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El Desideràtum

Eduardo Soto Álvarez

Nunca había estado tan ensombrecida la imagen de nuestro país ante la comunidad internacional, ni tampoco nunca había sido tan tenebrosa su situación interna.

Según el FMI, en 2018 la expectativa de crecimiento económico para Venezuela es muy negativa y se sitúa en un -18 %; la hiperinflación rondará el 1.370.000 %, pero las previsiones para 2019 son peores y la estiman en 10.000.000 %, pues el régimen la causa y la empeora al financiar sus déficits emitiendo dinero inorgánico, lo que de paso hace añicos nuestro signo monetario.

Pero, a pesar que estos guarismos indican la magnitud de la tragedia, no reflejan en toda su crudeza la crisis humanitaria que vive nuestro pueblo, evidente para todos, menos para los chavistas que la niegan de manera sistemática.

La catastrófica situación generada por el régimen, parece no hacer mella en su accionar exterior que continúa signado por la evasión de culpas y la obstinación genocida para impedir la ayuda humanitaria que los organismos internacionales tienen preparada y a la espera de la luz verde de Caracas.

En política interna, el régimen pone cada vez más de manifiesto su verdadero talante despótico y delincuencial. La primigenia prédica chavista ha quedado totalmente desvirtuada, el país es un botín y las instituciones, otrora honra y prez de la patria, se han transmutado en cómplices y cancerberos de un régimen corrupto que la ha descoyuntado por los cuatro costados.

La situación venezolana es dantesca y del país no van quedando sino escombros, pero el régimen continúa haciendo caso omiso de las alarmas que se encienden por doquier. En tales circunstancias, luce aventurado, por decir lo menos, mantener semejante actitud.

Es obvio que ni el panorama ni la normativa internacional son lo mismo que hace medio siglo, ni tampoco nuestro país es una ínsula antillana. Hay necesidad de corregir un rumbo que nos ha colocado de peón en la pugna entre varias potencias, nos está destruyendo como país y desdibujando como pueblo.

El deseo de salir cuanto antes de esta pesadilla nos unifica y es sobre este común desiderátum que debemos concentrar todos nuestros esfuerzos. Ya habrá tiempo para ultimar detalles, pero ahora no podemos permitir que los árboles no nos dejen ver el bosque. No hay soluciones perfectas y Voltaire nos recuerda que lo mejor es enemigo de lo bueno.

Venezuela y la comunidad internacional se han estremecido por la criminal desaparición de uno de nuestros luchadores democráticos; ojalá que prevalezca la conciencia cívica que aún debe palpitar en la mayoría de los venezolanos (con mayor razón en los dirigentes de oposición), para que su sacrificio, al igual que el de tantos otros héroes anónimos, no haya sido en vano.

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