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Dos Cosas

Es un hecho que cuando la notoriedad es producto de la lucha contra lo establecido, después de la muerte quedan muchas cuentas por pagar. Y si es verdad que la fama ayuda a amortizarlas, nunca resulta suficiente. Lo digo a raíz de lo que publiqué la semana pasada sobre Le Corbusier y su supuesta militancia fascista.

Y después de lo que ya dije sobre la trayectoria de vida de Corbu, en la cual hay demasiadas realidades y testimonios que desmienten con hechos esa supuesta militancia, hay otro aspecto de la denuncia que me parece importante destacar. Y es que si se hubiese tratado de militancia revolucionaria marxista, ya no se hubiese considerado como un asunto negativo sino se reivindicaría como un mérito. O un asunto anecdótico que no arroja sombras sobre la integridad de la persona.

Es el típico doble rasero que vienen utilizando las izquierdas que se sienten purísimas representantes del credo revolucionario cuando se trata de juzgar a figuras del mundo intelectual que no están de su lado. O el que utilizan los intelectuales que se dedican a convertirse en conciencias morales, como fue el caso del recientemente fallecido Günther Grass antes de que reconociera públicamente que él no era tan puro después de todo.

He citado (y lo han hecho muchos) un ejemplo paradigmático que sin embargo se olvida: a Pablo Neruda se le perdona su militancia comunista asociada nada menos que a los genocidios soviéticos impulsados por José Stalin (dejando un tanto de lado su detestable poema elogiándolo); y sin embargo a Jorge Luis Borges se le reprocha que no se haya pronunciado abiertamente contra la dictadura argentina, o que haya dicho que la democracia es un abuso de las estadísticas. Y el recién fallecido Eduardo Galeano se convirtió en santo para las izquierdas argentinas gracias a un libro lleno de lugares comunes sobre las triquiñuelas norteamericanas en América Latina, pero se pasa por alto que nunca escribió denunciando la cruel y anacrónica dictadura cubana.

Y si ampliamos el escenario iremos encontrando una enorme cantidad de casos en los que se exacerba la importancia de andanzas erráticas ocasionales de alguno de los grandes, olvidando que en los tiempos iniciales de Vichy el grueso de la intelligentsia francesa fue dominada por un estupor que ralentizó las respuestas ante los hechos y sólo superaron los más activos políticamente. Pero la ideología radical marxista quiere chivos expiatorios sin atenuantes mientras estén en el otro lado. Y saca conclusiones de cualquier apariencia.

Aclaro que no estoy de ninguna manera exculpando de antemano a Corbu. Si existen pruebas sobre lo que se ha calificado de militancia deben ventilarse y ver su pertinencia. Nos limitamos a observar que los tiempos iniciales de la Francia ocupada han estado siempre bajo el signo de la confusión. Y en un contexto así las conductas hacen dudar.

II

La colega Isabel Sánchez me habla desde España sobre su visita a la Basílica de Santa María de los Angeles de la Porciúncula, muy cerca de Asís, tierra de San Francisco, inmensa iglesia construida cubriendo la minúscula capilla (que es la que lleva el nombre de porziúncula o pequeño terreno en italiano), que reconstruyó con sus propias manos el santo sobre viejos muros de la ermita del siglo cuarto dedicada a la Asunción de la Virgen, habiéndola recibido en donación de los benedictinos en 1208. Era un homenaje a su Fe y a los valores cristianos esenciales que orientaron su vida. Se dice que en Febrero de ese mismo año Francisco oyó en la capillita la llamada de Cristo para llevar una vida de absoluta pobreza. Y fue su lugar de oración hasta su muerte en 1226.

Y aunque nunca la he visitado, el entusiasmo de Isabel y lo que de seguidas averigüé me lleva al tema que he tocado a raíz de mis comentarios sobre Miguel Ángel y la Basílica de San Pedro. Y especialmente a la tendencia de sectores del clero católico por vincular los valores cristianos con la monumentalidad, el brillo, el boato, la grandiosidad y otros excesos.

Y me parece significativo que la enorme estructura que se construyó para proteger a la capillita se haya comenzado a construir precisamente en 1569, los años inmediatos a la muerte de Miguel Ángel en 1564, por orden del Papa Pío V y con la participación inicial de Jacoppo Barozzi de Vignola, o Vignola a secas (1507-73), arquitecto muy prestigioso, discípulo de Sangallo inicialmente, e incluso de Miguel Ángel a quien sucedió en las obras de San Pedro agregando allí las pequeñas cúpulas puramente decorativas (no captan luz) que rodean la cúpula central. Vignola legó a la posteridad un tratado (Regola delli cinque ordini d’ architettura publicado en 1562) que rigió a lo largo del tiempo hasta llegar a la Academie des Beaux Arts francesa como texto esencial de referencia en los arquitectos del siglo diecinueve, denunciado agriamente como irrelevante para los nuevos tiempos…por Le Corbusier!

E interesa destacar a propósito de la Porciúncula, que la necesidad de la corte papal de hacer que la arquitectura de los templos expresase grandeza intimidante capaz de enfrentarse a las fuerzas imperiales, marcó profundamente el qué-hacer de los arquitectos. Impulsó un modo de ver lo edificado que habría de marcar la arquitectura institucional del espacio europeo durante varios siglos, haciendo del exceso, del oropel y el adorno seductor el medio esencial de expresión. Un modo que tenía necesariamente que hacer crisis a tono con los cambios políticos del siglo veinte.

Y la Porciúncula nos muestra ese desvarío. El orgullo y la apariencia reducen a  vestigio del pasado lo verdaderamente importante expresado en el testimonio quieto de la pequeña capilla de San Francisco.

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Un comentario

  1. Neruda no sólo escribió ese detestable poema de loas al sanguinario Stalin, sino que jamás reconoció haberse equivocado en su posición dogmática dependiente de los lineamientos de la URSS, y por eso mismo no cuestionó el rumbo castrista que tomó, frente a Neptalí Reyes, el gobierno de Allende, obviamente influenciado por Fidel Castro (quien realizó la visita más larga y entrometida de que se tenga noticia en el mundo político contemporáneo) y por la ultra izquierda chilena, giro hacia los excesos ilegales y las carencias económicas que provocaron el Golpe encabezado por Pinochet. Tampoco ha sido santo de mi devoción García Márquez, el permanente celestino de la dictadura castrista (y al parecer, compañero de farras del Mito, en cada una de sus frecuentes y clandestinas visitas a Cuba, rochela y faldas incluídas). Esa dualidad que mantuvo por décadas, la comparte con otros especímenes como Bachelet, Lula, Mujica, y toda esa fauna para la cual la aberración del Muro de Berlín nada significó, como nada extrajeron de su caída en 1989, y el colapso de la URSS en 1991. La Solidaridad Automática es más intensa en la extrema izquierda que en la extrema derecha, y en crímenes cometidos los Comunistas llevan una ventaja enorme, que aumentan con las proezas que siguen ocurriendo en Cuba, Venezuela, Nicaragua, y por supuesto, ese tumor monárquico y Zuche de NorCorea. Hasta el Narcotráfico ahora resulta ser algo revolucionario y ético.

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