EE.UU. y su independencia energética
Fue de los pocos que profetizó en los años 70 que el petróleo nunca se iba a acabar, siempre y cuando la tecnología de extracción avanzara y el precio fuera suficiente. Lo que sonó para muchos como análisis ridículo, 40 años después ha dejado callados a todos los científicos apocalípticos y a los políticos del mundo con una nueva realidad: Estados Unidos puede lograr su independencia energética con repercusiones geopolíticas inmensas. Una de ellas sería la pérdida de influencia de la OPEP y de Rusia.
La libre competencia y el apoyo gubernamental han permitido que las empresas americanas y su tecnología logren el milagro o mejor dicho la revolución del esquisto. Estados Unidos es hoy el país de mayor crecimiento en extracción de hidrocarburos, no fuera de sus costas, dentro de ellas: 60% desde 2008 y se espera en el corto plazo que su producción sea mayor a la Rusia y Arabia Saudita, pudiendo llegar a 12 millones de barriles diarios para el 2020, así como ya se ha convertido en exportador de gas. Los costos de exploración y producción han disminuido, hoy es rentable el negocio a 50 dólares el barril y debemos agregar algo increíble: para 2013 Estados Unidos se ha convertido en exportador y no en importador de productos derivados y puede superar a Rusia como exportador de diesel y jet fuel entre otros y a Arabia Saudita en petroquímicos.
Los efectos de esta revolución energética son muchos, uno de ellos es una futura disminución de los precios del petróleo, lo que le traerá un inmenso beneficio a la economía americana y en general la del mundo y claro está, una baja en los ingresos de Venezuela. Nuestro país desde los años 70 ha basado sus cálculos en el precio y no en el aumento de la producción que no ha crecido en los últimos 30 años, hoy con el triple de la población y una economía cada vez más dependiente del petróleo.
Al igual que Adelman no creo en las teorías apocalípticas y Venezuela no va a sucumbir como muchos creen o quieren, pero no hay duda de que hay dos variables en consideración y debemos tomar acciones pragmáticas de consenso político por el interés nacional. La primera: no podemos esperar vivir de los precios, tenemos que aumentar la producción, el ingreso per cápita va a disminuir con el solo crecimiento de la población. Necesitamos abrirnos a la inversión. Segundo: tenemos un vecino con quien no nos estamos llevando nada bien con la economía y el ejército más poderoso del mundo que invierte en su componente militar el equivalente a todos los países del mundo combinados. Nuestro vecino ahora además es un gigante energético que en el contexto internacional muchas veces se mueve como un elefante en una cristalería. Es recomendable llevarnos bien con todos los vecinos pero en especial con éste.
(ElUniversal.com)