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El burocratismo universitario

Una de las premisas que más se ha discutido en los últimos tiempos a nivel profesional, es lo mal pagado que están los docentes universitarios en Venezuela. Para nadie es un secreto que el docente universitario ha visto menguar su salario y su calidad de vida. Un docente universitario, para serlo de manera integral y humana, necesita ser cosmopolita, tener acceso al mundo y a la información que se da en ese mundo. Más cercano a la figura de hombre planetario que describe Edgar Morin. Pero ese docente universitario, devaluado, sin capacidad operativa para actualizarse y crecer profesionalmente, ha sido creativo. En muchas páginas que demandan profesionales autónomos en áreas técnicas y especializadas, están estos profesionales de la docencia prestando su nombre y su compromiso laboral para obtener un extra que en el caso venezolano es exclusivamente para sobrevivir, porque no puede darse el lujo de usarlo para lo elemental que sería un par zapatos o una camisa.

Así está la crisis en el ámbito de la academia. Para completar algunas instituciones de educación superior se han dado a la tarea de aprobar, en sus Consejos Directivos, primas o bonos especiales por la ocupación de cargos de dirección y jefatura. Esta asignación es totalmente válida en una realidad económica en la cual la jauría del “hombre por el hombre” no existiera. Son montos calculados en razón de la inflación, introduciendo una variable nueva, en lo que al contexto universitario se refiere, en el diplomático y el ministerial existe desde hace buen tiempo, que es “los gastos por representación”. Estamos hablando de primas que triplican el salario de un docente con escalafón de titular, es decir, estamos ante un “extra” muy interesante en virtud de que apenas un 20% del salario devengado por un docente universitario cubre ese 100% del monto estándar de la canasta básica. Es decir, un docente universitario, honesto, fiel a sus principios de academia, pasa hambre literalmente.

¿Qué ha traído el uso del incentivo de los bonos de jefatura? Ha traído el mismo efecto que el aumento de aumento y reforma de la Unidad Tributaria para el cálculo de viáticos y gastos de representación, se ha popularizado la competencia. Y si esa competencia por obtener los favores de un bono especial fuera en el marco del rigor de la ley y de las competencias que la ley le otorga a los funcionarios para ser beneficiados por estos bonos, no habría mayor incidencia que la de una ejecución cotidiana de los procesos administrativos en el ámbito institucional; lo grave es cuando esas fronteras del respeto al perfil y a las competencias terminan por diluirse en un discurso ético que nunca se llega aplicar e irrumpe la soberbia, la prepotencia y el uso abusivo del poder para colocar las piezas de los nuevos jefes o subjefes de acuerdo al revanchismo y miseria que se desate y termine por influir en una realidad institucional determinada.

Anteriormente llegar a un cargo de jefatura en una Universidad implicaba años de servicio, experiencia, dominio de los procesos en la institución y sobre todo alto nivel de legitimidad ante la comunidad universitaria, la cual se gana con aptitudes y valores humanos, no con títulos o medallas. Pero esto se ha distorsionado, ocupando hoy día los escaños de representación personalidades seleccionadas por vínculos de amistad o compadrazgo con el máximo ostentador de la toma de decisiones y se suma el alto valor de la prima o bono de jefatura, que termina por colocar, por dar un ejemplo, a un Ingeniero Nuclear en una coordinar de jefatura de Educación Inicial. Así de simple, un rompimiento total, desgarrado del perfil y pertinencia de profesionales para ocupar funciones de dirección. Más grave aún es colocar a recién ingresados al mundo académico a dirigir los procesos de la academia, no es porque ellos no tengan la capacidad, quizás sí, al mundo académico se suele llegar con un margen relativo de experiencia profesional, pero queda muy mal visto ante la comunidad universitaria. Desluce, se le pierde respeto a la persona porque se le ve más interesado en bonificaciones y comportamientos complacientes con las autoridades y no comprometido con su vocación docente, con su valoración como investigador y extensionista. Se pierde más de lo que se gana, ahora si el interés es monetario, bueno la decisión es de libre albedrío y todos tenemos derecho a equivocarnos.

Esta situación que ha venido a desvirtuar, en el mundo académico, la figura de las jefaturas universitarias y ha traído consigo tres situaciones muy lamentables: 1.- La ocupación de los cargos las hacen docentes universitarios sin las habilidades y destrezas en el manejo del recurso humano profesional; 2.- Se genera una burocracia excesiva en todos los procedimientos para justificar la ocupación de cargos; y 3.- Se populariza la persecución de “brujas” y el manejo desmedido de la descalificación para desprestigiar a los que ocupan los cargos y poder propiciar cambios a corto plazo.

En un plano concreto, se da una situación de inestabilidad que repercute en el funcionamiento de los programas académicos en las universidades y se hace más grave cuando partiendo de habilidades y destrezas débiles para enfrentar procesos que ameritan liderazgo y conocimiento, termina por acumularse el trabajo y la capacidad de respuesta de estas instancias de administración y toma de decisión, produciendo retardo, malestar y en algunos momentos deserción de los estudiantes que al agotarse su paciencia, prefieren ir a otras instituciones que garanticen un manejo más expedito de la burocracia académica.

A todas estas, lo más apropiado para la institucionalidad universitaria es la eliminación de esas primas o bonos millonarios de jefatura. No se concibe que en tiempos tan crudos y duros para nuestro pueblo, una burocracia élite esté percibiendo lo que perfectamente pudieran ayudar a tres o cuatro familias. Es un ejemplo equivocado del papel de una sociedad en vías de un socialismo bolivariano; la democracia revolucionaria se caracteriza por el apego a las leyes y el respeto al ser humano. Todo cuanto vaya en contradicción con estos valores es contra-revolucionario.

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