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Del NAFTA al USMCAN (o NAFTA 2.0)

Los acuerdos comerciales y los tratados de asociación económica entre países o regiones son lo que los tratados de armas nucleares representan para la paz del mundo. Y si bien todas las guerras políticas dejan un doloroso saldo de vidas humanas, las comerciales hacen lo mismo; pero las pérdidas se cuentan en crecimiento y desarrollo económico, empleo, bienestar social y oportunidades perdidas de progreso.

El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA en sus siglas en inglés), firmado por Canadá, Estados Unidos y México en 1992, ha sido renegociado y sustituido por el USMCAN, tal como fue anunciado el 1ro. de octubre. Pese a los arrebatos proteccionistas de algunos, generalmente sustentados en posturas ultranacionalistas y aislacionistas (como las que padece el mundo de hoy), los expertos señalan que los cambios han sido pocos (algunos relevantes, sí). Geoffrey Gertz, del Brookings Institution, los califica de “cosméticos,” especialmente por el cambio de nombre, al igual que Jim Tankersley, del New York times. La revista The Economist considera que el nuevo tratado es un “retroceso” en la consolidación de la zona de libre comercio norteamericana, por introducir demasiadas restricciones administrativas y discrecionales.

No obstante, en una muestra de sensatez, dos presidentes tan alejados ideológicamente como Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador (electo) han dado su visto bueno a la renegociación, sin dejar de recordar los desencuentros entre el mandatario estadounidense y el premier canadiense, Justin Trudeau. Miembros del equipo de AMLO, inclusive, estuvieron oficiosamente presentes en la fase final de la negociación. Todos cedieron algo por el bien de sus países (y de la economía mundial). La larga incertidumbre abrió paso a un final, si no feliz, por lo menos tranquilizante.

La modificación principal estriba en que el nuevo acuerdo –que debe ser ratificado por sus respectivos congresos – establece que la industria automotriz de los tres países debe alcanzar un 75% de contenido intrarregional (antes 62,5%) para beneficiarse del arancel cero para sus respectivas exportaciones (principalmente las mexicanas). Las empresas manufactureras se obligan a pagar mayores salarios a los trabajadores (US$ 16 por hora en 2023, varias veces más a los pagados en México). Críticos de la nueva disposición estiman que quien podría salir perjudicado sería el consumidor norteamericano, que tendría que pagar precios más caros por los vehículos automotores.

Los exportadores estadounidenses de productos lácteos (leche pasteurizada, quesos, yogures y mantequillas) gozarán de menores aranceles en sus ventas a Canadá. Las industrias manufactureras de Canadá y México tendrán mejores condiciones de acceso al monumental mercado estadounidense (327 millones de personas con un ingreso por habitante de US$ 59.532, 2017), mientras que el tribunal para la resolución de disputas comerciales será mantenido, beneficiando también a Canadá y México (Estados Unidos planteó eliminarlo para poder apelar a decisiones discrecionales sin interferencias de dicho tribunal). El NAFTA 2.0 contiene mejoras en la protección de los derechos de propiedad intelectual, en los estándares laborales y ambientales y en las estipulaciones sobre comercio digital. En general, Estados Unidos obtuvo mucho de lo que aspiraba y Canadá y México retuvieron la esencia del NAFTA 1.

No debe sorprender que la todavía mayor potencia económica del mundo haya logrado buena parte de lo que se propuso. La economía estadounidense (US$ 19,40 billones, 2017) es casi 12 veces mayor que la canadiense (US$ 1,65 billones) y 17 veces más grande que la mexicana (US$ 1,15 billones); pero EE. UU. arroja un déficit comercial en mercancías con Canadá de US$ 18 millardos (2017) y con México de US$ 71 millardos (EE. UU. registra una balanza comercial desfavorable desde 1975). Y aunque no es necesariamente negativo el tener un desbalance comercial (esa nación tradicionalmente compensa esa brecha con un inmenso influjo de capitales extranjeros), está por verse si las aparentes mejoras obtenidas por la Casa Blanca efectivamente permitirán disminuir dicho déficit (lo cual los especialistas dudan).

Para nosotros los economistas profesionales un tratado de libre comercio equilibrado y asimétrico es siempre beneficioso para las economías, al eliminar las barreras arancelarias y paraarancelarias al comercio intrarregional de bienes y servicios entre los países signatarios, con lo cual estos tienden a especializarse en las actividades económicas más eficientes y de mayor productividad, logrando expandir el crecimiento y el desarrollo socioeconómico de todos los ciudadanos. Ello es posible gracias a los menores precios de los productos, las mejores remuneraciones y el superior bienestar social que resulta de la integración de sus economías (la teoría de las ventajas comparativas nunca se equivoca; quienes pueden errar son los negociadores al permitir ventajas comerciales no recíprocas ni asimétricas).

Los acuerdos de libre comercio y los tratados de asociación económica no sólo brindan seguridad jurídica a los actores económicos de los países que deseen exportar o importar mercancías y servicios en mejores condiciones, sino que ofrecen una plataforma clara y segura para generar inversiones en capital fijo y cadenas de valor intrarregionales que faciliten la integración de sus economías y las innovaciones tecnológicas.

Un tratado comercial o de asociación bien negociado incrementa la eficiencia, la productividad, el empleo, el ingreso nacional y la producción total de los países o regiones signatarios. Pero lo más importante es si los 495 millones de seres humanos que pueblan la América del Norte podrán disfrutar de mayor calidad y mejores precios de los bienes y servicios que intercambien bajo el nuevo USMCAN. Sólo el tiempo lo dirá. Pero si la esencia del NAFTA 1 fue preservada, el comercio y la inversión entre Canadá, Estados Unidos y México deberían continuar expandiéndose, siempre y cuando los actores económicos y políticos de los tres países no sucumban ante el populismo proteccionista.

@lxgrisanti

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