¿Estamos ante un dilema Shakesperiano?
Frente a la elección de alcaldes pautadas, de manera apresurada para el 10 de diciembre por este cuestionado CNE, los venezolanos estamos hoy ante un dilema parecido al del monólogo de Hamlet: ser o no ser, he allí dilema.
Los recientes eventos electorales realizados este año han suscitado numerosas críticas y repulsas por la manera parcializada como se llevaron a cabo, sin permitir la presencia de una observación internacional confiable, y la ausencia de la obligatoria auditoría de los resultados.
Muchas personas, dentro y fuera de Venezuela, han argumentado que mientras no se modifique la composición del CNE tal cómo está está establecido en los lapsos previstos en la Constitución vigente, no tiene sentido participar en comicios electorales y que, por ende, la respuesta debe ser una abstención generalizada.
Por otra parte, hay quienes, sin negar las fallas y arbitrariedades del sistema electoral vigente, estiman que, a pesar de ellas, los demócratas tienen como su única arma, el voto.
Ambos puntos de vista son racionales y tienen un importante contenido ético y político, por lo que en la ocasión de la próxima gesta electoral nos encontramos ante una circunstancia que la picaresca criolla define muy bien con el dicho: o me agarra el chingo o el sin nariz.
La elección de alcaldes es tal vez lo que tiene más impacto directo sobre los vecinos de los municipios, ya que sus acciones tocan de manera muy directa sus condiciones de vida, por lo que no puede considerarse como menos importante que la de los gobernadores y allí es donde el dilema Shakesperiano se hace más palpable, porque ¿conviene, por razones de principios y también de realismo, quedarse sentados y entregar sin luchar las alcaldías que fueron ganadas por amplios márgenes por sectores adversos al régimen, o, a pesar de conocer muy bien las circunstancias en las que se realizará el evento electoral, luchar y votar, así sea enfrentando todos los obstáculos y triquiñuelas?
Ir o no ir a las municipales, he ahí el dilema…