Espejismos diplomáticos
Eduardo Soto Álvarez
Hay que reconocer que la compleja crisis de Venezuela ha concitado la atención de la comunidad internacional, la cual se inquieta por el accionar de un régimen facineroso, que afecta a muchos y conviene a pocos.
Sin embargo, la comunidad internacional no actúa en consecuencia y, salvo la excepción que confirman la regla, se limita a ejercicios de pirotecnia diplomática, manifiestamente insuficientes, pero que hacen sentir a todos adalides de la democracia.
Es un accionar vistoso y más bien vano, que tiene el malsano efecto de generar espejismos de esperanza, en los cuales muchos compatriotas todavía creen y resultan en una pérdida de foco que laxa los esfuerzos internos.
Ciertamente, a nivel nacional tenemos liderazgo, objetivos claros y apoyo mayoritario, pero sin suficiente mordiente por ahora, mientras que el régimen incrementa a diario su saña represiva, con la ayuda práctica de los dos o tres gobiernos que lo apoyan.
Aunque la ética no sea faro orientador en materia de política exterior, es evidente que la actuación de la cúpula chavista es perversa, contraria a la moral, a las leyes y es notorio que tiene años atropellando al pueblo y descalabrando el país. Por tanto, no es fácil admitir que la comunidad internacional se limite a saludar la bandera, a insistir en vías que han comprobado ser callejones sin salida (pero convenientes para el régimen) y no deja de ser culposo que pretenda evadir responsabilidades, recurriendo a pruritos de imparcialidad y de legalismo.
Quizás tengamos que esperar hasta que la hambruna y la desesperación generalizadas, se transmuten en una oleada indetenible que dé al traste con la usurpación.
El costo de recuperar la libertad sería entonces mayor, aunque potenciaría la conciencia cívica de nuestro pueblo, para que nunca más se exponga a perderla.