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El cristal de la UNELLEZ: tiempo de ocuparnos no de preocuparnos

Dedico: Al Dr. Luis Rosales, referente de una joven generación creativa, invocadora y revolucionaria.

La Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ), fundada el 7 de octubre de 1975, ha venido siendo una Casa de Educación Superior que ha tenido varias etapas en la búsqueda de su identidad como Universidad. Si bien los atisbos políticos han estado siempre presentes, en todas las épocas de nuestra UNELLEZ, ha prevalecido el interés mayor por sostener una plantilla de talento humano donde resalten los méritos y la excelencia.

Ahora bien, la UNELLEZ de hoy requiere reimpulsar su caja de herramienta de valores, entendiendo que tanto la misión como la visión, necesitan un cambio de conducción y de principios. Los documentos oficiales expresan que su misión tiene como finalidad: “Es deber de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, buscar y aplicar el conocimiento avanzando en pro de la formación integral de hombres y mujeres, tomando en consideración sus intereses personales, los intereses de la comunidad local y regional y los intereses de la Nación, de una forma solidaria con la consolidación y equilibrio de los espacios del hombre con la naturaleza, a objeto de contribuir con el desarrollo y transformación de las realidades del país (Fuente: Resolución Nº 2004/057, Fecha 29-01-2004, Punto Nº70).

Esta misión, si bien fue creada por personas que manifestaron un sentimiento genuino hacia la Universidad, es una misión que ha quedado relegada a un pasado; desde el 2004 cuando se sancionó hasta hoy día, la UNELLEZ, ha cambiado su razón de ser como institución de educación universitaria. Es una institución donde hacen vida una cantidad importantes de nuevos profesionales que se han abierto hacia tres áreas novedosas de formación: las ciencias de la salud,  las ciencias básicas y aplicadas y la ampliación de las ciencias del agro y del mar, donde la medicina veterinaria ocupa un lugar novedoso.

Por esta razón, es necesario resignificar la misión de la UNELLEZ, hilvanándolas con principios ideológicos y de crecimiento de saberes. Una propuesta válida para internalizar la nueva razón de ser de la UNELLEZ, sería: “La Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, es una institución innovadora, con proyección regional, nacional e internacional, de referente para las ciencias humanas y aplicadas,  que mediante sus procesos inter y transdisciplinar integra las disciplinas de saberes a la resolución de problemas propios del contexto social, económico, político y cultural, articulando estrategias de progreso y desarrollo que contribuyan a la seguridad en salud, educación y consolidación de la producción alimentaria del país”.

La novedad es incluir el carácter “innovador” y el manejo “inter y transdisciplinar” de los saberes que nos haga como más competitivos como universidad en el ranking mundial (en el ranking mundial se encuentra en la posición 4.193 de más de once mil Casas de Estudios y en lo que respecta al ranking continental está de número de 380).

Una de los aspectos que se critican de la aún vigente misión de la UNELLEZ, es la frase: “…buscar y aplicar el conocimiento avanzando en pro de la formación integral de hombres y mujeres…”; no podemos anhelar las cosas, hay que crear mecanismos para materializarlas, por ello cambiar esta frase por “institución innovadora” implica presentar una cara de la educación universitaria más legítima en razón de las necesidades de las comunidades locales que necesitan de los saberes para articularlos al servicio de los hombres y mujeres, elevando su condición de vida significativamente.

En cuanto a la visión, el hasta dónde puede llegar a ser o alcanzar nuestra UNELLEZ, se tiene como visión vigente: “Lograr que la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, UNELLEZ, sea una institución de referencia nacional para el desarrollo sustentable, generadora de reflexiones y conocimientos avanzados que resulten útiles para la integración de la Nación, brindando oportunidades de estudio a las masas sin exclusión de ninguna índole y que contribuya a la consolidación intelectual y espiritual del Pueblo Soberano.”

Si bien, hace uso la visión de elementos del denominado paradigma de la sustentabilidad, no es menos cierto que la visión queda suspendida en una temporalidad que ya está en franca superación, lo sustentable está en el tapete pero hay nuevos elementos que influyen sobre esa sustentabilidad y que se hace necesario nombrar para darle a la redacción de esta visión a mediano y largo plazo de la Universidad, una mejor connotación en el desarrollo integral de los valores académicos que aspira la UNELLEZ impulsar en su imagen como “La Universidad que Siembra”.

Una resignificación de la visión sería: “Consolidar en el tiempo la potencia teórico-práctica de los saberes para proporcionar la fuerza científica y tecnológica renovada e innovada, adaptada al poder de los hombres y al estímulo intelectual para responder a los nuevos retos del Estado y la Sociedad, donde se priorice lo humano por encima de lo administrativo-financiero”.

Como nuevos elementos a considerar debe prevalecer la figura de potencia teórico-práctica, en relación a los saberes, que sirva de peldaño para darle solidez a la fuerza científica y tecnológica renovada e innovada, que es de donde surgirán las ideas creativas adaptadas al poder político de los hombres y al estímulo intelectual para responder a los nuevos retos del Estado y la Sociedad.

La UNELLEZ, pertenece a esa nueva camada de universidades del mundo occidental que se han enfocado a no estar al margen de la evolución del pensamiento científico y social;  desde esta perspectiva, tanto del funcionalismo como del humanismo, la universidad, en su estado óptimo, se debe caracterizar por su integridad erudita y por su compromiso social, mantiene su independencia sin mostrarse irresponsable ante los compromisos sociales e intentan mantener e instaurar cierta autonomía sin optar por la irrelevancia social.

De manera precisa, para poder alcanzar este terreno a mediano y corto plazo, la UNELLEZ, debe insistir en la importancia de la vida universitaria y de la organización de su propia estructura del conocimiento disciplinar, si no, su contribución al conjunto de la sociedad tendrá un valor muy poco duradero; es necesario ir trabajando en un  modelos interno de calidad y eficacia, modelo que poco se iban a necesitar, ya que se recurriría inevitablemente a la universidad para demostrar que utiliza los recursos de forma eficaz y responsable.

Se necesita, a todas estas, poner en práctica lo expresado por Zygmunt Bauman, en su libro “Sobre la educación en un mundo líquido” (Madrid, Paidós, 2013), la nueva generación de jóvenes, desde el 2008, enfrenta la crisis de la ignorancia, a la luz de las tinieblas de un saber científico que está siendo retenido por los grandes consorcios y países del mundo capitalista global; no se vislumbra con claridad la salida, salvo que los educandos, en la idea de que podrían superar a sus padres por muy lejos que éstos hubieran llegado, le den un vuelco a la realidad y enfrenten el mundo duro e inhóspito, con las herramientas de la creatividad y la innovación permanente.

En los últimos treinta años, expresa Bauman, se registra una expansión gigantesca de la educación superior, un imparable crecimiento en el número de estudiantes y profesores; el título universitario se ha convertido en una promesa de trabajo atractiva y duradera que enfrenta la crisis haciendo la promoción social de las necesidades que es menester que las Universidades respondan enseñando a “pescar” a la gente, a través de la educación.

En cuanto a las nuevas tecnologías, estas desempeñan un papel lleno de ambivalencia, donde los ordenadores, las tabletas o los teléfonos inteligentes se introducen en casa, en los fines de semana o en las minivacaciones. Informan y nos conectan con los amigos o los seres queridos pero a la vez impiden la separación de la oficina, del trabajo o del jefe; apenas queda excusa para no trabajar en sábado o domingo si hace falta completar un informe inacabado o el proyecto que debe entregarse el lunes, recalca Bauman.

La  “crisis de la educación” no es instrumental, afirma Bauman, se trata solamente de crear condiciones para preparar a la Universidad para el futuro, donde el desafío central reside en la esencia de la idea de educación, tal como estaba concebida a lo largo de la modernidad, como parte vital y activa de la naturaleza cambiante y sujeta a mutaciones imprevisibles; la sociedad actual descoloca los viejos principios del aprendizaje y se generan nuevos  principios que buscan adaptar los saberes a un mundo perdurable en el que la memoria sea un activo positivo.

A todas estas, Bauman hace referencia al “mundo líquido” caracterizado por su volatilidad, por el cambio instantáneo; es un mundo desregularizado e imprevisible los objetivos de la educación ortodoxa tienen un encaje lleno de dificultades. Los hábitos consagrados, las costumbres arraigadas, los marcos cognitivos sólidos o el elogio de valores estables, se convierten en impedimentos. El mercado del conocimiento ya no pide lealtad a largo plazo, vínculos duraderos o compromisos irrompibles; el mercado del conocimiento es abierto y desregulado donde puede suscitarse  cualquier cosa y el éxito puede ser una derivada que nada tenga que ver con el esfuerzo educativo y que quizá no vuelva a repetirse.

Estamos en la sociedad de la información, y a juicio de Bauman una sociedad del conocimiento la cual se presenta en forma de cascada de datos e informaciones que con demasiada frecuencia son fragmentarios e inconexos; la Universidad moderna no aboga por una “cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”, sino por una cultura del aprendizaje y acumulación.

Bauman ha definido este nuevo periplo de la educación universitaria, como el tránsito a la postmodernidad transdisciplinar; un tiempo en el que las personas han dejado de creer en las grandes promesas hechas por las modernas ideologías, y apañarse a vivir  la modernidad líquida, entendida ésta como una “sociedad de consumidores individualizada y sin regulaciones”; sociedad en la que no cabe caer en la desesperación. Se hace válida la frase: es tiempo de ocuparnos no de preocuparnos.

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