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El Encuentro Ecuménico Roma-Moscú

Después de 1000 años de separación, el 12 de Febrero en Cuba se dio finalmente el encuentro religioso fraternal entre Su Santidad el Papa Francisco y Su Beatitud el Patriarca Cirilo. Es cierto que ya hace muchas décadas el Vaticano venía estableciendo un diálogo fructífero con otros Patriarcas del Santo Sínodo de diversas Iglesias Ortodoxas, hecho que se profundizo a raíz de la apertura dada por el Papa Juan Pablo II con la Carta Apostólica «Orientale Lumen» (Luz de Oriente) con la que se dieron pasos significativos para unir a través de la oración y de una visión común a las Iglesias autocefalas ortodoxas y la Iglesia Unificada en torno al Obispo de Roma, importantes acciones y documentos de unión cristiana. Uno de ellos fue la Cumbre convocada por el Papa Francisco en Roma con los máximos representantes de las religiones judía y musulmana, en la que prácticamente fueron co-anfitriones el Papa Francisco y el Patriarca de Constantinopla.

Quedaba pendiente todavía lograr el acuerdo con el Patriarcado Ruso que representa la mayor comunidad ortodoxa del mundo y que resentía uno de los escollos que la diplomacia cristiana ha venido enfrentando durante siglos, a saber la fidelidad de la Iglesia uniata, cuyos efectos especialmente en Ucrania, generaron diferencias profundas.

Esas diferencias fueron analizada a la luz de otro reto dramático, que es el de unir esfuerzos ante el acoso que viven los cristianos en el Medio Oriente, que produjo una imperiosa urgencia para que ambos Pontífices marcaran sus coincidencias al rechazar el conflicto en el Medio Oriente, la defensa de la familia, la unión de la unificación Europea, y en general una vision compartida en torno a los grandes conflictos actuales, colocando el acento en el restablecimiento de la unidad cristiana, ya que ambos líderes religiosos «se encuentran como hermanos en la fe cristiana».

El hecho de que la histórica cita se realizara en la región latinoamericana aprovechando la visita del Patriarca Cirilo a Cuba, y en la ruta a México del Papa Francisco, muestra un acento latinoamericano al haberse escogido al Nuevo Mundo como sede, lo que no es una casualidad sino una causalidad cuyo beneficiado es Raúl Castro que se convirtió en observador privilegiado al acoger en su territorio el Encuentro. En cualquier caso, con este gigantesco paso ecuménico, se construye una nueva etapa en y del cristianismo a través de un mensaje espiritual que vence las fronteras espirituales y marca una nueva esperanza.

@milosalcalay
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