El empedrado de la UE
Eduardo Soto
Nunca en nuestra historia, el accionar de un régimen había concitado tanto la atención de la comunidad internacional, la cual trata de encontrar soluciones a la crisis venezolana, pero algunos pretenden hacerlo desde una perspectiva estática de la normativa internacional y como si la dirigencia chavista fuese respetuosa de las leyes, de los compromisos y de la ética.
La actuación de la Unión Europea pareciera tener poco asidero en la realidad, sus posiciones están lastradas por el mínimo común denominador de sus miembros y pretende enfocar la problemática venezolana, a través de un prisma teorizante y obsoleto.
Innovar no le resulta fácil, tiene que recurrir a precedentes, su acción conjunta carece de la necesaria flexibilidad para adaptarse a la dinámica de una crisis y está en constante riesgo de que la desborden los acontecimientos, pues son engorrosos sus procedimientos para tomar decisiones.
Pero, de todas maneras, la UE es impulsada a la acción, pues no le conviene permanecer impasible ante una nueva edición de la Doctrina Monroe, ni quedarse atrás en su objetivo de afianzarse como polo de poder mundial.
Sería útil para todos que la UE apoyara el cese de la usurpación, que no alimentara expectativas de mediación, a la postre nugatorias pues carece de la necesaria agilidad diplomática, ni contribuyera a dispersar esfuerzos que, en definitiva, van arrimando agua al molino chavista y dificultan el objetivo democrático que también anima su preocupación.
La verdad es que las buenas intenciones de la Unión Europea, tropiezan con sus propias posibilidades reales de acción y aunque siempre son de agradecer, todos sabemos que está empedrado el camino del infierno.
