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Estado quebrado y pueblo sacrificado

Aquel viejo refrán de nuestras abuelas de que unos se comen el mango maduro y otros pasan la dentera, es perfectamente aplicable al pueblo venezolano en estos tiempos de Socialismo de siglo XXI, cuando escuchamos los sucesivos mensajes presidenciales de justificación de la catástrofe que padecemos.

La actitud de la vocería gubernamental refleja su decisión de llevarnos a una confrontación interna de magnitudes imprevisibles, en lugar de reconocer el desprecio popular que los derrotó en las elecciones legislativas de diciembre, insisten en el argumento ideológico del temor al capitalismo, a las privatizaciones, cuando en realidad este ha sido el gobierno más neoliberal y explotador que haya conocido nuestra historia.

Con el cuento del socialismo y la revolución nos han llevado a una anti-sociedad de carencias sociales y económicas, que ha derivado en una restricción absoluta de nuestra libertad, al no poder una familia por la caída de los ingresos siquiera planificar que va a comer en la semana, mucho menos vestirse o dotarse de un bien necesario para una vida digna. Cuando un ser humano se despierta en la mañana y no sabe si va a comer al mediodía se encuentra en el umbral de la indigencia y la barbarie.

El mensaje presidencial de las recientes medidas económicas era esperado con ansias por la población extenuada y expoliada por un 300% de inflación de 2015, para luego sufrir otra frustración más al sacar de la chistera manoseadas decisiones, que no frenan el alza de precios, sino por el contrario las incrementan.

Con decisiones como el aumento de la gasolina, la devaluación del bolívar de 6.30 a 10 bs., no va a retornar ni un solo dólar a la maltrecha economía nacional, pero si van a sustraer más bolívares de los raídos bolsillos de los ciudadanos para tapar el insondable hueco fiscal creado por su negligencia. De allí que el manido aumento salarial y la nueva cesta ticket ante la gigantesca inflación que se anuncia para 2016 mayor al 700%, jamás compensarán  el tsunami de altos precios que arrasará aún más nuestra decrepita condición social.

En resumen tras todos los anuncios económicos maduristas el pueblo termina siendo el sacrificado,  y entre tanto el Estado no da ninguna demostración de reflexión del gasto, ni de disminución de su permanente derroche, crea nuevos ministerios a granel, continúa con el gasto militar como si enfrentáramos la guerra de las galaxias, mantiene giras universales en procura de altos precios con comitivas de centenas de personas, permanecen los convenios antinacionales de entrega de nuestro petróleo a Petrocaribe, Cuba, China, dadivas a gobiernos y comunidades en diferentes continentes.

Llegó la hora de las vacas flacas en un país donde no se garantiza ni la electricidad, luz, agua, transporte, salud a millones de seres humanos y al mismo tiempo es el momento que el Estado en toda su estructura nacional, regional y local revise sus presupuestos y raspe la olla para asistir y afrontar las condiciones precarias de la población.

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