Día de la Madre
Este pasado domingo celebramos el día de la madre. Ese es el día en que celebramos la vida de nuestras madres y agradecemos por todo lo que ellas nos han brindado. Realmente, el día de las madres es todos los días. Quienes hemos tenido la bendición de ser madres lo hemos sido desde que tomamos conciencia de la nueva vida que estaba formándose dentro de nosotras o tal vez incluso desde que soñamos con esa posibilidad.
Este domingo, en familia, conversamos sobre los mejores recuerdos que cada uno de nosotros tiene de su madre. Uno de mis tantos recuerdos favoritos es la tibieza de las manos de mi madre cuando me acariciaban de niña. Me sentía segura, me apaciguaban, me transmitían amor. Aún hoy lo hacen. Esas manos, gracias a Dios, aún están aquí y aún son las manos más cálidas, amorosas y benditas que me han tocado.
Quienes todavía tenemos la dicha de tener a nuestras madres en la tierra, aprovechemos cada caricia, cada abrazo, cada sonrisa, cada palabra, cada segundo. Ellas son fuente de vida, de amor y de sabiduría. Quienes llevan a sus madres en su corazón, habiendo ellas transitado a una dimensión de luz, de paz y de amor, también pueden celebrar, recordando todos los bellos momentos vividos y agradeciendo por el tiempo compartido. También son madres quienes han criado, guiado, compartido, apoyado y amado, cuando por algún vínculo familiar o circunstancia, les ha tocado ocupar o compartir ese rol.
Independientemente de las circunstancias que nos rodeen, disfrutemos, compartamos y agradezcamos las bendiciones que nos han concedido.
¡Vivamos cada día como si fuera el último!. ¡Prendamos una vela y pasemos la luz!.