Fujimurazo y Madurazo

Carlos Armando Figueredo
El 5 de abril de 1992, el presidente japonés-peruano Alberto Fujimori dio un autogolpe al disolver el Congreso. Lo hizo descaradamente en cadena nacional de radio y televisión. Disolvió el Poder Judicial peruano que, a diferencia del venezolano, era independiente y autónomo; no obedecía las órdenes del presidente como sí las obedecen los jueces venezolanos –sobre todo los magistrados del Tribunal Supremo− que empezaron por someterse a Hugo Chávez y ahora, con más descaro, se someten a Nicolás Maduro.
Hablamos de “madurazo” pero podemos hablar de “chavezaso” porque fue Chávez el primero que emuló a Fujimori cuando inconstitucionalmente creó, mediante artimañas y tramposerías, la asamblea constituyente para que asumiera todas las funciones y atribuciones de la Asamblea Nacional.
Estamos viendo ahora que el dictador Maduro no se atreve a seguir, al pie de la letra, el ejemplo de Fujimori; no le ha ordenado a la írrita asamblea constituyente que disuelva la Asamblea Nacional –cosa que quien la preside, Diosdado Cabello, está muy dispuesto a hacer–; busca otros medios de hacerlo, seguramente bajo estrategia concebida por cercanos asesores. Entre esos medios están ataques violentos al Palacio Legislativo perpetrados por colectivos armados, frente a una Guardia Nacional encargada de custodiar y proteger la Asamblea que se hace la vista gorda frente a esas agresiones; le ordena a la Sala Constitucional del TSJ que decida que una serie de diputados sean enjuiciados por delitos que no han cometido, le exija a la ilegítima constituyente que les levante la inmunidad; que le pida al fiscal general de la República que presente acusación y a jueces que dicten allanamientos y órdenes de detención. El miérdole, 8 de mayo, logró que el SEBIN arrestara al Primer Vicepresidente de la Asamblea Nacional. Edgar Zambrano, cosa que hicieron arrastrando con una grúa el vehículo dónde él se encontraba y del que se negaba a salir –faltó poco para que los del SEBIN dispararan contra la puerta y las ventanillas para obligarlo a salir.
En Perú, a los diputados de la oposición, al producirse la disolución del Congreso, se les impidió entrar al mismo, pero siguieron reuniéndose clandestinamente y decidieron declarar la vacante del presidente. En Venezuela, el gobierno, a pesar de los ataques violentos de los colectivos, de la negativa de pagar lo que le corresponde presupuestariamente, no ha podido impedir que los diputados sesiones ni que hayan logrado resolver constitucionalmente que Maduro, al juramentarse, el 10 de enero de 2019 ante la constituyente como presidente electo inconstitucional e ilegalmente, con fraude, el 20 de mayo de 2018, lo haya declarado usurpador y haya juramentado a Juan Guaidó como presidente interino, reconocido por cerca de 60 Estados democráticos y por organismos internacionales como la OEA.
Después del fujimorazo, Alberto Fujimori logró permanecer en el poder hasta el 2009 porque no tenía en su contra a la comunidad internacional que en parte se alegraba porque había logrado acabar con el terrorismo del Sendero Luminoso y porque en Perú no había una crisis humanitaria tan terrible como la de Venezuela. Cayó por corrupción y por violaciones graves de derechos humanos. La caída de Maduro está muchos más cercana porque la oposición está unida, porque 88% de los venezolanos quieren que se vaya, porque en la historia de América Latina nunca se había visto un apoyo tan grandioso a un gobierno legítimo como es el de Guaidó.
El ilegal y violento arresto de Edgar Zambrano puede ser la gota que haga desbordar el vaso de agua.