El informe de Bachelet ante la OEA y la ONU
Isaías A. Márquez
El informe de Bachelet, muy coherente, preciso y sin sesgo, redactado ética y t’ecnicamente, sobre la base de una muestra representativa entre 500-600 casos de personas, puesto que a la ACNUDH no le es posible entrevistarse con álienes y/o zombis, sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela, dicho informe ha incomodado, sobremanera, tanto a Maduro como a Cabello, debido a su mención sobre las graves vulneraciones de los mismos, donde acusa al régimen de reducir, incluso, el espacio democrático e incumplir su obligación de garantizar la comida y atención médica, y recomienda medidas muy concretas a fin de revertir tal situación “de inmediato”; tal y como era lo pertinente, se sometió a debate ante la Comisión Permanente de la OEA, además de recibir denuncias de representantes de asociaciones civiles sobre el mismo tema, por lo que la OEA propuso investigar las violaciones “graves y sistemáticas” de derechos humanos, como resultado, entre otros, del documento que presentaron unas ocho naciones, donde se expresó una condena firme a los abusos que se atribuyen a Nicolás Maduro, el cual incluye torturas, detenciones ilegales, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas.
No obstante, la cancillería pretende aducir, infundadamente, que “Venezuela es un país agredido y asediado por los bloqueos ilegales del Gobierno de EEUU y sus aliados”, como si tal situación, cierta o no, le otorga el derecho de gobernar autocráticamente, cuando los países de la región afectados por sus dislates, le han manifestado los desajustes que ha ocasionado su crisis humanitaria a causa de las migraciones venezolanas en búsqueda de sobrevivencia vecina, procurando atenderles con toda diligencia, en virtud de los nexos histórico-culturales.
Por la violación flagrante de los derechos humanos, comprobada in situ, se pidió el acceso y/o ingreso de la CIDH a Venezuela. Y, colmadamente, MERCOSUR reconoce y apoya el informe ONU sobre el país ya que todos los testimonios son ineludibles.
Lamentable que el oficialismo se resista a tal objetividad y se refugie en una condición de víctima como si llevase las de ganar ante una situación de primera plana en todos los diarios más importantes del mundo, sin excepción.