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El 15 de octubre

Confieso que cuando la MUD anunció que los partidos que la integran participarían en las elecciones de Gobernadores fijadas para el 15 de octubre, tuve mis dudas. Pensé que se enfriarían las protestas de calle y que el régimen, que conoce el arte de la trampa, buscaría la manera de frustrar la expresión de la voluntad popular. No le concedí beligerancia al argumento de que tácitamente legitimaríamos la dictadura de Maduro y la constituyente espuria, como tampoco legitimamos la dictadura de Pérez Jiménez cuando votamos el 30 de noviembre de 1952.

Con el paso de las semanas, la real politik  ha ido asomando su rostro hasta tocar las puertas de la reflexión. No es que ahora creamos que los actuales usurpadores del poder hayan desistido de recurrir a cualquier artimaña para impedir que las Gobernaciones de Estado estén en manos de la oposición democrática, sino que quienes somos sus adversarios podemos hacerles pagar el costo político de las fechorías que están planeando cometer.  La política no tiene un guión escrito de antemano (“no es una ciencia exacta”, decía Bismarck) y nos obliga a afrontarla en la diversidad de circunstancias en que se presenta.

A estas alturas, el CNE todavía no ha atendido el proceso de sustitución, en las boletas electorales, de las candidaturas perdedoras por las candidaturas ganadoras en las elecciones primerias internas de la MUD, una obligación que debió haber cumplido en los hasta diez días previos al 15 de octubre, como lo disponen los artículos 62 y 63 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales. Para sortear el daño de los votos nulos que nos pueda ocasionar esta omisión deliberada del CNE, la MUD está exhortando a votar por la tarjeta del o de los partidos que postularon a los ganadores de las primarias. No podemos rendirnos ante la tracalería, sino tratar de anular o disminuir su impacto negativo. Tampoco los insolentes ventajismos del uso indebido de los resortes y recursos gubernamentales  (abuso de la propaganda, manipulación de los CLAP, carnet de la patria, amenazas burocráticas, etc,) deben palanquear a la abstención.

¿Qué va a pasar? Si, a pesar de todo, la dictadura es derrotada en esta jornada que no la saca del poder, pero le quita el piso de las Gobernaciones de Estado, avanzamos en el objetivo supremo, que no debe tardar, de volver a la libertad y la democracia. Si, por el contrario, se consuma el fraude, la MUD, “el día después” deberá retomar la calle y habrá  más razones para que la comunidad internacional  amplíe las sanciones que ha venido adoptando contra los altos personajes del régimen y el régimen mismo. Se aceleraría así el desenlace final.

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