El que esté libre de mordidas…
Hay mordiscos que remuerden, como el que el delantero de la selección de fútbol charrúa Luis Suárez le dio al defensa italiano Giorgio Chiellini, a quien muchos uruguayos le están diciendo Giorgio ‘chilloni’. Pero fue real. Dos mil millones de personas vimos “el besito mordelón”, como cantó Juan Legido. Y están los videos.
La sanción de la Fifa es muy dura. Lo suspende por nueve partidos oficiales; no podrá jugar durante cuatro meses ni ingresar a los estadios, a menos que se lime los colmillos. Y lo multan con 100.000 francos suizos. Creo que se les fue la mano. Tal vez, como aquí con Petro, que no muerde, a quien el Procurador lo quería sacar de la política de por vida. Y el efecto es el contrario.
La Fifa quiere sentar un precedente ante conductas antideportivas. Eso está bien. Los deportistas deben ser personas ejemplares. Pero tal vez sobraban los cuatro meses inactivo y el que no ingrese a los estadios, ni con bozal, pues no se lo ha visto morder a los hinchas.
Luis Suárez es el goleador de la selección celeste y uno de los mejores futbolistas del mundo, pero tenía antecedentes de hacer presa. Y tiene con qué, porque Dios lo dotó de unos caninos muy incisivos.
Es un caso clínico. Tres han sido sus víctimas. En el 2010 mordió en el cuello a Otman Bakkal, del PSV, y fue suspendido por diez fechas. En el 2013, al serbio Branislav Ivanovic, con otros diez partidos de sanción.
¿De dónde se le despierta esa reacción canibalesca? ¿Cree que la garra charrúa se arranca a mordiscos? ¿Se siente lobo, vampiro, algún agente de tránsito, congresista, contratista? ¿Qué tal que lance un mordisco al aire en el área cuando salten los jugadores…? Qué peligro.
Él debería ser tratado médicamente. Bien el presidente Mujica, por salir a recibirlo. No es un héroe, es una persona que puede tener un problema psicológico.
En el mundo, media humanidad se quiere comer a la otra media. O, efectivamente, se la come, pero no en televisión…
En 1999, el arquero alemán Oliver Kahn se sintió muy can y mordió al jugador de Borussia Dortmund Heiko Herrich. Emerson, del Corinthians, en el 2012, le mordió la mano a un defensor de Boca, en la final de la Libertadores.
Y el boxeador de peso pesado Mike Tyson, en 1997, en pleno ring, abrazó a Evander Holyfield, le dijo al oído que le gustaba la oreja sudada y le arrancó un pedazo. Guau.
Aunque el mordisco más famoso de la historia fue el que le metió Adán a la manzana de Eva, una tarde que le quería hacer un tirito al arco en el club El Paraíso. La clavada al pobre Adán fue de miles de años de sanción, expulsión del Paraíso y una multa de no volver a probar carne.
Los mismos miembros de la Fifa como que andan con el palillo en la boca. Están acusados de un mordisco de 5 millones de dólares, que los puso a catar el oficial de Catar a cambio de apoyo de la candidatura de ese país como sede del Mundial 2022. Guau.
Así que quien esté libre de pecado que escupa. Mordisco sucio el que le metieron los Nule y compañía al presupuesto de Bogotá. Una tarascada de más de 2 billones. Y aquí sí unos todavía sin sanción… Guau.
Volvamos a la cancha. El acto del jugador es feo y condenable. Pero nada de triunfalismos, pues de por medio está un ser humano. Toda la fe en Colombia, que tiene cómo ganarle hoy a Uruguay. Inclusive, el triunfo sería más grande con él en la cancha. Colombia debe salir con respeto, pues esto es de 11 contra 11 y Uruguay siempre nos pone el dulce a mordisco. Pero ganaremos 2 a 0. Vamos, Pékerman, vamos, muchachos, que 44 millones de colombianos estamos pendientes de aplaudir su paso a la historia. Y, por Dios, hay que saber celebrar; no nos matemos a mordiscos.
(ElTiempo.com)