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El bloqueo endógeno

Venezuela está bloqueada. No hay duda al respecto. Pero el bloqueo al que me refiero no es el que denuncian los mandoneros del poder, en relación con sanciones internacionales, en particular por ejecutorias que se consideran delictivas y que están siendo investigadas, con nombres y apellidos. El verdadero bloqueo es el que estos mandoneros han impuesto por las malas y las peores. En otras palabras, el bloqueo es de adentro hacia afuera. Es un bloqueo endógeno.

Lo primero que está bloqueado en Venezuela es el futuro, es decir un futuro distinto y mejor al presente. ¿Acaso puede haber un bloqueo más perjudicial? Millones de venezolanos tienen su futuro personal y familiar bloqueado por una hegemonía despótica y depredadora. ¿O no? Esto no es especulación. La emigración masiva y la diáspora venezolana lo confirma. Una nación con un futuro promisorio o al menos despejado, siquiera a mediano plazo, no genera la dolorosa emigración nacional.

Un bloqueo notorio es a cualquier tipo de salida política democrática. ¿Por qué? Porque la hegemonía aborrece cualquier tipo de salida democrática. No solamente no cree en eso, sino que sostiene que eso pondría en el peligro su control sobre los recursos del poder, lo único que en verdad le interesa. Sus voceros hablarán de salidas, inventarán diálogos, les darán cierta formalidad con algunos personajes que se prestan a esas jugarretas, dentro y fuera del país. Pero más nada.

Todo para seguir ganando tiempo, y para erosionar a la oposición política en un fuego cruzado que la debilita aún más. ¿De esta trampa se puede salir? Sí se puede. Pero antes hay que tomar plena conciencia que se está en ella. Esa conciencia existe en algunos ámbitos y en otros no. Incluso está lejana de cristalizar. Es un error gravísimo el subestimar la capacidad de maniobra y manipulación de la hegemonía.

Y aquí nos encontramos con otro bloqueo. El de no querer aceptar la realidad tal cual es. El de no querer llamar las cosas por su nombre y actuar en consecuencia. El de preferir las tramoyas del disimulo, en espera de otros tiempos. Este es un bloqueo mental. En muchas mentes ese bloqueo tiene algo, todavía, de seudo-ideológico, o de temor a enfrentar un presente inaceptable.

En otras mentes, ese bloqueo es interesada complicidad con los mandoneros del poder. Al fin y al cabo, la criminalidad organizada no entiende mucho de colores políticos. Puede perfectamente ser multicolor. Y claro está, hay muchas otras vertientes del bloqueo endógeno. Venezuela producía tres millones de barriles diarios y la hegemonía nos transmutó en un país ex-petrolero: bloqueo endógeno. No hay agua, ni luz, ni gasolina, ni transporte, en condiciones básicas para las necesidades del pueblo: bloqueo endógeno.

No hay información veraz de nada, comenzando por el Covid-19, que se propaga con velocidad: bloqueo endógeno. ¿Qué más tiene que pasar para que nos demos cuenta? Sí, Venezuela está bloqueada, pero de adentro hacia afuera, y de eso se trata el bloqueo endógeno. Desbloquear a nuestra patria es una necesidad existencial.

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