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Emergencia compleja universitaria

La situación del país y particularmente de nuestras Casas de Estudio no tiene antecedentes en nuestra historia republicana. Por supuesto que hemos pasado distintos momentos o etapas de dificultades y limitaciones de toda índole pero nunca comparable a lo vivido en estos recientes años, es doloroso percibir y contrastar el grado de deterioro que registramos en las Universidades.

Hay quienes hablan de una crisis y destrucción inducida donde se mezclan básicamente tres factores claves. Primero el acorralamiento financiero con lo cual las actividades propias de las Universidades quedan trastocadas y en algunos casos anuladas al no tener los recursos para dotar bibliotecas, laboratorios, reposición de equipos y cargos obreros, administrativos y docentes, providencias estudiantiles como transporte, becas y comedores, o incluso presupuesto para implementos de bioseguridad en plena época covid. Segundo la afectación por robo o deterioro físico de la infraestructura e instalaciones de nuestras facultades, escuelas, laboratorios, bibliotecas y demás. Tercero la gravísima e inédita situación de mengua, y padecimiento de todos quienes formamos parte del sector universitario (obreros, empleados, profesores y estudiantes) con salarios de hambre, sin poder adquisitivo y sin seguridad social algo jamás antes registrado.

El gobierno debería resituar su óptica y valoración sobre el papel que hemos cumplido al hacer de Venezuela un país lleno de profesionales. No pueden seguir viendo a las Universidades y universitarios como enemigos más allá de nuestra postura y pensamiento crítico que nos define por esencia. Dificulto que pueda pensarse en una Venezuela distinta, de desarrollo y progreso como la tuvimos hasta hace muy poco si las Universidades y los universitarios no estamos presentes en un sólido y viable Proyecto de País.

Este país nos pertenece a todos. El momento actual sin dudas es agreste Valga señalarse el país y la sociedad venezolana por entero atraviesa una etapa lúgubre, nefasta y degradante a la condición humana, el país se hizo carente de servicios, improductivo, atrasado en muchos órdenes. El alto gobierno tiene una oportunidad de oro de enmendar los errores que por miopía, radicalismo o ignorancia se han cometido en lo económico, lo educativo, lo energético, lo social. Estamos frente a un debate alrededor de un Proyecto de Ley de Educación Superior o Universitaria, que sin dudas es transcendental no sólo para las Universidades sino para el momento actual de deterioro del país y sociedad donde la Universidad debe volver a tener un papel notable y protagónico.

El Presidente Chávez en su momento escucho muchas voces y sectores y tuvo el acierto y la responsabilidad de vetar y no darle el ejecútese de Ley al Proyecto de Ley Orgánica de Educación Superior que le fuese presentado. Nadie desconoce la necesidad de avanzar, de adecuar los parámetros y estructuras, currículos, contenidos y paradigmas alrededor de la educación superior en Venezuela. Pero repetimos no es un tema sencillo o de perogrullo, soplar y hacer botellas.  Las leyes en todo país persiguen reglamentar, ordenar, modernizar y estructuras sistemas, pautas, conductas, instituciones, legislaciones y prácticamente con poquísimas excepciones las Leyes Orgánicas han sido para mejorar, optimizar, progresar.

No estamos hablando de cualquier área o materia, si se empeñan en politizar e ideologizar la educación superior en Venezuela sencillamente estarían desvirtuando así procesos, dinámicas, sinergias de orden técnico, científico, humanístico y tecnológico. No podemos perder de vista que la educación en sus diversos niveles es el tema más importante, sensible y además transcendental en la sociedad globalizada del siglo XXI, sustentada en el conocimiento, en el saber y en el hacer.

Una nueva Ley de Educación Superior debe abocarse a lo medular a los procesos técnicos, científicos, humanísticos y tecnológicos. Asimismo, las Universidades Autónomas en Venezuela requieren como nunca antes de apoyo, de presupuesto, de auditorías y controles estoy de acuerdo, pero respetando su esencia, sus dinámicas autonómicas, su naturaleza y fines propios y no cercenando su funcionamiento al quitarle los recursos financieros o promulgarle una Ley de Educación Superior que a nadie beneficia.  Finalmente, el gobierno debe dar respuesta a la situación de crisis humanitaria compleja de todo el sector universitario sometido a situaciones degradantes.

Insistimos la única posibilidad que Venezuela tiene en el mediano plazo de recuperarse, es con un papel protagónico de sus universidades, además del concurso del sector privado en términos de la pequeña y mediana industria, y el conglomerado empresarial. El Estado venezolano es una entelequia que en muchos ámbitos colapso y requiere una redimensión buscando equilibrio, eficiencia, transparencia y desempeño. El gobierno no puede seguir aferrado a una visión ortodoxa, retrógrada y reaccionaria llevando a Venezuela y a las universidades por un sendero equivocado. 

E-mail: [email protected]

Profesor de la Universidad de Los Andes

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