El día del Chacal
La trama de la novela, exquisitamente desarrollada por Frederick Forsyth, hacía suponer que estaba basada en un hecho de la vida real, ya que consideraba una situación perfectamente factible, y además los personajes sí eran reales. Charles de Gaulle, presidente francés, y el grupo terrorista OAS, son de la vida real.La novela se inicia con el relato del intento de homicidio del general de Gaulle, la captura del jefe de los terroristas del OAS y el fusilamiento de uno de los líderes de la organización. A partir de aquí, el escritor comienza a desarrollar la trama de ficción. Con la premisa dicha por el protagonista cuando hace acto de presencia en la novela, «nadie está a salvo de la bala de un asesino«, se va tejiendo la trama de la novela.
Luego del fracaso de este primer intento de asesinato, la OAS, acosada por la policía francesa, se refugia en el extranjero, y decide contratar a un asesino profesional que dice llamarse Chacal, para que mate al presidente, para de esta manera vengarse por la muerte de su líder y dar un golpe de efecto en favor de su causa. Tres eran los candidatos para contratar y finalmente un británico es el elegido. Durante toda la novela no se revela la identidad de este frío y despiadado asesino.
Chacal va esquivando el cerco que la policía francesa va ejerciendo sobre él. Sin embargo, será capaz de evitarlo hasta el momento de disparar contra de Gaulle. En forma imprevista, en el momento del disparo, el presidente galo se agacha para besar en ambas mejillas, al estilo francés, a un veterano de corta estatura al que ha condecorado y la bala asesina no alcanza su objetivo, lo que dará tiempo a los perseguidores de Chacal para descubrirlo y matarlo antes de que haga un segundo disparo.
Recientemente se registran fuertes rumores en relación con la contratación de la derecha internacional de un nuevo y más actualizado Chacal, quien tendría la misión de eliminar alguno de los mandatarios comunistas que gobiernan en tres países del continente y en una isla caribeña. El temor es tanto que la policía política de esos cuatro países, los jefes de los servicios de espionaje y contraespionaje no cesan de reunirse para analizar los rumores y ofrecer una mejor protección para sus líderes: se han blindado al mejor estilo de la rodante bestia americana los carros presidenciales, se han ampliado los anillos de seguridad de los presidentes, está prohibido el sobrevuelo de drones y se ha creado un espacio aéreo restringido.
Sin embargo, se rumora insistentemente que el sagaz magnicida ya está en la región, seleccionando su blanco, planeando lo inminente, y que ya recibió un generoso adelanto en dólares para gastos y camuflaje.
Esta vez el nuevo Chacal, tiene una clara ventaja: los mandatarios comunistas latinoamericanos – machotes, muy machos-, no besan ni se dejan besar; el General de Gaulle se salvó del magnicidio no por un pelo, sino por un beso; en esta ocasión parece que el asunto será diferente y es muy posible que el asesino a sueldo alcance el objetivo asignado por sus rabiosos contratantes.
