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Ébola: sin control por mucho tiempo

Lo peor de la epidemia podría suceder en este barrio, ya que a la población se la ha dejado sola con el virus, sin suficiente atención médica; no hay representantes de Médicos sin Fronteras ni de la Cruz Roja.  Para esta población, cuarentena puede significar la condena a muerte.

Parecen escenas de guerra. Los muertos por Ébola permanecen varios días en las calles o son ocultados en las casas. Se evitan los entierros familiares. Algunos infectados huyeron de una estación de cuarentena, que también fue saqueada, pero luego fueron ubicados y reingresados. El miedo hace de las suyas. Muchos liberianos, principalmente en la capital Monrovia, ya ni se ocupan de sus parientes, estén infectados o no. Desconfía de tu prójimo, parece ser el lema, contrario al mandato bíblico. Allí la situación es realmente catastrófica.

A fin de evitar la propagación del virus en prisiones saturadas de presos, el ministro de justicia liberiano ordenó liberar a más de cien detenidos por causas menores.

Para tratar de mitigar la epidemia, el gobierno liberiano, acusado de ser abiertamente corrupto, declaró un toque de queda nocturno en la capital. Partes de los sitios más empobrecidos de un barrio, de por sí muy pobre, llamado West Point, donde viven alrededor de 75.000 personas, fueron acordonados por la  policía y el ejército, que conformaron una task force bloqueando calles y colocando alambre de púas. Se han visto forzados a emplear gas lacrimógeno y hasta munición viva para evitar que los habitantes salgan de allí. Lo peor de la epidemia podría suceder en este barrio, ya que a la población se la ha dejado sola con el virus, sin suficiente atención médica; no hay representantes de Médicos sin Fronteras ni de la Cruz Roja.  Para esta población, cuarentena puede significar la condena a muerte.

Además, existe la amenaza de desabastecimiento de alimentos en la población general, notoria en West Point, pues la cuarentena ha paralizado el comercio interno y las entregas de países vecinos.

El número de muertos aumenta por la tendencia de la población a ocultar sus enfermos. Para combatir esta situación, el Parlamento de Sierra Leona declaró ilegal ocultar a los infectados, con amenaza de hasta dos años de prisión para los indiciados; el Presidente debe sancionarla (www.awoko.org).

Costa de Marfil y Senegal, aún libres de la epidemia, acaban de cerrar sus fronteras con Liberia y Guinea, la primera y con Guinea, la segunda, ante el temor de la contaminación. En Africa, el anuncio de cierre de fronteras suena a chiste, como lo muestra la reciente aparición de los primeros afectados por el virus en la República Democrática del Congo.

Médicos sin Fronteras y OMS

Durante diez días viajó Joanne Liu, la presidenta de Médicos sin Fronteras, por las cuatro naciones afectadas en África Occidental. Su resumen fue presentado en una conferencia de prensa, en Ginebra, el 15 de agosto de 2014. El pronóstico es sombrío: hasta que la epidemia sea controlada pueden transcurrir seis meses. Para superar el problema es necesario la supervisión, control y participación absoluta de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya está alarmada por la situación actual. El llamado se dirigió también a la comunidad internacional y a organizaciones no-gubernamentales. “Se necesitan nuevos enfoques y estrategias.”, enfatiza Liu. También dinero.

“Si no se logra estabilizar la situación en Liberia, no se podrá controlar el brote epidémico en toda la región”, fueron sus palabras. Abogó por la necesidad de enviar más expertos y personal asistencial. Oficialmente Liberia es el país con el mayor número de infectados y fallecidos, seguido de Sierra Leona y Guinea.

Apenas el 22 de Agosto fue cuando el representante de la OMS, Keiji Fukuda, expresó en Monrovia, que según dicha organización el virus podría estar bajo control entre seis y nueve meses, coincidiendo, tardíamente, con Médicos sin Fronteras. Sin embargo, es incomprensible la lentitud de la OMS en este aspecto del problema.

Ese mismo día, la OMS anunció en Ginebra, que el número de fallecidos había ascendido a 1.427 en las cuatro naciones afectadas y el de enfermos a 2.615 casos (www.afro.who.int/en). Los mayores incrementos ocurrieron en Liberia.

 

El asunto de los potenciales agentes contra el virus.

En los medios mundiales han aparecido informaciones recientes, según las cuales existen esperanzas para detener la actual epidemia del Ébola con productos biológicos.  Hay una media docena de potenciales medicamentos que nunca han sido probados en humanos y que la OMS ha calificado como prometedores para rescatar vidas. Sus riesgos y efectos secundarios son desconocidos, pero quizás constituyen el último chance para un infectado. Esto genera un problema bioético fundamental. Pero no nos equivoquemos. Tales medicamentos, así como los sueros experimentales y vacunas transmiten una esperanza donde no hay ninguna, por lo menos en esta crisis y en este momento. Suministrarlos es un acto desesperado, que solo expresa impotencia de las autoridades sanitarias globales.

Pero, ¿qué es lo que hay bajo esta discusión? En realidad, para fines prácticos, estos productos existen solo teóricamente. Ninguno de los agentes experimentales, que únicamente han sido ensayados en animales, se encuentra disponible. No hay suficientes dosis en depósito para tratar a los que se infecten, a los que se enfermen hoy o mañana o cuyos órganos fallen por la enfermedad. A lo sumo los médicos podrían ayudar a casos aislados, en caso de que se pudiera constatar alguna acción favorable.

Desesperados, los expertos de la OMS buscan cuáles medicamentos o productos biológicos, aún sin probar en humanos, pueden ser producidos en grandes cantidades, para distribuir en las zonas afectadas. Un comité internacional de bioética se pronunciará en un par de semanas. Pero la ayuda, que no es ninguna ayuda, no llegará tan pronto a tales zonas; más infectados morirán. En el mejor de los casos la producción masiva de los medicamentos durará meses, si es que puede arrancar.

Hasta ahora, el único producto empleado, en forma aislada, es el suero de anticuerpos monoclonales llamado Zmapp, producido en California, Estados Unidos. La empresa apenas tenía algo más de una docena de dosis. Aplicado a tres personas fue efectivo en dos estadounidenses, sin saber aun si la sanación se debió al suero. En una descarada manifestación de tráfico de influencias y abuso de poder, la Presidenta de Liberia se aseguró las últimas tres dosis, después de haber conversado telefónicamente con el Presidente Obama. La existencia de otros productos experimentales quizás podría alcanzar, en estos momentos, para tratar a algunos cientos de enfermos, pero no a decenas de miles.

De todas maneras, los expertos son optimistas y refuerzan la esperanza, de que algún día se podrá contar con un producto curativo.

 

La estrategia más efectiva.

El empleo de alguna substancia o medicamento maravilloso nunca fue una opción en África Occidental para combatir la epidemia. La medicina moderna tiene otras alternativas, como es apoyarse tanto sobre una campaña educativa urgente e intensa como sobre una cuarentena estricta. Pero aún ésto es incierto. En la región afectada, el virus es totalmente desconocido para sus habitantes. Fue allí donde se detectó inicialmente. Y en un área donde apenas existe un médico por cada 70.0000 habitantes, ¿cómo se le puede pedir a alguien que padece los síntomas iniciales, fiebre, mareo y diarreas, que acuda al médico, en lugar de andar sin rumbo fijo en su entorno o quedarse en su casa?

La población no comprende que para combatir exitosamente la epidemia es indispensable que los médicos aislen a todos los enfermos e infectados. Es enormemente difícil convencer a una población acostumbrada a cuidar ella misma a sus enfermos en casa y abrazar y besar a sus muertos para despedirlos, que creen además que el personal médico en batas y trajes protectores es el que les ha traido la enfermedad.

Contrariamente a lo anterior, en Nigeria se ha demostrado, que cuando concurren médicos, asistentes especializados y buen conocimiento el Ébola puede ser contenido. El virus apareció en Lagos, la ciudad más poblada (8 millones de habitantes) del continente africano, a finales de julio. Tanto enfermos e infectados como alrededor de 200 personas, que tuvieron contacto con ellos, fueron puestos en cuarentena rápidamente. Apenas cinco personas han fallecido y 16 están infectadas, lo que indica que el brote está siendo controlado (actualización 22-08-2014). En Lagos se habla abiertamente de la amenaza del Ébola. Cuando se conocieron las primeras muertes, los desinfectantes, como recurso primario, se agotaron rápidamente en la ciudad. Además, las autoridades informan constantemente sobre la situación a través de las redes sociales, un hecho muy positivo.

¿Y en Venezuela…?

Lo primero que salta a la vista es la escasa información de opinión en los medios venezolanos y la inexistente preparación de alerta hacia la población, a la cual está obligada su autoridad sanitaria. Pareciera como si la lejanía de la zona-problema fuera un escudo protector para Venezuela, olvidando la facilidad de una rápida propagación de estos agentes patógenos en el mundo actual.

El poco conocimiento del sector salud venezolano sobre la enfermedad, su fragilidad y deficiencia en recursos humanos, económicos y de infraestructura hablan sobre las dificultades operativas que aquejarían al sistema, en caso de presentarse algún(os) caso(s). En lugar de reforzar al sector salud, el gobierno se ha empeñado en establecer un sistema biométrico para controlar al venezolano en la compra de alimentos, que solo será un aditivo para debilitar aun más a dicho sector.

El anuncio según el cual se habilitó un área de la rampa 4 del Aeropuerto Internacional de Maiquetía para „aislar a pasajeros con síntomas característicos de  la enfermedad“, es una medida que suena marcadamente efectista, ya que lo lógico sería ubicarla en el mejor hospital del estado Vargas. No suena coherente dedicar a tal fin un segmento del aeropuerto empleado para el tránsito de altos dignatarios y personal diplomático, venezolanos o no. Además, el control de los pasajeros debe ser realizado en el aeropuerto de embarque inicial.

Tabién surgen las dudas sobre el real conocimiento de las autoridades sobre los niveles de bioseguridad (BSL) requeridos para estos casos y su puesta en práctica, con personal adecuadamente entrenado y el equipamiento apropiado. Se observa, que aparentemente, se descuidan otros puntos y áreas de ingreso de personas al país.

El problema va más allá de la sola epidemiología: es multifactorial, lo que sugiere la participación sincronizada de profesionales de varias áreas del conocimiento.

Venezuela no está preparada para esta enfermedad de alta tasa de contagio.

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