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¡El honor es su divisa!

Como hombre de guerra y de batalla, en un salto a la política, solo nos queda alertar a los decisores conscientes del Estado, de las turbulencias asesinas que pululan entre brisa suave y tormentas, que al final, siempre terminan en la calma y en la paz, dejando una estela fugaz pero embravecida; que al final, como nueva ola morirá en la playa con los despojos de las barcas sucumbidas. Así vemos a nuestra querida Guardia Nacional, que tuvo la mayor desventura en esta turbia “revolución” de pacotilla, que la volvió rastrera y desventurada, bajo la dirección de asquerosos personajes, detentores de los mandos y dirección del “gobierno revolucionario”. Todos, enceguecidos por la venganza contra sus frustradores, quienes conociendo y habiendo descubierto la incapacidad de los que se dieron en llamar “bolivarianos”, perdieron a más de la vergüenza, la honradez y la humildad, virtudes que solo adornan a los héroes. Obvio, que en esta desventura fueron culpables gran cantidad de guardias nacionales, que armonizaron al malandraje que comandó a muchos imberbes hambrientos de vítores para su gloria, equivocados sin saberlo la mayoría, pero cortejados por una sarta de salteadores que vieron una oportunidad nunca pensada, creyendo que estarían arropados por la impunidad.

Sin que nos quede nada por dentro, sentimos dolor y pena por lo ocurrido a nuestra querida Institución, que en mala hora se vio al asecho de la manada chavista, ilusos y aprovechadores portentosos, que vieron la oportunidad para hacer relucir su brillo informe y opaco, relajado por el difunto majadero, que si algún mérito tuvo, fue el de la opacidad de ideas, que quiso construir destruyendo, con un lenguaje imposible de conjugar: “exprópiese”, “destrúyase”, “elimínese”, “cámbiese”, “refórmese”. Hasta el superlativo: ¡patria, socialismo o muerte!, con el que selló su flamante odisea: ¡Los que quieran patria vengan conmigo! Al final nadie lo acompaño porque solo le quedó la muerte.

Después del desastre, lo primero que tenemos que hacer es recoger las ruinas y tratar de recuperar lo que queda de valor. Sobre todo, lo apreciable que ha estado unido al ideal del pasado y que acumuló mérito para hacerse sentir y perdurar, como lo es la Guardia Nacional. Ninguna culpa tiene una institución de su mala conducción por lastras incapaces. Así hay que verlo para recuperarla y volverla a su nivel eficiente de servicio. Su divisa sigue siendo el honor, que no puede ser manchada por sus integrantes, mucho menos por estigmas que surgen de mentes lerdas incapaces de entender la misión institucional.

A pesar de su corta existencia, la Guardia Nacional de Venezuela se ubicó en la cúspide de las instituciones del país. Fue creciendo y desarrollándose bajo el calor de su misión, que fue amoldándose con el tiempo; y sin que hubiera estado en el ideario de sus creadores, se constituyó en el tercer eslabón latinoamericano que dio fuerza a la moderna teoría de las fuerzas armadas del mundo. Sufrió este desdén anti patria, pero como en otros tiempos, volveremos a verla resurgir como el ave fénix, dejando de lado a los hombres de su maldad, y reconquistando su nombre, su orgullo y su divisa, ya que como institución necesaria para el Estado, siempre perdurará con él. El fin para el cual fue creada, hoy está más vigente que nunca y todos tenemos el deber de ayudarla a renacer. ¡La Guardia no es del pueblo, es para la protección del pueblo!

@Enriqueprietos

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