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Escenarios pesimistas del preso político venezolano

El preso político venezolano es un preso del régimen, en la persona de algún jerarca del gobierno y/o Psuv, preso sin delito porque en Venezuela no hay justicia, sigue suspendida o es amañada, acusado de mentir cuando dice desconocer “la comisión de los hechos falsos que le atribuyen”, más sí invocan “rebelión” o “traición a la patria”; tanto como su familia, padece su encarcelación, expuesto a riesgos y ultrajes incluso después de ser ordenada su excarcelación o cuando el Juez decide sobre algo distinto a lo que pide. Insisto, esta conceptualización no es académica, es del todo subjetiva. Su verdad, coraje y entereza entrañan infortunios que comienzan al perder la libertad por “cumplir su deber de informar”, “ser sapeado y entregado”, “ser usado como chivo expiatorio”, por “traición y cobardía de los que lo dejaron solo” o por “saña de sus adversarios”.

Esencialmente sufre doble condena, la de sus carceleros y la de mucha gente por no ser un preso político mediático, por ser “huérfano político”. Instituciones públicas, máxime la Defensoría del Pueblo, admiten que es objeto de violaciones a sus derechos fundamentales y en lugar de promover correctivos parecen alentarlas; la Fiscal General errante también le negó un gesto de buena fe, como era ordenar anular las imputaciones contra todos los presos políticos habidas en su gestión, caracterizada por impedir que se hiciera justicia en esos casos. Tras horas, días, años que se les va a sus familiares, amigos, partidarios y defensores pidiendo su libertad, se la dan a medias, cuando legalmente el gobierno venezolano está obligado a darle la libertad plena e indemnización.

Régimen y oposición usan al preso político venezolano como rehén, legitimando los secuestros precedidos de las detenciones arbitrarias que producen presos políticos convertidos en efectos de negociaciones que han resultado ser un fiasco. Está allí para el chantaje. La judicialización de su secuestro por parte de los organismos de seguridad del Estado y del Ministerio para el Servicio Penitenciario se formaliza con causas penales fraudulentas. De ahí el rechazo cuando hablaron de “personas detenidas” refiriéndose a él, después de ser tratado como una “ficha de canje” profundizando la “retaliación política” urdida en su contra. Todos coinciden, es “¡Un rehén de la dictadura!”. Amnistía Internacional, la OEA, la ONU, reafirman esa certeza, todo porque representa un peligro para el régimen, lo ven como una amenaza por ser respetado.

Desaparecer al preso político después de secuestrarlo hace trágica la violación a los derechos humanos. Luchando contra la violación flagrante del derecho legítimo a la defensa, avasallado por la negación de acceso a la justicia, a la salud, cuando los familiares “ya no saben dónde más denunciar tanta violación a los derechos humanos”, queda “sin asistencia legal y sin conocer su paradero”, “aislado”, “incomunicado”, recibiendo golpes con daños a sus órganos vitales, ajeno a garantías mínimas, víctima de “trasladados intempestivos” practicados en medio de la noche sin orden judicial. Así el régimen empeora la violación a sus derechos humanos por retardos procesales, agrandada aplicando la justicia militar a civiles, llegando a extremos vergonzosos violando la Declaración de Malta sobre las personas en huelga de hambre cuando él apela a ese recurso extremo para exigir libertad.

En este contexto, utilizar al preso político para hacer política es algo criminal, por esa vía terminará pudriéndose en la cárcel. Lo esperanzaron en las elecciones legislativas del 2015 con una ley que ni siquiera tuvieron la decencia de aprobar y en el diálogo lo engañan, la libertad no se discute en una mesa de diálogo, eso es validar su condición de rehén permitiendo que salga de la cárcel arrastrando un pesado grillete. Hablar con él y ofrecerle casa por cárcel, más que hacerle el juego al régimen es burlarse de su condición de secuestrado, afianzando el convencimiento de que no sale en libertad porque en la “MUD… dejan morir a los presos políticos”,  porque la alianza opositora “excluye a huérfanos políticos víctimas de la Dictadura”, “los abandonan a su suerte”. De hecho, el diálogo ha generado más presos políticos, elevando el costo de la libertad a quienes van a parar tras las rejas por motivaciones políticas, sembrando miedo entre éstos y sus familiares. Sin embargo, coraje e integridad despuntan en medio de estos sombríos escenarios.

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