos los conflictos bélicos. No hay dudas, solo quedará el sabor de justificar la guerra por la paz, pero lo único válido y verdadero es que hay que evitarla.”
En este momento de incertidumbre política, salió a relucir en esta guerra la amenaza con el uso de las armas nucleares y los modernos sistemas misilísticos intercontinentales, adelanto bélico que condujo a la conclusión ilógica de que la guerra nuclear resultaría en la aniquilación mutua de los adversarios y por tanto no creemos que el pueblo ruso vaya a permitir el uso de las armas nucleares, conociendo como se conoce el llamado MAD o “mutua destrucción asegurada”, una razón científica que obliga a su difusión eminente, esencialmente en este teatro de operaciones.
Hemos iniciado este escrito con el numeral (I), ya que sabemos de antemano que el necesario contenido referido al tema nuclear requerirá varios artículos para cumplir con las premisas articularias y la explicación de la temática referida a la situación planteada. Con esta presunción, analizando el argumento teórico del tratado que referimos, y en tal sentido iniciamos con la atipicidad del inicio de esta, que si nos vamos su consideración como guerra justa o injusta, legal o ilegal referida al uso de la fuerza militar en las relaciones internacionales comprendidas dentro del derecho internacional en las llamadas leyes de la guerra, como exponemos en el tratado; sin embargo, bien es conocido que esta normativa es frecuentemente violada y considerada como letra muerta, pero la traemos a colación para que se entiende que es esta una de los perjuicios normativos necesarios a debatir en este mundo donde proliferan las guerras sin ley.
No obstante, todo lo que históricamente se ha planteado sobre el tema de las guerras sin control, en esta oportunidad ha resurgido el empleo de armas nucleares, lo que llamamos en nuestro análisis teórico guerra atómica o nuclear; esa, que eufemísticamente se dice que no existe, pero cuando hablamos de armas hablamos de guerra y el término, concepto y uso de las armas involucra la acción bélica. Podemos decir entonces, que cuando se emplean armas o ambientes contaminados con radiaciones nucleares, estamos en presencia de una guerra nuclear, o lo que es lo mismo, cuando se usan armas nucleares o con componentes nucleares, tenemos que reconocer que nos encontramos en un ambiente de guerra nuclear.
Como dijimos antes, queremos en lo posible ser explicativos del tema de la guerra nuclear, para muchos de los comentaristas, que no tienen ni idea de lo que se trata o es el uso de armas nucleares, ya que es nuestro interés al tratar este tema, intentar clarificar las consecuencias y peculiaridades del uso de esta tecnología, tanto para los opositores como para los vecinos y el mundo global.
Explicamos en el tratado referido, que las bombas atómicas, o de fisión nuclear, se basan en la reacción en cadena auto sostenida en una masa de uranio o plutonio, que origina la liberación de una enorme cantidad de energía en un espacio de tiempo muy corto. El diseño y construcción de una bomba atómica es muy complejo, pero en la actualidad está ampliamente aceptado, que un físico nuclear competente puede obtener toda la información necesaria de la literatura científica publicada, de fácil acceso. Desde 1945 la energía nuclear, no solo es un arma política, sino bélica, cuyo poder incontrolable ha obligado al mundo a su vigilancia, considerándose que no son armas en el sentido tradicional por cuanto su uso siempre es una amenaza no sólo para los beligerantes, sino para gran parte de la superficie de la Tierra.
Desde el mismo momento en que se conocieron sus resultados, se ha considerado de forma general, aunque no unánime, que no son armas en el sentido tradicional, esto es, que otorguen una ventaja militar viable a sus poseedores.
Cuando se comprendió que el uso de las armas nucleares amenazaba con aniquilar no sólo a los beligerantes, sino destruir y contaminar gran parte de la superficie de la Tierra, se llegó a pensar que el desarrollo de estas armas había alcanzado finalmente los límites de proporcionalidad y utilidad.
La actividad energética tiene impactos ambientales altamente estudiados hoy día: lluvia ácida, contaminación y cambio climático; pero la energía nucleoeléctrica con su alta tecnología, representa una gran amenaza para la salud humana y los ecosistemas. Sus riesgos se extienden desde la minería de uranio, la fabricación de los combustibles nucleares, la operación de las plantas atómicas, con la incesante generación de residuos radiactivos y su vínculo con la industria de armamentos, que han obligado a su abandono especialmente por el peligro que representa su uso indiscriminado y la fácil transformación en elemento de destrucción. La producción, la difusión y el uso de las armas nucleares, así como de la tecnología militar basada en la energía nuclear, además del peligro que ellos generan, terminan por provocar un alto riesgo de destrucción mundial.
La mayor parte de las armas nucleares actuales son científicamente más avanzadas y pertenecen a la segunda generación de bombas de hidrógeno o termonucleares. Estas armas aprovechan la explosión de fisión para crear la energía suficiente como para que tenga lugar el proceso de fisión del hidrógeno. Entonces se produce un enorme desprendimiento de energía, mucho mayor que en una bomba atómica. Desde el punto de vista teórico no hay límite para la magnitud de una explosión termonuclear. Un arma nuclear implica un vector o sistema de transporte, además de la bomba o cabeza explosiva. El primer vector fue el bombardero estratégico.
Concluimos en esta oportunidad con algunos aspectos sobre los efectos de una explosión nuclear y a los efectos esbozamos, que los primeros efectos de una explosión nuclear son: una onda muy brillante que desprende enorme calor y radiación térmica y una inmensa ráfaga de aire, originándose incendios y una vasta destrucción; también se desprenden una serie de pulsos electromagnéticos (EMP) que, sin dañar a los seres humanos o a los edificios, anulan los sistemas de comunicación. La radiación nuclear, extremadamente dañina para todas las formas de vida, adopta la forma de radiación directa en el momento de la explosión y de la lluvia radiactiva, esto es, del polvo y restos succionados e irradiados durante la explosión que caen de nuevo a la tierra.
Es posible diseñar armas que aumenten ambos efectos. Las armas pensadas para ser utilizadas contra las unidades militares producirán una alta cantidad de EMP con el fin de neutralizar la red de comunicaciones militares. El tipo mejor conocido es la llamada bomba de neutrones o bomba radiactiva con efectos explosivos reducidos. Esta bomba aumenta al máximo la radiación letal directa para matar las tripulaciones de los carros de combate, pero reduce al mínimo los efectos de la explosión sobre el material bélico o edificios.
Concluimos recordando que muchos políticos hablan de guerra y su mención inmediata es Mao Tse-Tung, sin embargo, estudiando su pensamiento hay que reconocer, que Mao concibió la guerra como un fenómeno que se da en un determinado lugar y en un momento preciso de la historia y no como algo necesario a la «naturaleza humana». Decía al respecto: «Somos partidarios de la abolición de la guerra; no deseamos la guerra. Pero la guerra solo se puede abolir mediante la guerra. Para acabar con los fusiles, se debe empuñar el fusil». «Hacer la guerra es, en general, algo malo en sí. Sólo la necesidad debe hacer emprenderla. Los combates, cualquiera que sea su naturaleza, son siempre algo funesto incluso para los vencedores; hay que librarlos cuando sea imposible hacer otra cosa». «En lo concerniente a nuestro deseo, no quisiéramos combatir ni un solo día. Pero si las circunstancias nos obligan a luchar, podemos hacerlo hasta el fin».
Analizando a Mao, tenemos que concluir que la guerra nunca servirá para resolver los problemas políticos; por ello, nunca debemos pensar en acción militar como solución política.
Luego trataremos sobre el desarme nuclear, el tratado de no proliferación nuclear, la limitación de armas estratégicas, el tratado sobre misiles antibalísticas, las negociaciones SALT y otros temas relacionados.