El totalitarismo es una ideología perversa
El totalitarismo, por lo menos en lo que se refiere al término, es una creación del fascismo, aunque luego aplicado por el nazismo y el comunismo en sus diversas versiones.
Curiosamente ese concepto fue utilizado, inicialmente, como expresión peyorativa por los adversarios de Mussolini, pero este, orgulloso del término, lo adoptó en su idea del “Stato Totalitario”
Ni los Nazi, ni los comunistas, se autodenominaron como totalitarios, pero en la práctica perfeccionaron el uso irrestricto del concepto en su forma más perversa.
Bajo la práctica, como lo define muy bien, Hannah Arendt, no existen diferencias entre los regímenes de corte totalitario, así se les califique de izquierda o de derecha. La lógica que aplican en la instrumentación del poder es la misma, solo cambia el discurso político, en caso de unos lo justifican con base en el pueblo, en el otro, en la nación .
La perversidad intrínseca del totalitarismo está en que suprimiendo las libertades individuales se asumen como los salvadores del pueblo y de la nación y por ello acaban con la libertad de expresión, con la justicia, con el derecho a desplazarse libremente, con el derecho a elegir libremente a las autoridades, nacionales, regionales o locales. También estos regímenes determinan lo que pueden comer y hacer los habitantes mediante el carnet del partido o las cartillas de racionamiento, en fin de cuentas, se creen dueños y señores de la vida de sus súbditos porque nunca los consideran como ciudadanos.
En nuestro país vemos cómo se ha ido armando un peculiar régimen totalitario que es una mezcla de elementos fascistas con comunistas, lo que la convierte en una extraña e inexplicable amalgama particularmente destructora y, por ende, perversa.