Foto-Frontera: Iconografía de la Xenofobia
“Entraron a mi casa abusivamente, destruyeron lo que encontraron y nos subieron a los camiones sin respetar nada. Mi esposa y mis tres hijos fuimos sacados del domicilio, y eso que tenemos documentos venezolanos. Es un completo atropello”, dijo una de las víctimas de los abusos en una zona de invasión ubicada en San Antonio del Táchira.” (Entrevista de Tatiana Solan, El Tiempo TV, Colombia)
La fotografía periodística y documental nos devela realidades que se desean ocultar, más en países como Venezuela donde la prensa, y los medios de comunicación, son censurados, y cerrados. Las imágenes que se publican de este conflicto navegan a través del ciberespacio, y muestran un rostro de Venezuela que golpea la dignidad. Es la deportación de pobladas que llegan al lado colombiano de la frontera tras cruzar el río Táchira. Hay pocas imágenes del maltrato a los inmigrantes en Venezuela, por tanto desconocemos la dimensión real de lo que está sucediendo en la frontera con Colombia en el Estado Táchira, al declarar un Estado de Excepción.
Implementado bajo el nombre de Operación para la Liberación del Pueblo es este un operativo militar, una cruzada nacionalista, y xenofobia masiva de ahí que tenga las siglas de la (OLP), Organización para la Liberación de Palestina, pues se desea crear una matriz de opinión a nivel internacional de que la República Bolivariana de Venezuela se encuentra en un conflicto similar al del Medio Oriente: estamos siendo invadidos por los paramilitares colombianos disfrazados de pacíficos ciudadanos.
Se busca ocultar las verdaderas razones de esta razia, y justificar el terrorismo de Estado, al crear un nuevo chivo expiatorio para los males del país. Ya no son los empresarios venezolanos, ni la guerra económica los culpables de la escasez, la inseguridad, la inflación más alta del mundo, sino los miles de colombianos que se han dedicado a enraizar sus vidas en Venezuela. Y la razón de esto es clara, entorpecer el proceso electoral que se avecina el 6D. Tal como escribe Plinio Apuleyo Mendoza, en el Tiempo de Colombia: “De ninguna manera se trata de un conflicto entre los dos países, como quiere presentarlo Maduro. Los atropellos contra los colombianos son obra exclusivamente suya.”
Paradójicamente no es la narco guerrilla de la Farc la afectada pues ella es respetada, protegida y admirada por el régimen. Y está a hecho público su apoyo a esta acción de la República Bolivariana de Venezuela, en contra del pueblo colombiano. Se está ante una forma de ejercer el poder caracterizado por el ocultamiento, y la ausencia de transparencia por la destrucción de la democracia y de sus instituciones.
Entre las imágenes tomadas en el Táchira están las casas fotografiadas y marcadas en spray con letras “D” para señalar su demolición, o un “R” para ser revisada por los militares. Signos que decretan un destino para estos latinoamericanos, cuyos hogares fueron arrasados hasta sus cimientos, para luego ser despojados de sus bienes. Esto evidencia un experimento del régimen para asumir el control del país militarmente “Nos tocó ir por las cositas que se quedaron y pasar la trocha y el río Táchira, a oscuras, con mucho miedo y a escondidas. Eso es increíble, nosotros somos trabajadores honrados, muchos con nacionalidad venezolana… (Entrevista de Tatiana Solan, El Tiempo TV)
En este sentido es significativa una fotografía que logró captar, lo que quedó de un hogar tras ser revisado. Entre escombros un soldado escudrilla entre los restos de lo que fuera un hogar, con una linterna en una de sus manos y una ametralladora colgada del hombro, husmean entre espacios donde aún se muestran huellas de la vida familiar que existió en algún tiempo. La escena es apocalíptica, los vidrios rotos de la ventana, en el suelo se ven lo que fuera los utensilios de una cocina entre fragmentos de cemento, mampostería, ladrillos, cajas, botellas, etc.
Las fotografías de las casas que fueron revisadas, muestras escenas de guerra. En una de ellas más de veinte militares fuertemente armados, y una tanqueta, parecieran no ser suficientes para esposar a dos hombres desarmados, a quienes podrían juzgar de paramilitares a pesar de no haberles encontrado prueba alguna. Uno de estos mismos jóvenes sale en otra fotografía esposado, con el rostro cubierto con una máscara negra, para evitar que fuera identificado. Se está ante la total ausencia del cumplimiento de los derechos humanos, y de los tratados internacionales. Es la total impunidad ante el otro. ¿Qué se le está olvidando al Venezolano que observa con neutralidad y algunos hasta con orgullo estos hechos? Se olvidan que hoy la represión es contra los colombianos. Pero en un futuro podríamos ser todos los que están bajo sospecha, o víctimas de un operativo para desconocer o manipular las elecciones parlamentarias del 6 D.
En las fotografías de los puentes destacan los alambrones con púas hirientes tensados de lado a lado, entre Táchira y Colombia, sostenidos sobre estructuras de acero. Son las nuevas obras de ingeniería militar del régimen. Acompañadas de formaciones militares, trajeados con chalecos antibalas y armas de guerra. Esta violencia simbólica busca separar un territorio que se sentía uno. Provocar terror en la población civil de Venezuela y acostumbrar al ciudadano a este tipo de soluciones para imponer un régimen ilegitimo. Es la evidencia real de que no se está ante un Estado que busca el diálogo democrático, sino imponer el poder coactivo al pueblo.
Estas miradas muestran el dominio total sobre la población civil, se desea un éxodo de colombianos, y crear inadversión y fanatismo hacia los que pueblan toda nuestra geografía. Alrededor de estas barricadas hay un orden espacial en cual la Guardia Nacional Bolivariana domina el territorio, como un depredador. Tienen sobrada experiencia, así entran en cada ciudad, pueblo o caserío cuando llegan los productos básicos, están allí para evitar y controlar el caos y degenere en estallidos sociales y saqueos, que se han venido dando a lo largo y ancho del país en pequeña escala.
El drama humano que rodea estas barricadas evidencian familias divididas, como se observa cuando dos pequeñas niñas que pudieran ser hermanas, se ven con tristeza en lados opuestos de la alambrada, tocando con sus dedos el acero desnudo y lacerante, como deseando hacerlo desaparecer mágicamente. Ante este panorama del lado civil se ve en los rostros desamparo, la impotencia ante el poder del ejército, es la tragedia que ha vivido Venezuela desde su Independencia. La caja de Pandora que dejaron escapar nuestros héroes independentistas: el caudillismo, la montera, el autoritarismo, el militarismo y el mesianismo que aun dominan y determinan el destino del país. Uno de los objetivos centrales del satanizado y Pacto de Punto Fijo (1958), y del Plan de Barranquilla (1931) fue separar a los militares del ejercicio del poder o “de la cosa pública”, pues desde el siglo XIX lo venían ejerciendo arbitrariamente impidiendo la modernización del país, y que el ejército cumpliera la función que les corresponde en todo Estado moderno: defender la soberanía del país, y no convertirse en una facción política, o en su guardia pretoriana como está ocurriendo.
Este clima de odio, y nacionalismo instaurado por el régimen, se materializa de manera cruda en dos fotografías, una que muestra a un grupo de simpatizantes del madurismo ubicados en una esquina del Táchira gritando, y riendo de su triunfo al haber expulsado al otro. Destaca una mujer con gestos de ira en el rostro, mientras sostiene una pancarta entre una de sus manos donde escribió: “Hijos de inmigrantes de mierda fuera”. No se conforma con el mensaje xenofóbico e insultante, sino que entre sus manos tiene un tubo que gestualmente es metáfora de la agresión física que desearía ejercer sobre su víctima: el inmigrante legal o ilegal. Y el mensaje se refiere a hijos de inmigrantes o sea a venezolanos. Esto es resultado de la manipulación ideológica del chavismo y su socialismo del siglo XXI, a lo largo de 15 años. Otra fotografía con contenidos similares fue tomada en Maracaibo, donde una militante del PSUV sonriente y orgullosa sostiene una pancarta donde escribió: “Vos y yo Apoyamos el Cierre” junto a un rostro del ex presidente y de un miembro de PSUV.
Esta razia busca crear un clima de guerra manipulado. Se encontró al culpable de la peor crisis económica, política, social conocida en la historia de la Venezuela moderna y contemporánea: el otro, el extranjero, el colombiano civil. En lugar de supuestos paramilitares, las fotografías muestran niños pequeños llorando cargando sus juguetes, tomados de brazos por sus familiares para evitar ser arrastrados por las corrientes del rio Táchira. No cargan armas de guerras, ametralladoras, botas o uniformes, granadas, trajes militares, sino van semi desnudos, vestidos tal como pudieron huir de Venezuela entre maltratos de todo tipo, por eso están con chores, franelas, chancletas. Muchos de ellos vinieron a Venezuela huyendo de los estragos de las guerrillas colombianas, y ahora la guerrilla apoya este operativo.
Estas miradas más allá de cualquier consideración política, evidencian dos visiones del mundo y estéticas opuestas, en este operativo de inspiración genocida: la del militarismo ordenado, armado, pulcro, con vistosos relojes, botas pulidas, lentes brillantes, siempre en posición de ataque, confiados en sí mismo, sin dudas en su ser, adiestrados para no dudar, y recibir órdenes; se oponen a ellos la desbandada de la población civil, mal vestidas, desnutridas obligadas a huir, con lo que tengan a mano, insalubres. Dudando a cada paso por su destino, contrastan con el orden y asepsia del militarismo. Entre ellos, no hay posees marciales, sino imágenes de hombres cargando camas, colchones, mesas de noche, neveras que en otro momento sirvieron para dar resguardo y amor a una familia, y ahora son llevadas por hombres como si fueron cruces que van al Gólgota. Son fotografías que muestran filas de padres de familia, acompañados de sus hijos y esposas casi cayéndose por el peso que llevan entre sus espaldas y en el alma. Del lado colombiano son ayudados por las fuerzas civiles y policiales en un esfuerzo de minimizar esta tragedia de resonancias continentales.
Son masas de colombianos y venezolanos que tratan de salvar los despojos de sus hogares, y todo aquello que pueda ser útil para reconstruir la vida perdida. Entre ocultos caminos, y cruzar ríos, o riachuelos que separan ambos países Son miles de personas durante todo el día transitando entre caminos llenos de resequedad, soledad y obstáculos. Ante el cierre de los puentes que hacen de fronteras. Una de estas de estas fotografías, muestra el otro lado de esta realidad, la huida en soledad de una pareja joven con su niño entre brazos, vadeando un solitario río. Es una de las imágenes icónicas de estos portafolios.
En este marco de estéticas y visiones del mundo encontradas, el Estado autoritario está demostrando cada vez con mayor crudeza su tendencia hacia el totalitarismo. Rostros de mujeres angustiadas, llorando de dolor, de humillación mientras cargan entre brazos sus querencias, rodeadas de Guardias Bolivarianos y soldados insensibles a su dolor. Obligados a cruzar por los caminos verdes como ruta oficial, mientras las vías usadas normalmente están tomadas por el ejército. Es un doble acto de humillación. Se les cierran a los colombianos los puntos de comunicación entre Estados soberanos que respetan los derechos humanos, y se les obliga a huir como delincuentes.
Es necesario meditar y reflexionar sobre estas fotografías y acciones que señalan al Venezolano, lo que le puede ocurrir si se rebela contra el poder, que en esta ocasión se lanza el brutal poder del Estado contra los colombianos, pero en el futuro podría ser contra el país para mantenerse en el Poder.
Estamos ante la arbitrariedad y el autoritarismo, disfrazado como democracia, cuando actúa de hecho como una dictadura. A través de acciones fuera de todo marco institucional, que develan el Leviatán a que se enfrentan todos los venezolanos. Se acercan las elecciones parlamentarias y estos conflictos creados en las fronteras, son parte del intento de crear un fervor nacionalista, por un lado y por otro se podría estar ante el escenario para manipular, o desconocer los resultados electorales a través de la militarización. Se está tramando una estrategia para la perpetuación del status, ante el estrepitante fracaso del Socialismo del Siglo XXI.