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El chino del Lamborghini

Recientemente leía que un excéntrico multimillonario chino contrato varias personas para que destruyeran públicamente su lujoso Gallardo deportivo L14 con un valor de 1.6 millones de dólares, como forma de protesta, ya que el vehículo presentó una falla después de realizarle un servicio en un taller oficial de Lamborghini, protesta que realizó para provocar al pueblo y exigir al fabricante italiano que respete los derechos de los consumidores, enmarcado en el Día de los Derechos del Consumidor.

Evidentemente este personaje no tendrá problemas de dinero y puede hacer este tipos excentricidades, ¿ahora los consumidores particulares o ciudadanos de a pie podrán reaccionar de igual manera?, se imaginan ustedes la cantidad de personas destruyendo vehículos chinos porque no consiguen repuestos o porque tienen algún desperfecto mecánico y el concesionario no resuelve y no da ninguna respuesta. Realmente el consumidor particular se encuentra en minusvalía ante el empresario, a pesar de ser su cliente, es decir la razón de ser de la empresa, quienes compran sus productos y engordan sus cuentas bancarias, aunque en muchas oportunidades no se respete los derechos de los consumidores existen instancias y maneras civilizadas de protestar.

Es por ello que los ciudadanos en general debemos en cualquier circunstancia hacer valer nuestro derecho de consumidor, quizás no destruyendo aquellas cosas o productos que no funcionan o presenten alguna falla, como lo hizo el chino del Lamborghini, ya que en tal sentido no convertiríamos en anarquistas, adictos a la destrucción, al contrario tenemos que exigir, agotar las instancias y hacer valer las normas que emana el Estado destinada a la protección de los consumidores o usuarios de bienes y servicios.

Estos derechos que van desde el derecho a la información, a la educación, a elegir, a la seguridad y calidad, a no ser discriminados, a la compensación, y a la protección, derechos que persiguen defender al consumidor ante precios especulativos, mal servicio, mala calidad de los productos, garantía de repuestos, devolución de dinero, ofertas engañosas, discriminación por raza, sexo, condición económica o condición sexual, entre otras situaciones que se presentan cuando interactuamos diariamente como consumidores en el supermercado, librerías, concesionario de vehículos, líneas aéreas, talleres mecánicos, clínicas, servicios públicos, o comercio en general.

Son muchos los casos en los cuales nos sentimos impotentes cuando descaradamente se violan nuestros derechos de consumidor, gritamos y peleamos con los empleados, pero no realizamos una denuncia formal, ante el gerente de la tienda, dueños del negocio o director de la organización o ante los organismos competentes del Estado, de manera tal las faltas y violaciones de derechos al consumidor pasan desapercibida y seguirán ocurriendo hasta que no se genere un precedente que conlleve a tomar los correctivos y evitar vuelva a ocurrir.

Particularmente me he visto afectado por la irresponsabilidad de empresas, quienes con una visión miope del negocio, prestan un servicio pésimo, caracterizado por un personal desatento y altamente improvisado, sin capacidad de brindar respuesta ante las demandas que se les hacen, particularmente en algunas líneas aéreas, quienes son muy estrictas y exigen puntualidad al momento de abordar un avión, hasta cobran penalidad, cierran el vuelo y hasta pueden vender tu boleto, por llegar unos minutos tarde; pero al momento de presentárseles una demora a ellos, por razones técnicas o logísticas, ni si quieran tienen la delicadeza de brindarle disculpas a los pasajeros por las molestias causadas y muchos menos resarcir los daños ocasionados.

Seguramente a miles de personas habrán pasado por lo mismo, en empresas aéreas o de cualquier otra rama comercial, son casos que indignan y generan frustración, quedándose en muchas oportunidades solo con el lamento interno y el conformismo ¿qué se le va a hacer?, la calidad de servicio y el derecho al consumidor es responsabilidad de cada ciudadano, más que un deber del Estado velar por su cumplimiento y de los empresarios prestar un servicio de excelencia, en lo personal siempre trato de hacer valer mi derecho, no como el Chino que destruyó su Lamborghini, pero si como un cliente que está pagando por la prestación de un servicio de calidad.

@ AlfonsoZulia
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