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El discurso de despedida de George Washington

George Washington (G.W.) fue comandante en jefe de los ejércitos americanos de la revolución que condujo a la independencia de los Estados Unidos de América; tambiénPresidente de la Asamblea Constituyente de 1787, y luego electocomo primer Presidente de la nación, cargo al cual fue reelegido en 1792.

G.W., era respetado y admirado por su pueblo, podría haber sido Presidente por tercera vez,pero renunció a tal posibilidad iniciando así la tradición de no hacerlo más que dos periodos seguidos. Al manifestar su renuncia,el 17 septiembre 1796, pronunció un célebre discurso que sería el último de su vida pública y que podríamos calificar de programático, lleno de consejos y principios, preceptos que han influido en la política e historia norteamericana de manera sorprendente hasta nuestros dias. Como hombre de principios, fue enfático en convocar a la moralidad y buena fe en los asuntos de la gran nación.

Para G.W., la unidad de gobierno constituyó un principio fundamental.Ya habían pasado por la experiencia de la Confederacióncuando hubieron de reunirse para “…hacer adecuada la Constitución federal a las exigencias de gobierno , y para la conservación de la unión”. La unidad la concibe como el medio de asegurar la felicidad colectiva y particular, la columna principal de la independencia, tranquilidad interior, paz exterior, seguridad, prosperidad y la libertad. No obstante, alerta que esas condiciones pueden ser atacadas por los enemigos para debilitar en los ciudadanos el convencimiento de esa verdad. Se debe velar, por tanto, con celoso afán por la conservación de la unión nacional de manera de generar indignación ante la primera insinuación de tentativa para separar cualquier parte del país o debilitar sus lazos de unidad, estos constituidos por la religión, los modos, costumbres y principios que son unos mismos por el hecho de haber peleado en la causa común de la independencia y la libertad, obra de esfuerzos, padecimientos y éxitos comunes. Cada parte tieneun interés particular en la unión, y la masa reunida de medios y esfuerzos-entonces- mayor fuerza, mayores recursos y mayor seguridad frente a los peligros exteriores.Concluye, “…debeís considerar vuestra unión como el sosten principal de vuestra  libertad, y el amor de ésta os debe hacer más preciada la conservación de aquélla…”. ¿Y como se lograría que esa unión fuera permanente y eficaz?, se pregunta. Pues mediante un gobierno parala totalidad que ninguna alianzaentre las partes podrásustituirlo, porque ellas -las alianzas- deben experimentar las infracciones e interrupciones habidas en todos los tiempos. La importancia de la unión -indica- se puso de manifiesto al haber mejorado el primer ensayo -se refiere a la confederación- con la adopción de una constitución de gobierno mejor calculada para la unión íntima y la eficaz administración de los intereses comunes.

Le asigna una importancia primordial a la Constitución.La base del sistema político es el derecho del pueblo para hacer o alterar sus constituciones de gobierno, cuya observancia debe ser sagradamente obligatoria hasta que se cambie por acto auténtico. Con tal premisa hace el llamado a desaprobar toda oposición irregular a la legítima autoridad, pero también a resistir a toda innovación de sus principios.Washington así se refiere a la conservación del gobierno y a la -entonces- feliz condición actual que debe ser duradera. Señalaque es importante desaprobar toda oposición como resistir a toda innovación de sus principios sin importar cuán especiosospuedan ser los pretextos. Advierte que los métodos de ataque pueden consistir en efectuar en la forma de la constitución alteraciones que afecten la energía del sistema, minando así lo que no puede derrocarse directamente. Aconseja que cuando se proponga alguna innovación deben recordar que el tiempo y la costumbre son tan necesarios para fijar el verdadero carácter de los gobiernos como del de las demás instituciones humanas; y que la experiencia es la más segura piedra de toque para probar la verdadera tendencia de la constitución de un país; que la facilidad de hacer cambios fiándose en el crédito de meras hipótesis y opiniones, expone a cambios perpetuos en razón de esa misma interminable variedad de hipótesis y opiniones. En un país tan dilatado como los Estados Unidos,advierte, la dirección eficaz de los intereses comunes exige que el gobierno tenga todo el rigor que sea compatible con la perfecta seguridad de la libertad; y la libertad hallará su guardián más seguro en un gobierno en que los poderes estén debidamente distribuidos y arreglados. Finaliza diciendo que “…el gobierno es apenas un nombre cuando es demasiado débil para resistir a las empresas de las facciones; para contener a cada miembro de la sociedad dentro de los confines que prescribe la ley y para conservarlos a todos en el goce pacífico de los derechos personales y de la propiedad”. En el país libre los encargados del gobierno deben tener la cautela de conservarse dentro de sus respectiva esferas constitucionales para que en su ejercicio eviten que un departamento usurpe a los del otro. El espíritu de la usurpación tiende a concentrar los poderes de todos en uno y por ende crear un verdadero despotismo.Si en opinión del pueblo existe en cualquiera viciosa la distribución de los poderes constitucionales debe corregirse por una enmienda en la forma constitucional. Pero que no haya alteración por usurpación, pues, aún cuando pudiera ser instrumento de bien, es el arma acostumbrada para destruir los gobiernos libres. Y siempre preponderá en el mal duradero que produce el precedente sobre cualquier beneficio parcial o transitorio que resulte de su empleo.

Su discurso fue principista y por eso la religión y la moral las estimacomo apoyo indispensable de todas las disposiciones y hábitos que conducen al bienestar político. Son principios que tanto el político como el devoto deben respetar y amarlos por la relación que guardan por la felicidad pública y particular. Enfatiza en la importancia de esos valores preguntándose por el destino de la seguridad de los bienes, la reputación la vida, si el sentido de la obligación religiosa se separara de los juramentos que en los tribunales de justicia son los instrumentos de investigación. Recomienda ser cautelosos cuando se sostiene la suposición que la moralidad puede sostenerse sin la religión. Por mucho que sea el influjo de una educación refinada, la razón y la experiencia nos prohíben esperar que la moralidad nacional pueda existir con exclusión de los principios religiosos.

En su visión de las relaciones de su país con las naciones, la buena fe y la justicia deben ser observadas en los tratos con todas las naciones, cultivando a la vez la paz y la armonia,porque la religión y la moralidad mandan tal conducta. Pero a la vez se pregunta ¿y no será posible que lo ordene igualmente la buena política?  De inmediato se responde: “será digno de una nación libre, ilustrada y que no está muy distante de ser grande,dar al género humano el ejemplo magnánimo de un pueblo siempre guiado por la justicia y benevolencia”. ¿Cómo se llevará acabo tal plan?G.W. lo expresa afirmando que es esencial abstenerse de la antipatía permanente, inveterada contra unas naciones en particular y de las adhesiones apasionadasa otras y cultivar en lugar de ello los sentimientos amistosos paracon todas. La nación que se entrega al odio o a la predilección habitual de otra, lo advierte, en cierta medida es una esclava, de su animosidad o de su afecto, y bastará una cosa u otra para desviarla de su obligación y de su propio interés. La antipatía entre una nación y otra la dispone con mayor facilidad a insultar y agraviar… Una vinculación apasionada de una nación a otra produce una variedad de males. El afecto a la nación favorita predispone a la ilusión de un interés común imaginario donde verdaderamente no existe ningún interés común real; infunde en la una las enemistades de la otra, la lleva arteramente a participar en las querellas y guerras de la segunda sin motivo ni justificación. Conduce también hacer concesiones a la nación favorita de privilegios que se niegan a otras, lo cual es capaz de tener el doble efecto de perjudicar a la nación que hace las concesiones pues se desprende innecesariamente de lo que habria debido haber conservado, excitando celos, mala voluntad y la disposición a tomar represalias en las naciones a las que se rehúsan iguales privilegios. Contra las artes insidiosas de la influencia extraña debe estar constantemente alerta el celo del pueblo libre, porque la historia y la experiencia demuestran que la influencia extraña es enemigo funesto del gobierno republicano. Pero aclara que paraque el celo sea útil debe ser imparcial a riesgo de que se convierta en instrumento de la influencia misma que ha de evitarse. El afecto excesivo a una nación, y la aversión excesiva a otra, no dejan ver el peligro sino por un lado a los que asi sienten, y sirven de capa, y aún de ayuda, a las artes e influencia del otro lado.Y Ya de antemano llama la atención sobre sus efectos: “Los verdaderos patriotas que se resisten a la intriga de la nación favorita se exponen a hacerse sus sospechosos y odiosos, mientras los instrumentos de ésta usurpan el aplauso y la confianza del pueblo cuando entregan sus intereses”. 

En cuanto a las relaciones comerciales con las naciones extranjeras, la regla de conducta  debe consistir en tener con ellas la menor vinculación política posible, siempre cumpliendo en buena fe los tratos que estuvieren en curso.Como ejempo práctico se refiere a Europa cuyosintereses primarios no guardan relación con los Estados Unidos, o si lo tienen es  remoto, preguntándose ¿porqué se ha de enredar la paz y prosperidad en las redes de la ambición, la rivalidad o el capricho europeos, entreverando nuestros destinos con los de cualquier parte de Europa? Entonces afirma que La verdadera política de los Estados Unidos es de apartarse de alianzas permanentes con cualquier parte del mundo extranjero en lo que respecta al momento actual, dejando a salvo el cumplimiento de los compromisos existentes sin extenderlos. Para Washington la rectitud es la mejor política aplicable a los negocios públicos y a los privados.

En cuanto a la capacidad defensiva de la nueva nación, manifiesta la importancia del mantenimiento de una capacidad defensiva respetable y en confiar con seguridad en alianzas temporales en caso de urgencia extraordinaria.

   Es un principio declarado mantener relaciones comerciales con todas las naciones. Y así la política, la humanidad y el interés, aconsejan la armonia y el intercambio liberal con todas. Ello conlleva que la política mercantil debe estar apoyada en la igualdad y la imparcialidad, sin buscar ni conceder favores exclusivos o preferencias, consultando el orden natural de las cosas, difundiendo y diversificando por medios pacificos las corrientes del comercio; el establecimiento de reglas convencionales de intercambio, las mejores, pero temporales y susceptibles de abandonarse o variarse como lo exijan las circunstancias, señalando lo insensato que una naciónespere de otra favores desinteresados, porque los que acepte por ese concepto deberá pagarlo con una parte de su independencia; y que al aceptarlos se pone en situación de corresponder con iguales favores, y exponerse a que se le trate de ingrata por no darlos. No hay mayor error que esperar o contar con favores verdaderos de nación a nación, afirma.

   En opinión de los historiadores Samuel Eliot Morison, Henry Steele Commager y William E. Leuchtenburg, en su obra conjunta Breve Historia de los Estados Unidos, las dos administraciones de Washington se caracterizaron por la organización de un gobierno, la fijación del crédito nacional, un sabio fomento del comercio marítimo, la recuperación del territorio retenido por otras potencias durante la confederación, el aplastamiento de rebeldes rojos y blancos, y el establecimiento de una política territorial que fijó al ritmo de la sociedad norteamericana y la conservación de la paz.

Como observamos el discurso de Washington esta lleno de frases y sentencias que han trascendido en el tiempo. Al mismo contribuyó en su redacción el también padre fundador Alexander Hamilton, sirviendoluego como documento de la campaña federalista y aportando a ésta un importante papel. Los federalistas escogieron como su candidato al vicepresidente John Adams, mientras que el partido republicano a Tomás Jefferson. Ganó el primero con 71 votos contra los 68 de Jefferson, quien así,conforme a las normas de la época, resultaría designado como vicepresidente.

   Con seguridad debemos buscar en los principios afirmados por Washington en su discurso,  y posterior observancia de los mismos por quienes en siglos posteriores le sucedieron, gran parte de la grandeza que Los Estados Unidos de América hoy exhiben. Y su continuado apego a la causa de la democracia y a la de la libertad son causa eficiente de la felicidad y seguridad que en el desarrollo de su historia han disfrutado los Estados Unidos de América.

Fue necesaria -asi lo indican los historiadores señalados, una generación para que fueran apreciados los servicios de Washington en tiempos de paz, pero al pasar su personalidad al dominio de la leyenda lo hizo vestida en uniforme militar.

Fuentes consultadas: Documentos basicos de la historia de los Estados Unidos de America, compilados por Henry Stteele Commager; Breve Historia de los Estados Unidos de América, citada en el texto.

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