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El 24 de Noviembre de 1948

El golpe militar que estalló el 24 de Noviembre de 1948 comenzó, avanzada la noche del 19 de Octubre de 1945, una vez juramentados los integrantes de la Junta Revolucionaria de Gobierno y los ministros del  gabinete Ejecutivo. En apariencia, todo transcurría de acuerdo con lo previamente acordado. Sólo en apariencia porque los actores no habían tomado en cuenta que los asuntos en palacio no solamente van despacio, sino que en cada decisión se corre el riesgo embarrancar los proyectos mejor diseñados, fulminados por detalles imperceptibles para el voluminoso común de los mortales, incluyendo los aprendices de gobernantes; no así para alguien sentado en la mesa donde no se está jugando ludo. No incluyeron al mayor Marcos Pérez Jiménez en la primera línea del mando gubernamental, siendo que bien pudo haberse ampliado el número de los integrantes de la Junta y ni siquiera nombrado Ministro de Estado para cualquier cosa, como premio de consolación. ¿Fruto de las destrezas para la intriga del Comandante Carlos Delgado Chalbaud? Nunca se supo. Fue relegado a la tercera línea de mando.

Porque si bien es cierto que el Inspector General de las Fuerzas Armadas, en teoría, sus facultades llegaban hasta movilizar todos los componentes, para hacerlo requería la aquiescencia de charreteras con mayor número de estrellas. Salió a conspirar con los cuadros de la “logia” de espadones, con cuyo apoyo y reconocimiento de su liderazgo fue posible el derrocamiento del gobierno anterior.

Por supuesto que el saberse postergado y sin acceso diario a las primeras páginas de los medios de comunicación, fue el detonante. Pero había un mar de fondo. El proyecto de los militares complotados del 18 de Octubre no era compatible con el de los civiles y es comprensible. Se habían formado en cuarteles, dirigidos por chafarotes con rango militar, ganados en la montonera encabezada por Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez que los acompañó desde el hato La Mulera hasta la Casa Amarilla y a sostener la dictadura hasta la muerte del Gómez en 1936.

Su visión de país limitaba con su personal ambición.

Frente a tales circunstancias, civiles financiados por empresarios enfrentados a la nueva orientación de la economía, desataron una campaña demoledora contra el gobierno y de la democracia. Tanto es así que muchos de esos civiles, talentosos y de ágil pluma, formaron parte del elenco administrativo de la dictadura derrocada el 23-01-1958 por la acción de civiles y militares que abominaban los crímenes y el latrocinio.

El derrocamiento de la tiranía fue seguido por el restablecimiento del sistema democrático que, en los 40 años siguientes, sostuvo políticas de integración y promotoras del desarrollo económico teniendo como objetivo el crecimiento del ser humano, elevó el nivel de vida de los desposeídos, con estímulos al sector empresarial para la creación de empleo, la construcción de vivienda, la expansión de la educación y la cultura, de los servicios médico-asistenciales, la doma del agua para el consumo humano, la agricultura y la generación de energía eléctrica, mediante la construcción de grandes embalses, sin dejar de lado la red vial, la expansión de la frontera verde y el saneamiento ambiental.   

Pero nos alcanzó una tromba. En 1999 asumió el gobierno un militar heredero universal de los chafarotes de Castro y Gómez, por supuesto inculto, pedante, autoritario, malamañoso y cruel. Antes de morir avanzó un buen trecho en la destrucción. Quienes heredaron el “botín” asumieron el encargo de concluir su obra. Cumpliendo pié firme.

En pocos días arribaremos a la luctuosa fecha en un país que dejó de serlo y al cual el gobierno Socialcomunista del siglo XXI le destruyó la estructura física y la capacidad de producción alimentado la desesperanza, en donde el crecimiento exponencial de la pobreza extrema agrede al 80% de la población, empujándola hacia los socavones de la miseria.

Quienes vivimos los horrores de dictadura derrocada en 1958, sumamos nuestras voces para en elevado tono y gritar: ¡ABAJO LA DICTADURA!

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