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El principio del fin

El régimen entró en agonía, vivimos sus horas finales… se resiste, patalea, hace daño a su alrededor, piensa que puede prolongarla… esperando una recuperación milagrosa. Solo que la agonía además de ser la última etapa de la vida, es también la primera fase de la muerte.

Estaba enfermo de poder, de soberbia, de cinismo, de riqueza fácil. Compuesto por gente improvisada sin formación intelectual sólida, lo que probablemente explica por qué oscilaran hacia el bajo mundo del crimen.

De mano de las Farcs, surgieron las mafias traficantes de droga; del control de divisas los militares, funcionarios y enchufados que se enriquecieron lavando dólares, con el contrabando y controlando el monopolio de las importaciones. Destacamos los que expoliaron PDVSA, los que de manos del Banco Central hicieron fortuna, comprometiendo nuestro futuro, a cambio de cash para mantener contento al tirano.

Trabajando en las sombras, el terrorismo encontró terreno fértil para desarrollar sus mecanismos financieros, que le permitieran contornear los bloqueos internacionales. Entre todos secuestraron al pueblo venezolano, sacrificándonos por sus oscuros intereses.

El régimen ignoró síntomas, pronósticos, solicitudes, quejas, protestas y lo que le advertía la Historia. Su irresponsabilidad lo llevó a prescindir de todo viso democrático, terminó irrespetando los derechos de los ciudadanos, porque su solo norte eran las ordenes de los Castro y el enriquecimiento personal.

El socialismo bolivariano agoniza porque fue herido de muerte. Ese pueblo que engañó, mutiló, persiguió y asesinó, supo valerosamente enfrentarlo y lo condujo a lo que estaba escrito. Su fin puede durar más o menos, puede tomar apariencia de triunfo, de imposiciones o más bien de espejismos… pero desengáñese compadre, es un estado irreversible.

Hoy se evidencia el disfuncionamiento dentro del Estado, yace en una cama moribundo. Los que estaban disfrazados de funcionarios, hoy son percibidos como los que son ¡forajidos! Militares, policías y colectivos son la misma cosa, la institucionalidad no existe más, el mundo entero desconoce sus pretensiones de eternizarse y lo declaran dictadura.

Entraron en discordancia con las naciones democráticas y en el fondo el régimen tiene miedo, por eso observamos reacciones patológicas, la respiración se acelera, entran en estados de pánico, la risa es nerviosa. Sienten la guadaña detrás de la nuca… un aire fétido y frio le susurra al oído que, les llegó la hora.

Avanzan soluciones desesperadas, violan la constitución, hacen fraude… para terminar quedando en evidencia. Es la respiración acelerada que da paso al estertor cadavérico, es una respiración terminal en su lucha por mantenerse en el poder.

Toda la maquinaria falla, hasta SmartMatic la empresa cómplice de sus triunfos electorales, denuncia el fraude cometido por la presidente del CNE Tibisay Lucena y por Nicolás Maduro, a fin de instalar una asamblea constituyente cautiva y otorgarse todos los poderes. La lista de países que anuncia que no reconocerán esos resultados crece cada día, aislando al régimen autoritario venezolano.

Además, esta vez el pueblo está en la calle y no piensa regresar, ha herido de muerte al todopoderoso gobierno gansteril bolivariano. El déspota jamás midió que cada joven caído, era una bala en el corazón de su imagen internacional, desde el cielo los ángeles dijeron amen y las sanciones contra él apenas comienzan.

Debemos estar preparados, la violencia recrudecerá, los presos políticos aumentarán, las violaciones a los derechos humanos serán más feroces, viviremos tiempos duros, pero no ignoremos que es propio de los que están en fase terminal. Los médicos lo llaman carfología (movimiento incontrolado de los moribundos, por ejemplo, las manos arrugando las sábanas o como intentando asir objetos), dilatación de los orificios de la nariz, pulso filiforme, hipotensión y arritmias, que anuncian la muerte inminente.

Ya lo vemos… se vengan con Leopoldo y Ledezma la rabia que los consume, atropellan a la ciudadanía amargados por el desastre que avizoran. Persiguen a los alcaldes, los diputados, a los políticos, periodistas, sacerdotes, médicos, músicos y estudiantes, en un intento por atemorizarnos.

Se preparan y se apertrechan dentro de nuestras fronteras, porque el mundo se les hizo pequeño. De allí la importancia de no bajar la guardia, presión de adentro y de afuera hasta comprimirlos totalmente. El mundo ayuda, pero no puede realizar lo que nos toca a nosotros.

La Unión Europea se pronuncia, desconoce la constituyente recién realizada, los 28 Estados miembros, exigen a Maduro suspender la instalación de la misma. Maduro sabe a lo que se expone si continua adelante con sus planes totalitarios.

Los EEUU acusan, amenazan y actúan, mandaron la primera señal y estamos viendo los resultados. El brabucón disimula el terror que siente, la cárcel le pico cerca con sus sobrinos, las cuentas cerradas con el vice-presidente. Sus discursos altisonantes, siempre cínicos y descarados no lo libraran de lo que le viene encima, en el fondo pesa el desprecio del pueblo; él asegura no importarle, pero sabe también que son muchos… millones e intuye que al final estará solo.

No guardo esperanzas de que Maduro, Diosdado o Padrino rectifiquen, los tiranos son así, acostumbrados a gobernar con las balas, se sienten invencibles, por eso terminan como terminan. Recordemos a Mussolini colgado cabeza abajo con su mujer, la ejecución expedita y eficaz de los Ceaușescu, Saddam Hussein que lo sacaron de una ratonera para ahorcarlo o al sátrapa libio Gadafi, quien pidió clemencia en vano y terminó empalado.

Porque así responde la ira acumulada, ese sentimiento humano irracional que caracteriza el fin de las tiranías.

¿Por qué cae la secta apocalíptica bolivariana? Porque fue una estructura construida a pedazos, sin proyecto verdadero, sin visión de futuro, se sustentó con slogans de medio pelo, válidos para exacerbar emociones y ganar elecciones, pero insuficiente para dirigir un país hacia su desarrollo integral.

Era un plan castrista para apoderarse de nuestras riquezas, jamás se plantearon el progreso de Venezuela, mentían mientras destruían nuestra independencia, esperando que cuando quisiéramos racionar fuera demasiado tarde, eso sin contar con la juventud venezolana.

Cada trozo de país en el que intervinieron lo sometieron a fuerzas encontradas, cada quien, tirando de su lado, Diosdado y sus Narco-soles, Padrino y sus negocios, Cilia con sus sobrinos, Ramírez cuidando los capitales de la familia Chávez, los de su suegra y los suyos, José Vicente asegurando su retiro dorado en Chile, el vice El Aissami escondiendo su dinero con testaferros y financiando el Hezbollah.

Al final como toda estructura sometida a fuerzas que van en direcciones opuestas y con magnitudes diferentes, sobrepasa las tensiones que puede soportar, por eso se quiebra y se derrumba. Así es como caen las dictaduras.

El Cardenal y arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Savino, ya le dio la extremaunción al régimen moribundo, señaló al gobierno nacional, incluyendo a las Fuerzas Armadas, como los principales responsables de los actos de violencia que se produjeron en Venezuela, durante las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente. Señaló que tanto el gobierno, el Alto Mando Militar y los ministros deberán rendirle cuentas a Dios y a las leyes.

Ex Cónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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