OpiniónOpinión Nacional

El Sacrificio está Orientado a la Grandeza

Desde los albores de nuestra humanidad, hace millones de años, cuando por primera vez nos separamos de todo lo demás y descubrimos ese YO SOY – sin necesariamente completar la frase – se revelaron paulatinamente tres elementos hasta entonces desconocidos por nuestra existencia: el tiempo, nuestra fragilidad y la necesidad de sacrificar. Porque al separarme conscientemente de todo por la autopercepción, reconozco los riesgos del mundo en que estamos y cuán frágiles somos en él. Ahí mismo hay autoconsciencia y tiempo. Enfrentados por ello, las circunstancias nos impulsan a cambiar, y en el ser humano, no hay cambio y desarrollo sin sacrificios.

Fue un proceso lento, pero los tres elementos están íntimamente ligados. Es una tensión que se inició hace millones de años cuando estábamos en las sabanas de África en medio de depredadores y clanes rivales; hasta hoy, cuando competimos por lograr una promoción en el trabajo y tratamos de inclinar la balanza utilizando IA para un proyecto que lideramos.

Sacrifico continuamente con cada decisión que tomo; porque cada opción sacrifica otras posibilidades, y es la visión que tengo de “a dónde me dirijo” y quién seré cuando llegue allí, lo que ajusta y da sentido a todas mis decisiones.

Para la gran mayoría es un proceso inconsciente, pero siempre estoy sacrificando algo para avanzar – si no por otra razón – porque hay infinitas posibilidades que pueden ser más tentadoras y placenteras.

En el proceso de los sacrificios que hago en mi vida, hay dos factores cruciales que es mejor tener al menos “algo” claros y conscientes: la visión de a dónde voy y cómo voy a llegar allí.

Los Ideales y el Cinismo

Nuestro mundo se ha tornado cínico hasta las raíces. No estoy siendo moralista y viendo nuestro mundo desde el pedestal de los ideales religiosos o éticos… es una verdad como una montaña. Yo estoy cumpliendo 65 años en unos días, y cuando era adolescente aún había padres a los que les importaba “cómo es que este joven que viene a buscar a mi hija para salir de casa llega en un Mercedes, “¿De dónde salió ese dinero? ¿Cómo es que un chico de 19 años conduce un carro que cuesta 60 salarios mínimos?” Hoy es ampliamente aceptable que no se cuestione porque alguien puede hacer dos vacaciones al año en las Seychelles o en un yate privado por la Costa Azul o tener un carro de centenares de miles de euros – “algo debes estar haciendo ‘bien’ para poder vivir así.” Ya no cuestionamos cuando mostramos nuestras exuberancias o cómo llegamos a ellas. Hemos desarrollado una callosidad para evaluar qué es éxito y cómo llegamos a ello… Ya no importa cómo llego a la cumbre, en tanto todos lo consideren éxito.

Cuando yo era adolescente, mi mundo estaba lleno de ideales que mi padre y maestros me enseñaban: “sé honesto en todo lo que hagas”, “lo único que tienes es tu palabra, cuando un hombre pierde su palabra, no tiene nada”, “a las mujeres ni con el pétalo de una rosa” – podría continuar por un buen rato – pero te haces una idea. Había contradicciones, mantener el balance mientras se busca alcanzar un ideal es una ilusión. Pero aprendimos a mentir para no arriesgar o perder, el fin empezó a ser más importante que cómo llegábamos a él. Y entonces llegaron Facebook y las otras redes sociales y esa proverbial plataforma que nos permite proclamar: ¡Este Soy Yo!

Las redes sociales han facilitado la lápida sobre la tumba del mundo ideal que había evolucionado por centenares de años: “es más importante aparentar que ser.” Y en el proceso nos hemos olvidado de quiénes somos y a dónde vamos – cuál es la visión de quién seré cuando llegue y cómo llego allí.

IA es el símbolo perfecto de “poder sin sacrificio”

Decidí orientar esta columna a la inteligencia artificial porque ella parece ser el factor determinante – en negocios, gobiernos, economía y la sociedad – para poder alcanzar el éxito que anhelamos, o como lo reflexionamos en el anterior artículo, IA: el Santo Grial que tanto anhelamos. Curiosamente, el Rey Arturo, de donde brota la historia del Santo Grial, era un joven escudero de un caballero medieval que termina sacando la espada de una piedra, o yunque dependiendo de la versión, y se convierte en rey. Arturo pareciera no haber tenido que sacrificar nada para llegar a la cumbre, pero como es evidente, siempre hay un sacrificio al que debemos enfrentarnos cuando estamos en búsqueda de la grandeza.

Hay un dicho en inglés que reza, “Fools rush in where angels fear to tread» (ES: «Los necios se precipitan donde los ángeles temen entrar»). Hay un respeto que debería haber hacia una creación como la IA. No sabemos cómo funciona; los que mejor la entienden dicen que hace todo el proceso “inteligente” en una zona opaca que llaman “Black Box” (Caja Negra). ¿En verdad crees que puedes utilizarla sin consecuencias para ti y nuestro mundo? – y si en verdad podemos alcanzar grandes logros a los que sólo tendríamos acceso con un grandísimo esfuerzo – ¿cuál es el sacrificio que necesitamos ofrecer?

En todos y cada uno de nosotros hay un necio que cree que puede tener las cosas sin pagar el precio por ello. Las crisis de nuestra presente cultura emergen de ello. Sólo por mencionar unas pocas: las confrontaciones políticas, las tribalizaciones de los grupos sociales y políticos, la intolerancia por el disentimiento. En medio de este inestable torbellino social, aparece nuestra creación, una inteligencia artificial que promete potenciar nuestros anhelos y ambiciones – ¿o sería mejor decir, nuestras peores pesadillas y confrontaciones?

Creo firmemente que estamos al frente de una bifurcación existencial de nuestra raza: por un camino seguimos el paso de enfrentamiento, intolerancia y cínica manera de vivir, atropellando personas y grupos sociales con nuestra necedad e inconsciencia; y por el otro, reconocemos que la IA nos está exigiendo crecer, cambiar y ser conscientes de la responsabilidad que tenemos para cambiar la trayectoria cínica e irresponsable de nuestro mundo.

Si hay algo que nos ha distinguido desde que descubrimos el fuego, no ha sido la tecnología, sino la capacidad de sacrificar lo inmediato por lo trascendente. La IA puede ser un nuevo fuego. Convertir la IA en una solución requiere algo más que destreza técnica: exige madurez humana. No bastan buenas ideas ni intenciones. Hace falta carácter. Y carácter es lo que se forja cuando sacrificamos nuestros caprichos – cuando decidimos, finalmente, callar al niño necio que llevamos dentro. Ese es el único camino hacia la grandeza que aún nos está permitido recorrer.

EL PUNTO a la iA

El historial de la columna está en www.cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.

Los comentarios, textos, investigaciones, reportajes, escritos y demás productos de los columnistas y colaboradores de analitica.com, no comprometen ni vinculan bajo ninguna responsabilidad a la sociedad comercial controlante del medio de comunicación, ni a su editor, toda vez que en el libre desarrollo de su profesión, pueden tener opiniones que no necesariamente están acorde a la política y posición del portal
Fundado hace 29 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba