Franco Contreras: El Arte como Divertimento
Eduardo Planchart Licea
El hablar pausado de Franco Contreras emana ecos de páramo, son palabras sencillas; evitan lo rebuscado, se traman a su entorno, así como lo hace cada una de sus esculturas al materializar la esencia de los materiales con que son construidas. Materializa la fragilidad, haciendo visible lo invisible. Se inspirada su hacer en el día a día como concreción de la realidad. Lenguaje ancestral, ligado al campo, al cultivo, a la tierra, a los cafetales que ´retan al otro a continuar cada escultura en la imaginación, se transforma la contemplación sensible en conocimiento. Podríamos estar ante una mayéutica de la estética que nos permite apreciar la belleza en que existimos. “Me importan las relaciones de la obra con el espacio, el volumen, el gesto del palito de café, que es como un dibujo… la obra es como para divertirme, para disfrutarla”.(Franco Contreras, 2018)
El elemento fundacional de su cosmogonía es “el nudo”, base simbólica y técnica de ensamblajes e instalaciones, de ahí el carácter arcaico que emanan. Es uno de los elementos esenciales de la cultura humana, las fibras naturales torcidas convertidas en cuerdas, hilos a través del nudo unen lo separado, lo diferente para convertirlo en hachas, flechas, cestas, techos, telares, indumentarias…desde la prehistoria hasta hoy. Recuerda Franco que en el campo todo se amarra: “Papá todo lo amarraba, y en esa época escaseaban los clavos, la soldadura… Papá era muy cómico, tenía carros y veías que el asiento era amarrado, por debajo amarraba los tubos, lo que podía se amarra…”. (Franco Contreras, 2018)
La conjunción de la cuerda y el nudo son una de las bases constructivas de culturas que existen en armonía con la naturaleza, de ahí la sincronía de cada una de ellas con los puentes que crean los yanomami con ramas y troncos entrecruzados, unidos con amarres de fibra para cruzar los ríos selváticos, o los bellos puentes tramados por los Kogi, de la Sierra Nevada de Colombia.
Estos ensamblajes podrían ser considerados metáforas del textil contemporáneo, donde se asume el abecedario básico del tejido como es el nudo y la cuerda, que crea la trama y la urdimbre, en su caso no hace telas, sino usa el nudo para tramar ramas de café. A través de esta dimensión proyecta la cotidianidad del venezolano que inicia el día con aroma y sabor de café. Contreras es un apasionado del grano originario de Etiopía y traído por Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, gusta del color, el olor, el peso de esta madera, que es usado en el campo para reparar las cachas de machetes, hachas y martillos. Ramas de cafetales se transforman en esculturas conceptuales al ser llamadas en cada exposición “Obra Primera”, se crea la relación de que parecieran crearse a partir de la nada, al ser hechas con un material ignorado por el arte.
Las cercas es otro de los elementos de esta cosmogonía estética, ubicadas en la cercanía de los conucos, para que las gallinas, los cochinos y otros animales del campo no se devoren las plantas de los sembradíos. Y son construidas con ramas y elementos que se encuentran en el sitio, creando composiciones eclécticas que tienen un fundamento utilitario.
Se está ante un lenguaje que fusiona lo que el artista llamaría “lo primitivo” con “lo contemporáneo”, esta síntesis la realizó gracias a sus estudios de historia del arte en ULA, donde fue profesor, por tanto conoce muy bien los diversos períodos y tendencias del arte a nivel teórico. Es conocedor de las vanguardias, y por ejemplo es un estudioso de la obra de Richard Serra, como serían las instalación presentadas en el Museo Guggenheim de Bilbao, España que llamaron su atención por estar hechas con láminas de acero que pesan toneladas, sin otro soporte que ellas mismas, y crean el vacío a través de los espacios que dejan entre ellas, para convertirse en pasadizos, y laberintos. Las instalaciones del artista merideño se oponen a la pesadez, la dureza e inorganicidad de las instalaciones del artista norteamericano, pero también se crean puntos comunes como serían la ingravidez, el equilibrio inestable, el uso de las texturas del material, y el juego con el vacío.
Nudos, cercas, cafetales, bambús, serían los materiales de las obras primeras. Con el filo de machetes corta y da forma a los palitos de café, razón por la cual en sus exposiciones crea obras con machetes intervenidos, como un tributo a esta herramienta de trabajo del campo.
La búsqueda del artista es crear lo sublime a través de lo frágil, lo majestuoso, lo mínimo, y hacerse eco de lo telúrico, su cosmogonía creativa tiene paralelos con la narrativa de Juan Rulfo, en obras como Pedro Páramo, donde cada oración brota de una reflexión poética, y sus ecos son resonancia del Ser. Serán decires que llegan como olvidados chismorreos de pueblos perdidos en el tiempo y el espacio. Las palabras en la narrativa de Rulfo, están preñadas de significaciones, y los planos de la vida y la muerte se funden. Así cada una de estas instalaciones de color, textura de café y nudos, tienen dimensiones simbólicas asociadas a la tensión entre eros y tanatos, a través del vacío como volumen virtual, expresión de la nada; en oposición a la materia como proyección de la realidad poetizada.
Estas esculturas parecieran brotan cual enredaderas de las paredes, colgadas con cabuyas, ingrávidas, casi fantasmales que renacen a través de la mirada del público al rodearlas, o percibir sus lúdicas sombras. Se inspiran cada una de ellas, en la frescura del día a día. Son formas que parecerían ser azarosas, pero a medida que se miran se transforman en pajareras, murciélagos, racimos de cambures como en su exposición “Obra primera XVI” en la Galería del Trasnocho Cultural, Caracas, 2018. Estas tramas de cafetales, crean formas en el espacio de ramas que iban a su extinción, cada una de ellas renació al ser recolectadas, cortadas, lijadas, curadas y anudadas. Renacieron a una nueva existencia, que a su vez es temporal, pues se arman y desarman, cual rompecabezas, y no siempre asumen la misma forma. El cambio, la transformación es otra de las categorías la cosmogonía estética del hacer de Franco. Así, la culebra de diez metros que se armó en la Galería TAC, para retornar al taller tuvo que ser desarmada, y cuando vuelva a renacer en otro espacio expositivo sus forma serán diferente, y así sucederá en el existir de cada una de estas esculturas.