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Entre la libertad positiva y autodestrucción

El abismo en el cual nos encontramos muestra con absoluta claridad que la motivación moral  de la clase política opositora no encuentra una correspondencia directa en la manera de sentir, pensar y actuar de las clases populares; por lo tanto, el resultado electoral -incluyendo la manipulación fraudulenta- es una respuesta neurótica del sistema social.

No vivimos en una sociedad sana en el sentido de que la mayoría es incapaz de cumplir -por las razones que sean- el papel que le toca desempeñar dentro del sistema de manera productiva, oportuna y eficaz; menos aún puede decirse que hemos alcanzado como generación la expansión económica mínima  necesaria para obtener algo de seguridad social o felicidad.

Nuestro porvenir es quebrado con el bate socialista, revenden la idea del progreso popular a través del militarismo; imponen lo comunitario despreciando lo individual; expropian para castigar; y violan sistemáticamente los derechos humanos, políticos y económicos más elementales.

Salvo China, ninguna sociedad ha podido progresar castrando el pleno desarrollo del individuo. Es conveniente mencionar que tal progreso costó el sacrificio de millones de seres humanos a través de varias décadas, y la productividad se alcanzó después de varios ensayos económicos que terminaron por expandir en el mundo el “capitalismo chino”. He aquí el antecedente al llamado irracional en cadena nacional para que nuestra juventud se reproduzca a pesar de la precariedad.

La pérdida de vidas, tiempo y esfuerzos  para rescatar la República deja un sabor amargo al conocer los últimos resultados electorales. Responsablemente digo que enarbolar la  bandera de la libertad frente a un régimen domador de voluntades, impide a la oposición descifrar y trascender los mecanismos de evasión democrática de los sectores populares; es decir, el idealismo libertario de la clase media impide descifrar la oscura racionalidad de las masas venezolanas en el  siglo XXI.

El éxito más preponderante del militarismo socialista no es ganar la mayoría de las elecciones a pesar de mermar la República, desaparecer la moneda y desfragmentar la cohesión social; el verdadero éxito del régimen consiste en generar sistemáticamente neurosis colectivas manipulando la economía, sometiendo la dignidad del votante  y avivando las pulsiones humanas con el uso de símbolos, colores y liderazgos deficientes en moralidad, preparación y decoro.

El mecanismo de dominación del Estado induce al retraimiento silencioso dentro de una dolorosa fantasía: irse del país, quedarse para seguir luchando por la libertad o someterse al régimen. Los resultados electorales son otra mutilación a la expresión de la verdadera voluntad política  del ciudadano,  revelan el estado neurótico del pueblo  y el camino bifurcado a seguir en los próximos años: luchar y progresar hacia una libertad positiva o someterse al régimen y despojarse de toda dignidad autodestruyéndose como ser humano.

Según cifras del CNE los ciudadanos de 18 Estados del país decidieron el camino la hacia la izquierda para disolver la V República que ellos mismos fundaron, léase: la autodestrucción, el resultado del 15 de Octubre no puede ser otro, según la tesis de Erich Fromm en su obra El miedo a la libertad.

Twitter: @lidis1401

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