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Día Internacional de la Mujer… La crisis y la mujer venezolana

Maria Auxiliadora Dubuc P.

La historia que da pie a la celebración del Día Internacional de la Mujer, es de todos conocida. Ocurrió un 8 de marzo de 1857, cuando un grupo de obreras textiles tomó la decisión de salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras condiciones en las que trabajaban. Luego el  5 de marzo de 1908, Nueva York fue escenario de nuevo de una huelga polémica, cuando un grupo de mujeres reclamaba la igualdad salarial, la disminución de la jornada laboral a 10 horas y un tiempo para poder amamantar a sus hijos, durante esa huelga, perecieron más de un centenar de mujeres quemadas en una fábrica de Sirtwoot Cotton, un incendio que se atribuyó al dueño de la fábrica como respuesta a la huelga. En 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras, celebrada en Copenhague (Dinamarca), más de 100 mujeres aprobaron declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Así este día se convierte en una fecha reconocida por la Organización de Naciones Unidas (ONU), en la que se reivindica a la mujer por los logros obtenidos a través de su lucha por la igualdad de condiciones y oportunidades en la sociedad, para su desarrollo integral, además de su participación en la sociedad en lo político, social y económico.

Las luchas femeninas han rendido sus frutos. A través de pequeñas victorias a través del tiempo ha logrado asumir su rol en la sociedad, actualmente las mujeres pueden ejercer el derecho al voto en casi todos los países del mundo, son elegidas para conducir gobiernos, son parlamentarias, militares, ministras, embajadoras, además de ocupar cargos en profesiones que antes eran impensables para ser asumidas por ellas. La mujer de hoy en día es una que sale a la calle a trabajar, contribuyendo monetariamente con su trabajo diario al mantenimiento de su propia familia.

A pesar de ello, aun hoy, una abrumadora mayoría de las mujeres trabaja en la economía informal, subvencionando el trabajo de cuidados personales y doméstico, y se concentran en aquellos empleos peor remunerados y con menos cualificaciones, con poca o ninguna protección social. Adicionalmente a diferencia de los hombres, las mujeres deben ocuparse de las responsabilidades domésticas, administración del hogar, atención de la familia y labores comunitarias. La realidad es aplastante, las mujeres definitivamente viven la pobreza intensamente, con las mayores desventajas.

En Venezuela la mujer lucha y se supera así misma diariamente estudiando en todos los niveles académicos con la esperanza de cumplir un papel preponderante en el devenir de su país. Su capacidad y abnegación le permite participar en algunas ocasiones producto de su esfuerzo personal, en resistencia. De allí, el notable avance educativo que muestran las venezolanas, son mayoritarias en la matrícula de educación media y ligeramente mayoritarias entre los universitarios, aun cuando continúan graduándose en carreras tendencialmente femeninas.

De esta forma, las mujeres venezolanas han modificado sus características socio demográficas y se destacan más que los hombres. Sin embargo y a pesar de todos estos esfuerzos, el problema es en lo laboral porque persiste la inequidad en la remuneración y siguen sufriendo violencia de género. En Venezuela cada vez hay más hogares cuyo jefe de familia es una mujer, situación que agobia a la familia y afecta a la sociedad, en general.

Así es como en nuestro país, a pesar que la mujer se ha convertido en pilar fundamental, asumiendo un rol protagónico y con esfuerzo buscan salir adelante y llegar a donde se lo proponen, continúan en una lucha sin cuartel, sin importar los obstáculos que tengan que superar. Ingenieras, doctoras, profesoras, madres, amigas y en algunos casos padres hacen lo indecible por llevar el sustento a sus hogares. La realidad es que orgullosos podemos asegurar que en el rol que sea la mujer venezolana es sinónimo de éxito y valentía.

En Venezuela la mujer ha fortalecido poco más o menos, su liderazgo en la sociedad a través de la toma de decisiones y la ocupación de cargos importantes en la administración pública. Pero ha tenido que luchar a lo largo de su vida, por derribar muros, diferencias que, por motivos de sexo, la sociedad utilizó para relegarlas al hogar dejándole al hombre el protagonismo en lo político y social.  El aporte de la mujer al país, en la construcción de las instituciones políticas y sociales es innegable, pero aun no se reconoce en su justa medida.

 La realidad es que hoy en día, la situación que atraviesa la mujer venezolana es terrible, la inocultable crisis política y social que vive el país,  la desborda, perjudicándola definitivamente en grado sumo, ya que ven reducidos sus ingresos y con ellos su calidad de vida, este impacto diferenciado afecta de manera desproporcionada sus derechos. Mas grave aun es que adicionalmente en  Venezuela, hay “vacíos significativos” en cuanto a las estadísticas de violencia de género se refiere, la razón es que  hay mujeres que no acuden ni a los centros de salud ni a la administración de justicia, quedando fuera de los números.

De esta manera, aun cuando en el país existe una Ley que protege a las mujeres de cualquier tipo de violencia -tanto en el ámbito privado como en el público- y que abarca la creación de estructuras de protección, jurisdicciones y órganos especiales y la formación de funcionarios especializados en el tema, el reconocimiento de los derechos de la mujer y la ausencia de una política firme que identifique la violencia contra las mujeres y a la mujer como sujeto de esos derechos, es un proceso que se ha tornado muy lento, un  vía crucis inexcusable.

Por otro lado, las dificultades económicas desbordadas conducen indefectiblemente a la mujer a asumir un modelo más tradicional, en el que retorna a las funciones que culturalmente se atribuían a las mujeres y que les negaban la posibilidad de lograr su independencia económica y su realización profesional. Las mujeres, incluso las directivas, deben acoplarse a horarios laborales a tiempo parcial. En una situación como la que estamos padeciendo, la mujer con sus tareas menos remuneradas y apreciadas se convierte en el sostén familiar, por lo que ella coexistirá su trabajo exterior con las tareas propias del hogar. Es una situación muy estresante puede hacer peligrar las medidas de igualdad tendentes a acabar con la discriminación y la igualdad de género.

Sin embargo, numerosos estudios demuestran que las empresas que cuentan con mujeres tienen mejor productividad y resultados económicos. Las mujeres son más participativas y saben influir positivamente sobre su entorno. Ello es debido a las diferencias socioculturales y cerebrales importantes.

La verdad es que haciendo un balance,  la presencia femenina resulta baja en cargos de representación en cada una de las ramas del poder, en este país, aun cuando, sus reivindicaciones se han ido legitimando lenta pero progresivamente a partir de la acción concertada de mujeres de partidos políticos, de organizaciones sociales y en cargos públicos.

En el ámbito de la acción social colectiva de mujeres, Venezuela cuenta con organizaciones, centros académicos, organismos no gubernamentales de acción social, casas de la mujer, organizaciones políticas y asociaciones gremiales y profesionales, que coadyuvan a su empoderamiento. A pesar de ello, el arquetipo masculino ha dominado la cultura, la religión y el pensamiento occidental a lo largo de la historia y, la evolución de la mentalidad occidental se ha fundado en la represión de lo femenino.

Solo esperamos que en la conciencia colectiva actual, se produzca un cambio con relación a la justicia de género, el comienzo de un nuevo panorama social, con la integración completa de la mujer en la sociedad. Pero todo depende  de la concienciación individual de cada persona y de la actitud de las mujeres antes la victimización.  No se trata de esperar que las leyes o los gobernantes lo impongan, sino que con el esfuerzo individual se consiga una respuesta colectiva, basada en el convencimiento y no, únicamente, en la aplicación de las leyes.

En mi opinión, la crisis económica, política e institucional que vive Venezuela representa un gran desafío para las mujeres en especial. La agudización de las desigualdades sociales, los frustrados intentos gubernamentales de implementar una política de ajuste estructural, la corrupción administrativa y política han llevado al descrédito a las instituciones democráticas, de modo que más que ver el vaso medio vacío debemos verlo medio lleno, porque el aporte de la mujer es fundamental, y puede ser definitivo, sobre todo, tomando en consideración el perfil de la mujer venezolana,  y en el entendido que sólo a través de unos sólidos principios, una ética de respeto y integración y la incorporación igualitaria de la mujer al mundo laboral, aportando unos valores que le son propios, solo así tomando el sartén por el mango, como solo las mujeres podemos y sabemos hacerlo, podría detenerse el imparable desarrollo del abuso del poder, la codicia y otras tendencias en nuestro entorno actual.

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