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El metal de la paciencia del pueblo estalla inadvertidamente

La “revolución”, para ocultar su gran fracaso y mantenerse en el poder político, recurre a su incisiva demagogia (retórica y propaganda). Pues, con propósitos bien calculados, apela a los prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del pueblo. Por eso, genera mensajes directos y otros subliminales, cargados de odio y de falsas acusaciones contra el pueblo opositor. Ciertamente, esta usada, vieja y maltrecha artimaña indica que a Nicolás Maduro ya se le acabó el discurso. Ahora, por enésima vez, acusa a sus oponentes de ser los causantes de la actual crisis político-económica. Pero aquí todo mundo sabe, por qué la “revolución” fracasa. La gente, sintió y siente en carne propia, que la “revolución” expropia, despilfarra y se corrompe. ¿Quién no conoce que los gobiernos insustanciales atribuyen a otros la autoría de sus carencias, equivocaciones y delitos para evadir responsabilidades?

Nicolás Maduro dice: «Vengo dispuesto a radicalizar la revolución contra todos los que la sabotean desde lo económico». Craso error, si no detiene la metástasis delincuencial y de corrupción que invade a su propio gobierno. Maduro se autodestruye políticamente y no está viendo hacia dónde está el verdadero problema. Sin advertirlo, está diciendo que no tiene respuestas para resolver la crisis. De sus belfos mefistofélicos y maquiavélicos solo chorrea desacierto, labia y hostilidad. Su “evaluación” no recoge a las auténticas causas de su estropeada administración ni da en el verdadero blanco. Esto es grave, gravísimo. La corrupción “revolucionaria” se come el futuro de los venezolanos. Vulnera la ética y destroza los valores enseñados por los Padres de la Patria. Mientras las virtudes del progreso económico son vulneradas porque la “revolución” ataca a los Sectores Productivos, desde el alto gobierno, algunos funcionarios y dirigentes de partidos que apoyan al proceso, un grupito de oficiales de la FANB y personas que nada tienen que ver con la “revolución” ni con el pueblo opositor, además de robar, corrompen o usan el terror para callar a funcionarios honrados, a oficiales probos de la FANB, a dirigentes políticos, sindicalistas y a periodistas honestos. Lo peor, la vox pópuli, dice que en competencia con los más altos contrabandistas, hay funcionarios del alto gobierno revolucionario, que en connivencia con esta minoría de oficiales de alto rango de las FANB, faltan a su misiva. ¿Lo amenazante? Es que cada día se hacen más temibles, peligrosos e ilícitamente multimillonarios. Igualmente, una caterva de funcionarios gubernamentales corruptos, en activa intimidación contra sus compañeros y colegas honrados, niegan divisas a los verdaderos generadores de la riqueza del país, y sin más, las otorgan a testaferros, encubridores y delincuencia organizada. ¿Cuál es su propósito? Que nadie les impida delinquir.

Por eso usan políticas que destrozan el desarrollo de las actividades económicas y de transformación de los recursos naturales propios del Sector Primario (agricultura, minería, ganadería, etc.). Quien viva en lugares donde operen los sectores Primario y Secundario (actividad artesanal e industrial manufacturera), podrá verificar, lo que es esta tragedia. El gobierno tiene al borde del colapso a las Industrias Básicas (siderúrgicas, petroquímicas, eléctricas y de aluminio). ¿Su objetivo?, crear la necesidad de importar para lograr la “mordida” a través de fraudulentas y acordadas licitaciones de contratos e importación de productos con sobreprecio. Aquí cabe hacerse otras preguntas: ¿por qué Maduro silencia a la corrupción de funcionarios y ex funcionarios que, según las informaciones, han blanqueado más de 350 mil millones de dólares depositados en instituciones bancarias de otros países? ¿Acaso estas operaciones con recursos de procedencia ilícita o legitimaciones de capitales no es responsabilidad del gobierno?

Lo paradójico e irrisorio de esta “revolución”, es que hace crecer a la economía de otras naciones y arruina a la producción nacional. ¿Lo preocupante?, que el gobierno está atacando con saña desmedida a empresarios, industriales y comerciantes que producen a la más auténtica riqueza del país; pero combate, de manera timorata, a la corrupción y al contrabando de extracción. Entonces ¿Quiénes son   los responsables de la crisis actual?   Lo reiteramos, ¿la “revolución” no expropió a empresas, fábricas y fincas productivas que ahora son expresión de su más rotundo fracaso? Por otro lado, el Sector Terciario venezolano, no ofrece servicios con eficiencia y eficacia. Actualmente, Educación, Sanidad, Función Pública, Administración Pública, Electricidad, Turismo, Transporte y Comunicación, entre otros servicios expresan la más escandalosa inoperancia y caída. Al pueblo le llegan con escasez repuestos para el transporte, los productos para la industria y los propios de la agricultura. El colmo, el comercio sufre la peor de todas las crisis, expresadas en desabastecimiento, inflación e ilegales y desmedidos ataques contra sus propiedades.   El sector terciario se tornó precario, atrasado e insuficiente. Lo destrozó la actual e impúdica casta gobernante y por eso la “revolución” pretende silenciar, bajo amenaza de cárcel, a quienes se atrevan a denunciar a su desastre gubernamental. Es decir, el gobierno en su locura tropical, le hace al país la “guerra económica” más criminal de todos los tiempos.

El pueblo necesita que le devuelvan la institucionalidad. Sí. El gobierno “revolucionario”, debería abrir investigación firme y exhaustiva a quienes hayan cometido dolo contra la cosa pública. Pero eso sí, sin aplicar justicia selectiva, sin anular el debido proceso ni caer en la impunidad. El pueblo chavista, el pueblo de la oposición y el pueblo de terceras opciones, saben que la culpa cae sobre quienes están gobernando. Muchos se preguntan, ¿dónde están los dirigentes oficialistas, los funcionarios honrados y oficiales de la FANBV honestos? La gente cree, que estos, son mayoría y están prestos a responder al llamado de las buenas costumbres. Porque el gobierno no dice la verdad ni entrega cuentas formales, serias y creíbles.

Si a la realidad de Nicolás Maduro, la comparamos y parafraseamos con la que presenta Nicolás Maquiavelo (1469-1527) en su obra El Príncipe (1513), encontramos que, nuestro príncipe sucesor (Nicolás Maduro) “juega con candela” si evade responsabilidades y culpa de la crisis política a la oposición. Universalmente, el pueblo mide entre el príncipe antecesor y el presente. Si el príncipe sucesor no supera a su antecesor (Hugo Chávez), el pueblo empieza a odiarlo. Y él, como gobernante sucesor, comienza a temer. En consecuencia, Maduro resultó peor que su antecesor, incrementó la corrupción y profundizó la crisis. Una frase de Tancredi, personaje de la novela El gatopardo, del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, pareciera hacerse vigente en esta “revolución”: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Pero, Nicolás Maduro parece ignorar, que el metal de la paciencia del pueblo estalla inadvertidamente.

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