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El Sorpasso de Trump, de la A a la Z

Sorpasso: La acción de una formación política al sobrepasar, adelantar, superar de forma inesperada a otra rival. Es lo que sucedió, para sorpresa de la absoluta mayoría, en EEUU y en el planeta, incluyendo a los ganadores, el martes 8 de noviembre en las elecciones generales de EEUU. Hubo mucho de sorpasso en las elecciones parlamentarias de Venezuela el 6 de diciembre, y en el Plebiscito sobre el “acuerdo por la paz” en Colombia,  el 2 de octubre. Los opositores sabíamos que éramos mayoría, pero nos sorprendió gratamente obtener los dos tercios de los escaños de la Asamblea, pues eso es mayoría calificada y permite al poder legislativo funcionar sin que la minoría oficialista pueda boicotearlo (aunque para ello el régimen utiliza a su bufete, el TSJ que de manera grotesca tergiversa y viola la Constitución, para emitir dictámenes favorables al PSUV, incluyendo un insólito documento que afirma que Maduro nació en Venezuela, y complementa ese absurdo jurídico con una amenaza contra todo ciudadano que insista en las cada vez más fundamentadas sospechas de que el susodicho no cumple dos requisitos que la Carta Magna establece para ejercer la presidencia; Ser venezolano por nacimiento y no tener otra nacionalidad). En Colombia, la campaña oficial por el SÍ fue tan excluyente y apabullante,  que generó una atmósfera triunfalista en torno a esa opción, por lo que el resultado fue una enorme sorpresa para ambos bandos. Ganó el NO y obligó a Santos a incluir a la variada gama de los opuestos al mañoso acuerdo -hasta entonces totalmente excluidos-, para la legítima discusión de un genuino acuerdo, que refleje y satisfaga a ambas partes, incorporando en sus postulados a la groseramente marginada Justicia.

5 Factores que intervinieron en el proceso electoral estadounidense; 1. Bipartidismo y Alternabilidad: Imbatible la prevalencia de los dos grandes partidos, Demócrata y Republicano, en la dinámica política de los EEUU, pero también hay tendencia a propiciar que se alternen en el poder. Hillary Rodham lleva décadas en el poder, 16 como esposa del gobernador y del presidente – hoy inseparable de la imagen electoral de la candidata- 8 como senadora, más los 8 de Obama, durante cuya gestión fue Secretaria de Estado, y cuya presidencia está en escrutinio. Cambiar al equipo en el mando es parte de la tradición. 2. Primarias (lograr 1.237 delegados de 2.472 en el partido republicano, 2.383 de 4.765 en el demócrata) y Disciplina partidista; La competencia interna es un elemento que refuerza la Democracia, pero desgasta a los precandidatos y debilita al escogido, en virtud de los ataques de sus propios compañeros, a los que se sumarán las acusaciones del seleccionado en primarias por el partido rival. Trump venció a 16 adversarios, que  esgrimieron contra él todo tipo de acusaciones, resaltando las de racismo, xenofobia y misoginia. Hillary superó a 5 rivales (pero la acusación del más fuerte, Bernie Sanders, de recibir comprometedoras donaciones de mega-corporaciones, la mantuvo y aumentó Trump, junto a su explotación de los e-mails que circularon por servidor no gubernamental). Ambos dieron más relevancia a señalar los defectos del otro, que a explicar sus propuestas para la Nación. La disciplina partidista no es tan estricta y permite disentir del candidato surgido de las primarias. Trump tuvo que superar el rechazo directo de varios precandidatos, del ex presidente Bush Jr y de los presidentes de las dos Cámaras del Congreso. 3. Conservadurismo, más presente entre los republicanos (como en el respaldo al Brexit del Reino Unido, el electorado que apoyó a Trump es mayoritariamente rural, mayor de 35 años, blanco y con valores tradicionales, que incluyen el concepto de la mujer dedicada al hogar, nada propensos a romper ese “techo de cristal”, que es el eufemismo para un reto especial y difícil. Aceptaron que un mulato fuese presidente, pero no están dispuestos a tolerar a una mujer en ese cargo. Trump perdió en todas las ciudades con más de un millón de habitantes, espacios con mayor diversidad étnica y las mujeres trabajando fuera de sus hogares, muchas en puestos ejecutivos). Sobredimensionar el peso de las minorías; Estados Unidos tiene 320 millones de habitantes, no usan Cédula de identidad pero se identifican con cualquier documento con foto (el más común, la Licencia de manejar), y el Registro Electoral es voluntario. Hay unos 240 millones en edad de votar, el 8 de noviembre participaron 119.607.028 electores, el 50,094% votó por Hillary, pero el sistema de elección indirecta le asignó 228 delegados y Trump obtuvo 279 (con 270 de 538 ya es mayoría simple) y con ello la presidencia [En 2000 Al Gore obtuvo más votos individuales, pero Bush Jr logró más delegados]. Muchos medios le otorgan a las minorías un peso mayor al que les corresponde. La gran mayoría sigue siendo WASP (White, AngloSaxon, Protestant), aunque las minorías sean más notorias y reciban más atención en virtud de sus fragilidades intrínsecas (falsas o reales desventajas, por ser minoría y sufrir presunta discriminación). En conjunto, los negros, latinos, asiáticos, indígenas y mestizos, suman 121 millones, los 199 millones restantes son obviamente la mayoría, con el añadido de que no todos los miembros de minorías pueden votar (no están en situación legal, no están registrados o se abstienen, y un tercio de los que votaron respaldaron a Trump). Lo esencial es que no son determinantes, como pretenden hacer creer algunos medios (CNN se equipara a Rusia Today, TELESUR o VTV, transmiten lo que conviene a sus intereses, mutilando la verdad).  5. En favor de Trump intervienen otros elementos; Miedo solapado al Terrorismo, Síndrome establecido desde el múltiple atentado del 11 de septiembre del 2001 (WTC Pentágono), e incentivado por los numerosos atentados ocurridos desde entonces en Europa, temores especialmente dirigidos a la inmigración musulmana. Racismo residual proyectado a los inmigrantes en general, con argumentos semi-falaces que les atribuyen criminalidad y competencia desleal por los empleos, de forma injustamente generalizada (significativo que el Ku Klux Klan anunciara su respaldo a Trump). Carisma personal, innegable en un personaje mediático, que ha estado en primeras planas por décadas, con imagen de “self made man” muy exitoso, buenmozo, blanco y rubio (Nixon le aseguró en 1987 que de proponerse la presidencia del país la obtendría. Nixon era republicano y murió en el 94. De haber conocido lo que el camaleón Trump declaró a People Magazine en 1998, habría cambiado de opinión: “Si yo compitiera por la presidencia, competiría como republicano. Ellos son el grupo más tonto de votantes en el país. Ellos creen cualquier cosa en Fox News. Yo podría mentir y ellos todavía se lo tragarían. Yo apuesto a que mis cifras serían estupendas”). Derrotó a 16 contendores, y el lastre de buena parte de la dirigencia republicana negándole su apoyo activo. Prácticamente venció solo, compensando por su falta de preparación y experiencia en asuntos públicos, con su constante irreverencia, su capacidad para aguantar golpes (del amplio bando pro Hillary, el establishment) y de devolverlos con perseverancia y astucia (como el boxeador que insiste en golpear la herida del contrincante, persistió a diario en los graves asuntos sin aclarar, de los miles de correos  que circularon por servidores privados (explicado en mi anterior artículo*), los millones de dólares recaudados y usados de manera hasta ahora turbia, por la Fundación Clinton, y las rochelas de su marido cuando despachaba en la oficina oval de la Casa Blanca (que fueron consideradas por la Opinión Pública con la misma benevolencia con la que minimizaron las reiteradas demostraciones de machismo misógino y los ardides financieros de Trump). El electorado promedio –puritano– halla la lujuria de Bill y Donald menos condenable que la deshonestidad y las fallas de seguridad en que presuntamente incurrió Hillary Rodham. Bill culminó su gestión con alta popularidad, Trump goza de simpatías suficientes para permitirle superar escollos y alcanzar la presidencia, aunque parte de sus respaldos se mantuviera oculta y silenciosa, hasta el día de las votaciones, lo que demuestra que encuestadores, opinadores y medios sesgados, fallaron estruendósamente.

Toda elección presidencial es un plebiscito sobre la gestión que termina, de manera que muchos juzgaron a Hillary -candidata del partido en el gobierno- en función de lo que la gestión de Obama representó y la conveniencia de su continuidad. El pago mínimo por hora era $7,10 (sigue así en la empresa privada, subió a $10 en las empresas del Estado). Si el ingreso promedio en el 2015 fue de 56.515 dólares anuales, indica que en promedio  el salario era de $27 (40 horas semanales, 52 semanas al año). Como se trata de un promedio, muchos obtienen ingresos menores y algunos tendrán ingresos mayores. El Desempleo bajó de 10% a 5%. La economía crece al 2% anual. La Deuda es de $20 billones. Deja ambigüedad en medio oriente, se mantienen Bashar al Assad (el mal menor) y el Bestialato islámico. Obamacare cubre a 20 millones de 55 millones que estaban sin cobertura, pero ni Trump ni los republicanos apoyan los subsidios. Queda la apertura incondicional con Cuba, el desesperado esfuerzo de Obama por dejar un logro a escala mundial similar al acercamiento de Nixon a la China de Mao, pero incumplió su oferta de cerrar Guantánamo. Todo lo relativo a Cuba queda como materia pendiente, que deberán resolver –proseguir o anular– Trump y los republicanos, que también tendrán que definirse respecto de los otros temas que Trump cuestionó mientras fue  candidato: Acuerdo del G6 con Irán, Tratados de Libre Comercio  (en especial el de EEUU con Canadá y México), el Acuerdo de París por el cambio climático. Se declaró a favor del Brexit, por más explotación petrolera, de subir los aranceles a las importaciones de EEUU hasta 45%. Ofreció deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados, construir un Muro en la frontera de 3.140 kmts.  con México, país al  que haría pagar la factura.

Muchas amenazas de la campaña se diluirán con el paso del tiempo, la sensatez y el estar en la primera magistratura de los EEUU le harán moderar su lengua y sus actos (ya lo vimos en sus primeras actuaciones como presidente electo, su ofrecimiento de trabajar para todos, su plácida reunión con Obama en la Casa Blanca). Sus asesores y funcionarios del Gabinete, el partido republicano, las Cámaras de Representantes y Senadores y los mecanismos que garantizan el funcionamiento del sistema democrático en USA, se encargarán de moderar su prepotencia y mostrarle los niveles de arbitrariedad permisibles en una nación donde la independencia y probidad de los poderes e instituciones no son pura pantalla. Su victoria la debe a que se atrevió a decir lo políticamente incorrecto, pero tendrá que controlar a quienes interpretaban su consigna de “Make America great again” como “Make America White again”.  Entre los millones de estadounidenses anónimos que se sintieron reivindicados por su discurso, hay muchos que pretenden hacer retroceder a esa nación, a los tiempos de primitivo racismo que esa sociedad superó con mucho esfuerzo y demasiadas vidas. El sentido común y los principios en que se ha fundamentado la evolución de la gran nación del norte, guiarán los pensamientos y las decisiones de quien debe dejar de ser como hasta hoy ha sido, para convertirse en el heredero de los trascendentales avances logrados por sus antecesores; Washington, Jefferson, Lincoln, F.D. Roosevelt y Kennedy. Ojalá que Trump sorprenda con una gestión tan positiva, que haga quedar en ridículo a quienes asumen posiciones ofensivas 72 días antes de su toma de posesión: Como Raúl Castro, que ordena un ejercicio militar, y el  presidente de China que anuncia gira por Latinoamérica. La Transición, estamos seguros de que sucederá sin incidentes vergonzosos, como los desmanes de Diosdado en Miranda.

Trump es alguien acostumbrado a la buena vida, nunca sufrió estrecheces, su padre le dejó una sólida empresa inmobiliaria que él reorientó -de la construcción de viviendas de bajo costo en Brooklyn y Queens, a Rascacielos para ejecutivos, en Manhattan y otras ciudades, con mayores márgenes de ganancia. Su patrimonio se estima en  4.500 millones de dólares, y se desenvuelve en los medios como pez en el agua. Por supuesto que le atraía la política, y no es el primer millonario que incursiona al más elevado nivel, Ross Perot en 1992 obtuvo el 19% de los votos. Tampoco el primer hombre vinculado a la farándula que participa en la alta política, Ronald Reagan -famoso actor de Hollywood- contra todo pronóstico realizó una gestión que la mayoría de los estadounidenses consideró muy buena. Donald financió el grueso de su campaña, yo imagino que invirtió cientos de millones en ese albur en el que hasta el último momento tuvo el 50% de posibilidades de ganar, pero logró su objetivo, ya que -a diferencia de cualquier otro capricho de multimillonario, un yate, una isla-, la presidencia de la primera potencia del planeta no se puede comprar como un vehículo o un inmueble. Pero con empeño, e interpretando correctamente el sentir de las mayorías descontentas y silentes, se puede llegar a esa meta, en la cual a partir del 20 de enero podrá disfrutar de la prestigiosa y elitesca posición, durante al menos 4 años. De su adaptación a la realidad en la cual participan también quienes lo adversaron, con igualdad de derechos a recibir beneficios  de su gestión, dependerá que pueda reelegirse otros 4 años y de la forma en que la Historia lo juzgue. Debe lograr el perfecto equilibrio para no defraudar a sus seguidores, desarmar a sus adversarios y  y no alimentar los odios de sus enemigos. Puede escoger para emular, entre modelos buenos y malos. A Trump le corresponde esa primera decisión primordial.

*  http://www.analitica.com/opinion/factores-y-posibilidades-de-hillary-clinton-y-donald-trump/

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