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¡El gobierno militar!

No es capricho nuestra insistencia en tratar el tema militar, que desafortunadamente en Venezuela se ha convertido en comidilla, a pesar la antimilitaridad constitucional surgida del deseo del teniente coronel Chávez, que en mala hora fue votado en 1988 como presidente de la república. Pero por desgracia nacional, tanto intelectuales como pancistas civiles y militares transformaron su mandato en un gobierno militarista, que a la larga, y luz de hoy, generó el mayor desastre de la historia nacional.

Desde entonces, todo es pesadumbre y malestar. Las mafias cambiaron su disfraz por uniforme, creando figuras bélicas y belicistas, que en lugar de ayudar a la concordia y a la paz pública, transformaron al ente encargado de la defensa nacional en el mayor pivote político del régimen auto nominado “revolucionario” y “socialista del siglo XXI”. Pero para mayor desgracia, se estableció como norma el cívico-militar, que más que coyuntura, creo la debacle de la unidad nacional, trasformando al sector militar en el mayor enemigo del pueblo, donde muchos se han convencido de que la lucha por recuperar la democracia y volver a la constitucionalidad pasa por una acción de fuerza militar, que saque al régimen usurpador, que obviamente, no es régimen militar sino militarista, avalado y apoyado por el general Vladimir Padrino López, quien se convirtió en el mandante de la FAN y líder inmisericorde del rancio chavismo que destruyó todo lo logrado después del 23 de enero de 1958.

El título de este artículo es a propósito, atendiendo al mismo introito que hicimos sobre el gobierno militarista, que no militar. Y decimos a propósito, por cuanto la figura del gobierno militar se da al que instituye una fuerza militar cuando se apodera de un territorio mediante la fuerza, que obviamente no le es permisible de manera pacífica, sino que mediante una operación de esta naturaleza se apropia de un territorio e instaura un gobierno provisional hasta que se reinstituya la normalidad civilista. Este gobierno militar comienza con el comando de la fuerza invasora, que luego de la pacificación, es nuevamente delegado a la autoridad local, siempre con el tutelaje del invasor y la reorganización del sistema de administración pública. Vale decir, la restauración del sistema político conveniente, distinto al que originó la intervención.

Una cosa debe quedar clara, nunca podrá instituirse un gobierno militar permanente, por cuanto éste siempre será provisional, manejado en teoría por el llamado “asuntos civiles”, que conforma una de las funciones de un estado mayor excepcional, donde el gobierno sea también provisional, en la búsqueda de la institucionalidad perdida y que dio origen a la intervención.

Es triste, que durante estos largos años del chavismo, se haya constituido una Fuerza Armada desligada de la doctrina hemisférica y con formación militarista contraria a la formación que iniciamos desde 1958. Además, el error cometido por muchos militares que creyeron errada la doctrina OTAN y se atrevieron a hacer cambios radicales en programas y materias, tratando de acercarse al castrismo, que es el fundamento del desastre nuestro.

Pero lo ocurrido no es casualidad; para las décadas 70´ y 80´ pasadas apareció el fenómeno de la antipolítica, y se hablaba de la «militarización» de las sociedades latinoamericanas con intentos realizados para insertar a las fuerzas armadas en un sistema democrático que no produjeron los resultados deseados; uno de sus causas fue separar el mando militar del poder civil y la creación de los estamentos civil y militar con orientaciones diferenciadas, lo que condujo a creer que lo militar no debía ser civilista y que los militares no debían participara en la política, confundiendo el civismo con la partidización de los militares, que condujo a la formalización de los artículo 328 y 330 de la Constitución, desgraciadamente mal interpretada por los mandos militares y avalada por el Tribunal Supremo de Justicia, lo que nos condujo a este gobierno atroz que apuntala el general Padrino como ministro de la defensa y pilastra del régimen de gobierno usurpador.

@Enriqueprietos

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