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El golpe de Evo, víctima o victimario de su pueblo

Después de 13 años, en el poder, la dupla Evo Morales y Álvaro García presentaron su renuncia, acto seguido por todas los representantes oficialistas con cargos públicos de ministros y parlamentarios, esto en medio de una profunda crisis política y social desatada por denuncias de fraude en las elecciones del 20 de octubre.  

Evo Morales, un profesional de la victimización a la que recurrió como recurso en muchas ocasiones tanto para asuntos internos y como externos, denunció ser víctima de un «golpe cívico, político y policial», responsabilizando a los dirigentes opositores Carlos Mesa y Luis Camacho, a los que acusó de ser los artífices de gestar el «golpe de Estado».  ¿Es esto efectivo? y ¿Qué rol jugaron las FFAA y Policiales?

Lo primero es dejar claro que más allá de los logros sociales de su gobierno, que no se pueden negar. Evo Morales, desde que asumió el poder, el año 2006, se fue transformando en un gobernante autoritarito, déspota, ególatra y con una forma de vida que dista mucho de la imagen de indígena humilde que buscaba proyectar internacionalmente, incluso a nivel de aspirar a ser nominado al Premio Nobel de la Paz.

Evo Morales se fue deslegitimando progresiva, el punto de inflexión será el desconocimiento del plebiscito del 21 de Febrero 2016 que le impedía presentarse a la elección presidencial y que burló para presentarse a un cuarto periodo y prolongar su mandato hasta el 2025. No contentó con eso, se quiso burlar de las reglas democráticas  en las pasadas elecciones y que fueron la principal razón de su caída. El informe de la OEA, fue contundente al determinar que era estadísticamente improbable que Morales hubiese ganado por el margen de 10% que necesitaba para evitar una segunda ronda electoral. La OEA asegura también que encontró actas físicas con alteraciones y firmas falsificadas, denunciando que en muchos casos no se respetó la cadena de custodia de las actas y que hubo manipulación de datos, tal como, había acusado la oposición liderada por el ex presidente Carlos Mesa, quien “sostuvo que de realizarse nuevas elecciones Evo Morales no debería presentarse”. 

Tras tres semanas de huelgas y paros,  que polarizando al país entre partidarios y detractores, se pasó de pedir nuevas elecciones a exigir la renuncia presidencial Es así como personeros políticos, académicos, magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, del Tribunal Constitucional, del Consejo de Defensa de la Democracia e incluso ex-aliados, como la Confederación Obrera Bolivia, aconsejaron a Evo dar un paso al costado.  Hasta que, el general Williams Kaliman, en nombre del alto mando de las Fuerzas Armadas bolivianas, puso una lápida a los intentos de Morales de perpetuarse en el poder. Además,  se habrían negado de hacer uso de la fuerza y reprimir a la población civil.  Sentimiento compartido por las fuerzas policiales, quienes primero desde Cochabamba y luego en toda la nación se amotinaron contra el gobierno, claramente ilegitimo.   

Sin el apoyo de las FFAA y policiales, Evo Morales quedo muy debilitado y opto una “salida maquiavélica”,  renunciar y así, quebrar el orden de sucesión presidencial, acusando un golpe de estado para tapar su fraude electoral, dejando un país acéfalo y en la mayor incertidumbre.  

Doctor en Estudios Americanos. Profesor Universidad de Concepción

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