Estrategias contra la barbarie
El que vive en Venezuela sabe que cada día somos menos país, con instituciones devenidas en secretarías políticas de un régimen alérgico al ADN democrático de la nación. Es tal la rabia que siente la cúpula gobernante por esa democracia internalizada en 40 años de puntofijismo, que en tiempos de crisis (de valores, económica, sanitaria, política) invierte sus menguados recursos en propaganda para desacreditarla y mantenerse en el poder.
La oferta del régimen, lo que sus publicistas bautizaron pomposamente como “Socialismo del siglo XXI” es: narco-política, corrupción, destrucción institucional, descalabro económico, hambre, violencia generalizada y desesperanza. A pesar de eso, hay sectores de la población que aún son capaces de ver, al final del túnel, la luz del camión (la idea es de Laureano Márquez) que les trae los productos subsidiados a Bs.6.30/dólar. La esquizofrenia: 6.30/dólar versus Bs.420/dólar en el mercado abierto.
Esta profunda crisis, que amenaza con fulminar a cada venezolano es, en sí misma, un incentivo para oponerse al narco-régimen. Las oposiciones tendrían que divulgar esta catástrofe entre sus partidarios (ya que el padecimiento es desigual a lo largo del país), pero también tienen que abrir llaves de escape para que la gente proteste y canalice la angustia y frustración que hierve en los hogares “no enchufados” del país.
A la estrategia electoral, que aglutinó a más de 700.000 venezolanos en las pasadas elecciones primarias realizadas por la Mesa de la Unidad Democrática, debe sumarse una estrategia que active las protestas de calle a nivel nacional y, por supuesto, los estudiantes deberían activarse con sus propias agendas. Este no es un momento normal ni estamos en un “país normal”. Lo repito, cada día somos menos país y la lucha contra la barbarie demanda pluralidad de criterios, y dentro de éstos, pluralidad de tácticas.
Ante un narco-estado que encarcela jueces que imparten justicia, o cierra tribunales para que no sentencien, asesina fiscales o le usurpa sus curules a diputados electos por amplias mayorías, es ingenuo ( o muy interesado) sólo tener un Plan Electoral. Es urgente activar la calle que, ante la escasez de medios de comunicación imparciales, es el mecanismo natural para amplificar la voz de los venezolanos y, por supuesto, desplegar estrategias más segmentadas hacia las redes sociales, universidades, sindicatos y otros gremios profesionales. Lo mejor de esta pluralidad de enfoques es que no requiere de un “comité central” (esos que le encantan a los políticos de maletín) que le dicte líneas, pero si necesita un pacto de respeto y, en caso extremo, de apoyo incondicional al momento de recibir el ataque de los violentos del régimen (Guardia Nacional y sus diversas fuerzas paramilitares, por sólo mencionar a los agresores «físicos»).
Yo votaré en las parlamentarias, pero también marcharé, gritaré consignas, publicaré artículos, protestaré en la calle, promoveré etiquetas en las redes sociales y me sumaré a cuántas iniciativas se encaminen a preservar lo poco de civilizado que le queda a este territorio baldío que aún llamamos Venezuela.
@ivanxcaracas
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