El EditorialOpinión

El que con fuego juega…

En 1982 el general Galtieri ordenó la recuperación de las Islas Malvinas que desde años Argentina consideraba como parte integral de su provincia, Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur. Esa acción generó una respuesta enérgica del gobierno británico, entonces presidido por Margaret Tatcher. El resultado final de esa guerra que ganó el Reino Unido tuvo como saldo trágico la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. Las consecuencias políticas fueron la reelección de la sra. Tachter y la caída de la junta militar argentina.

No es un secreto que los militares argentinos inventaron esa acción militar para intentar recuperar el prestigio perdido después de tantas violaciones a los DDHH y el pobre desempeño en el manejo de la economía de la nación sureña.

Ahora vemos como en Venezuela un gobierno cada día más aislado de la comunidad internacional, con un altísimo rechazo nacional y con una economía en caída franca, intenta, al igual que sus predecesores del cono sur, crear una atmósfera prebélica para culpar a Colombia y a EEUU de intentar una invasión y tratar de vender la idea de la injerencia y la violación a la soberanía nacional, tal como lo hizo a principios del siglo XX Cipriano Castro, con su famosa proclama “la planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria”, creyendo el Cabito que con eso iba a recuperar su popularidad cuando lo único que logró fue que para agrado de la mayoría de los venezolanos de ese entonces, fuera remplazado por Juan Vicente Gómez.

Ahora se anuncian y ejecutan desplazamientos militares hacia la frontera colombiana. El almirante Remigio Ceballos, jefe del Comando Estratégico Operacional, CEOFANB, confirma que las Fuerzas Armadas despliegan operaciones conjuntas, supuestamente, con Cuba, Rusia y China y por otro lado, sea cierto o no, algunos medios de comunicación internacionales, anuncian que se desplaza hasta aguas colombianas un portaaviones norteamericano.

Esperamos que la sensatez prevalezca, porque de lo contrario el que pretende jugar con fuego por lo general sale, al menos, chamuscado, y no sería con Colombia el conflicto, sino con todos los miembros de la OTAN. Recordemos lo que ocurrió con Sadam Hussein y Gadafi. Por lo tanto, lo inteligente sería dejar de lado el ruido de sables y entender que llegó la hora de negociar una salida a la crisis sin derramamientos innecesarios de sangre.

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