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Emergencia educativa y alimentaria

Continuar los estudios, desde los niveles básicos hasta los universitarios, es uno de los mayores retos que enfrenta la familia venezolana en el terrible contexto de crisis sistémica que estamos padeciendo. La imposibilidad de asumir los costos de matrículas y útiles, el colapso de servicios básicos como el transporte, son algunos de los graves problemas que ponen en peligro la posibilidad de educación de niños, adolescentes y jóvenes.

 Con igual gravedad, la depauperación de sueldos de los docentes, el éxodo de profesionales de la educación y el empobrecimiento de planteles públicos y privados, profundizan la terrible crisis que en materia educativa se viene sucediendo. El gremio de maestros inicia esta semana jornadas de protesta al respecto, en las que también denuncia la intención gubernamental de emplear a personas procedentes de misiones como Sucre y Chamba Segura, sin la experiencia ni la preparación adecuadas, para salvar el déficit de personal docente.

Según datos de organizaciones como Fundaredes, se estima que en el inicio a clases del actual periodo escolar se producirá una deserción de casi el 80%. Esto golpeará principalmente a los sectores más vulnerables que no tendrán los medios para poder enviar a sus hijos a la escuela. Solo en las comunidades del Oeste de Caracas, en las que trabajamos en el Movimiento Caracas Mi Convive, recibimos innumerables reportes de líderes locales y vecinos que testimonian esta situación. Los altos costos de los paquetes de útiles y uniformes -que pueden alcanzar hasta los $ 450 por un alumno de educación básica-, hasta el colapso del transporte y los servicios básicos, restringen las posibilidades de escolaridad de las personas.

Esto se da en paralelo con el agravamiento de la crisis alimentaria, con la precarización del acceso a la comida a una escala que afecta a amplios sectores del país. Cavidea apunta una disminución de casi un 80% en la compra de alimentos. Caritas señala cómo los casos de desnutrición severa en niños han aumentado al doble en tan solo un trimestre, así como el aumento de un 100% de la desnutrición aguda en 14 estados.

Sin un cambio político que supere totalmente el actual modelo de hambre, empobrecimiento y violencia del régimen que encabeza Nicolas Maduro, no es posible detener esta emergencia y generar los mecanismos urgentes que atiendan la crisis. Los liderazgos políticos y sociales debemos impulsar este cambio, al tiempo que debemos desarrollar y fortalecer redes de apoyo que, a través de la organización de las personas y la articulación activa de los diversos sectores de la sociedad, generen iniciativas con las que pueda aliviarse la tragedia que el régimen ha desencadenado sobre nuestro país.

En este sentido, iniciativas como Alimenta la Solidaridad se enfocan en poblaciones vulnerables como la infantil, con comedores gestionados en conjunto con las comunidades afectadas y organizaciones civiles, con dinámicas de participación que comprometen a las madres involucradas a mantener a los niños en las escuelas. También, el programa genera talleres de capacitación y emprendimiento, así como la iniciativa Sustento de preparación de comidas, además de la realización de actividades pedagógicas que apoyen tanto a los niños como a sus familias. Aunque Alimenta no tiene la capacidad para atacar cuadros de desnutrición severa, por ejemplo, hemos podido desarrollar modelos que permiten sostener la seguridad alimentaria de los niños que integran el programa, así como el monitoreo de los casos más graves para su estabilización.

La imposición por la fuerza del régimen para mantenerse en el poder agudizará la crisis en todos los aspectos de nuestra vida.  Es necesario el encuentro organizado y articulado de todos para la creación e implementación de mecanismos que nos permitan enfrentarla y superarla. Los problemas que, como la emergencia educativa, afectan a la sociedad en su conjunto, deben impulsar ese encuentro. Nuestra vinculación, en la medida de las posibilidades de cada individuo o grupo, es fundamental y marcará la diferencia.

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