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Gerencia avanzada para la universidad

“No es tarea de la Universidad ofrecer lo que la sociedad le pide, sino lo que la sociedad necesita…” EDSGER WYBE DIJKSTRA

La globalización como proceso económico y cultural, ha fusionado y entrecruzado dinámicas  productivas, sociales y ecológicas  donde se cuestiona el paradigma de pensar en el marco de contraposiciones que parecieran radicales y contrarias pero que tienen elementos que las vinculan y las hacen interdependientes: centro versus periferia,  capitalismo versus socialismo, ganar versus perder, lo físico versus lo espiritual, lo urgente versus lo importante, entre otras; conduce a esgrimir una nueva manera de concebir  e interpretar los fenómenos sociales  y culturales a partir de la premisa de que la realidad es un todo integral, complejo y multipolar por lo tanto el desafío de la globalidad es, al mismo tiempo el desafío de la complejidad.

Desde  esta perspectiva, los problemas organizacionales de liderazgo, toma de decisiones, relaciones de poder, innovación y cambio, deben ser afrontados bajo un nuevo paradigma del pensamiento humano, que permita recuperar los valores esenciales de la vida y  construir nuevas propuestas de desarrollo social, es decir, un paradigma integrador  que logre sintetizar la razón y la sensibilidad en un sistema abierto, hombre-trabajo-sociedad-naturaleza.

Ahora bien, la  afirmación de que la gerencia avanzada es responsable del éxito o no de la organización, indica la necesidad de gerenciar con este grado de responsabilidad, construyendo y lideralizando organizaciones donde la gente manifieste continuamente su aptitud para comprender la complejidad, clarificar  visiones, cambiar los modelos mentales y asumir retos compartidos, es decir, ser responsables de aprender.

Sin embargo, cuando la gerencia  es requerida, pareciera que privaran los intereses de grupos de individuo por encima de los intereses de todos, de la organización y la sociedad. De allí, que las organizaciones sean la expresión de una cultura que refleja un marco de valores, creencias, ideas, sentimientos y voluntades de una comunidad institucional; por tanto, las organizaciones están llamados a vivir en un mundo en permanente cambio como consecuencia de las transformaciones políticas, económicas y tecnológicas de la sociedad; a todas estas transformaciones  no es ajena la Universidad, puesto que en ella se vive en un universo pequeño y controlado, esos mismos cambios que se dan en el mundo societal y que desencadenan incertidumbres y caos al momento de buscar identificar cómo entre tantas contradicciones y posturas contrarias, sigue habiendo vías comunicantes que terminan por construir nuevos escenarios de convivencia y relaciones humanas y laborales.

Así lo refiere, Walter Ambrosetti, cuando señala que las instituciones universitarias, como organizaciones inteligentes, están llamadas a identificar su pertinencia social con la coherencia entre sus funciones y las demandas del entorno; de una manera convertir la universidad en coautora del cambio social e impulsadora del mejoramiento de la realidad de vida en la sociedad. Se aprecia, hoy día,  que las instituciones universitarias tienen como una realidad inexorable, acoplarse a los cambios que se dan en dinámica social para su supervivencia, lo que implica, modificación en los modelos de dirección y gerencias, rompiendo las estructuras operativas anacrónicas para que puedan funcionar como verdaderos sistemas abiertos y ser más  productivas a la sociedad.

            En este contexto, juega papel importante la eficacia del gerente; según expone  Peter Ducker, acudiendo a las habilidades del ejecutivo eficaz, el gerente académico debe buscar hacer las cosas correctas, y hacerlas bien; un gerente de una Universidad necesita de inteligencia, imaginación y conocimiento, para potenciar sus habilidades; se requiere mucho más que trabajar duro, trabajar efectivamente. Es lo que Drucker identifica como prácticas fundamentales de un gerente eficaz: que sepa en qué invierte el tiempo, se enfoque en la contribución, desarrolle sus fortalezas, establezca prioridades, y sistematice la toma de decisiones, definiendo el problema, especificando lo que la decisión debe lograr, convirtiendo la decisión en acción y probar la efectividad de la decisión alcanzada.

A este respecto, uno de los rasgos fundamentales de la gerencia eficaz en el ámbito universitario, es la acción gerencial de calidad, ya que determina la relación con la responsabilidad y la capacidad de respuesta que esa gerencia es capaz de dar en el desarrollo de las actividades propias de cada institución u organización.

En el contexto institucional de las Universidades en Venezuela, la necesidad de una gerencia eficaz ha estado a la orden de las discusiones académicas y de los grupos didácticos del comportamiento organizacional; en especial se ha evaluado la condición de la actividad gerencial en las instituciones de educación superior, donde, la educación universitaria se comporta contradictoriamente con las políticas enunciadas por el Ministerio o instancia gubernamental a la que le toca direccionalizar las políticas educativas universitarias; acá la responsabilidad y la eficacia para la calidad en la gestión del gerente se pierde en su totalidad porque pasa de ser un ejecutante de acciones de gestión, donde se busca mejorar la cotidianidad y herramientas institucionales que le den impulso a la actividad universitaria, a ser un actor político que en el marco de las contradicciones fija postura pero se niega a establecer vínculos y diálogo. Si se hace alusión hoy día a una crisis Universitaria, no es un asunto de calidad de vida o remuneraciones, ha sido un asunto de confrontación política con actores que no son “políticos” en el sentido de su rol institucional, sino que fungen como contrarios simplemente. Es lo que en el argot del vulgo se conoce como “criticar por criticar”.

De esta manera, se hace necesario transformar el esquema de conexiones y de respuestas gerenciales en la educación superior de Venezuela, buscando establecer atención a la dinámica gerencial, aspecto que, de mejorarse contribuirá notablemente a canalizar la organización institucional educativa, hacia un funcionamiento y evaluación de la gestión universitaria que posibilite asegurar la cohesión de una cultura organizacional con todo en una visión  sistémica.

Ahora bien,  es cierto que no hay una coherencia en el manejo de las políticas públicas del sector universitarios en razón de las necesidades de este contingente social que tiene  necesidades específicas para el logro de sus objetivos laborales y académicos, pero ello no implica que hay que deslindar la idea de que las principales funciones de las universidades están estrechamente relacionadas con la cultura e idiosincrasia de los pueblos, donde las universidades incluyen transmitiendo valores, creencias y comportamientos que se consolidan y comparten, brindando la posibilidad de todo cambio social y cultural dependa en gran parte de la dinámica  gerencial que se emprenda en las universidades, ya que desde allí se promueve la participación en la garantía de mejores niveles de calidad y existencia; solamente así se logrará  desarrollar políticas, planes y programas acordes con los nuevos paradigmas y una revisión de la gestión docente universitaria acorde con las demandas sociales y donde las universidades comiencen a sentir que no forman parte del problema sino de la solución.

Sin embargo, la realidad pareciera ser otra, en las universidades públicas y privadas en Venezuela, se presenta una dinámica gerencial con una visión determinista, mecanicista y formalista donde el gerente generalmente desconoce, oculta o disuelve todo lo que es subjetivo, afectivo, libre creador; en cuanto a la administración del recurso humano, de las ideas y criterios que expresan respecto a la vida de la organización, lo cual repercute en el ambiente laboral, profesional y educativo y en definitivo, en la cultura organizacional.

Por ello se hace necesario abordar la realidad universitaria venezolana utilizando los principios de la concepción la naturaleza humana, opuesta a la concepción mecanicista y robótica, dándole mayor importancia a la sistematización de las políticas públicas universitarias que a las potenciales contradicciones que de manera ideológica o de interés de grupos, se puedan ir presentando; la teoría de sistemas o enfoque sistémico, se muestra como una manera adecuada de concebir, desde el punto de vista de la interdisciplinariedad,  las propiedades comunes que permitan la conjunción con la riqueza, el valor agregado, la acción, transformadora y el conocimiento, concebido como el bien principal o más importante de una persona, capaz de regenerarlo, con sus energías físicas y mentales. Es necesario que en el ámbito universitario haya voluntad.

 Ante este panorama, las ideologías políticas que han tomado su espacio, deben seguir su ruta normal sin afectar la gestión institucional de las universidades; se menciona a la derecha, a centro derecha, a la izquierda y al centro izquierdo, en cada una de las acepciones se alcanza a calificar como democráticas o como socialistas, lo cierto es que todas están modeladas para la instauración de un grupo de poder. El papel de los cientistas sociales es inducir a estos grupos a que vean a la ciencia y a la tecnología, como herramientas expeditas para sustentar la toma de decisiones, buscando mejorar las condiciones de vida y ofertando calidad de existencia ante un mundo contaminado, invadido por los malos tratos y usos a la naturaleza.

Apreciar lo que sucede hoy día en el ámbito universitario, implica ir describiendo el surgimiento del orden y de la estructura a través del proceso de adaptación puesto en movimiento por nueva información, que altera el balance y empuja al sistema en un episodio caótico; en lo que tiene que ver con las organizaciones, ese episodio caótico se ha traducido en diversos problemas en el ámbito de la cultura organizacional, pero el que más prevalece es el de la comunicación efectiva. La ausencia de intercambio de información, la no comprensión del sentido de las instrucciones laborales, da con un rompimiento de la efectividad de los procesos para alcanzar tales o cuales objetivos.

Éste ha sido el caso de las universidades venezolanas, las cuales como estructura organizacional, gozan de todos los parámetros aceptables de procesos y normas, hay en ellas una  arquitectura organizacional coherente, con amplitud y con temporalidad bien estructurada e informada. El problema se presenta cuando esas partes, unidades o departamentos, cumpliendo sus funciones y requerimientos, les toca conformar la totalidad en el marco de los procesos internos de la organización. En este aspecto no hay comunicación efectiva y las relaciones laborales de tipo formal se confunden con una informalidad descollante que hace que se pase de una visión sistémica racional, a una visión sistémica caótica. La sinergia no se da; y, en algunos casos, los procesos se caen en su totalidad a pesar de que las partes han cumplido fielmente sus objetivos. Esta situación es grave desde la perspectiva de la dinámica gerencial, porque anula la razón de ser de la misma y presenta una unidad de análisis débil e improvisado, con un marco de reglas que por más perfección que tengan no consigue lograr los fines de la organización.

Al persistir una notable incomunicación interna, se traduce en el deterioro de la imagen de la organización. Por lo cual, una estrategia comunicacional no sólo debería aplicarse a lo interno de la organización, sino a lo externo, a través del plan de medios y de la planeación de una campaña agresiva de carácter interinstitucional. La complejidad de los nuevos tiempos se come pedazo a pedazo, la estructura moderna de las universidades en Venezuela, por el solo hecho de no entender que la comunicación efectiva entre las diversas unidades y coordinaciones de trabajo, son las que garantizarían su lugar en la dinámica social de los nuevos tiempos.

El clima organizacional en las denominadas Universidades Nacionales Autónomas, es difícil; hay mucho hermetismo en cuanto a la información de trabajo, y como toda estructura bajo la influencias de la disciplina militar, el esquema piramidal de instrucciones obstaculiza los procesos administrativos desde los más simples hasta los más complejos. Pero este problema es de común dominio dada la realidad de condición militarizada de la estructura organizacional, el grueso de dificultades gravita, como se mencionó anteriormente, en la falta de una comunicación efectiva entre los diferentes departamentos que conforman la organización.

El estilo gerencial moderno, a todas estas, que se caracteriza por involucrar al factor humano en la toma de decisiones, aparece ausente de la realidad de las universidades en Venezuela y se le ha dado un protagonismo equivocado a los gremios, estructuras que siempre han estado corrompidas en sus actuaciones y que hoy se muestran como los salvadores de orden establecido que simplemente existe en el imaginario de una contradicción que se niega  a vincularse y dialogar; se aboga hoy día por estructuras horizontales que trabajen y administren sus funciones en razón de los objetivos y no en razón de horarios o de imposiciones. Esta visión moderna gerencial no tiene espacio en estructuras matriciales de las universidades, es necesario revisar a profundidad el problema de la comunicación y del planteamiento sincero de las necesidades del sector universitario para buscar salidas y no crear mayores contradicciones y aislamiento.

Ahora bien, los documentos internos (reglamentos y resoluciones), no expresan un hermetismo absoluto en el manejo de la información, su aplicación como estilo gerencial se debe más a modos personales como se asume la gerencia que a un interés normado para que las cosas vayan en ese sentido. Igual pasa con la comunicación. Ésta es, en reiterativas ocasiones, nombrada como la herramienta básica para la integración de las unidades, coordinaciones y departamentos, en el logro de los objetivos y fines de la organización.

La falta de comunicación efectiva ha creado, en estos hoy “cascarones institucionales” de Universidades Nacionales Autónomas, condiciones de cuestionamiento ante los ojos de la dinámica social; las comunidades no tienen la respuesta oportuna a los requerimientos de asesoría técnica, de acción social, menos de ofertas en la ampliación de conocimientos. Se han realizado censos, indagaciones metódicas para responder a las expectativas de estudio de la localidad, y por falta de interacción social a lo interno, no se alcanza a materializar la creación de nuevas carreras y/o estudios avanzados que verdaderamente den respuesta a la inmensa crisis de valores y material en que está el país productos del reinado de esas contradicciones que se niegan a establecer vínculos y que hoy promocionan bloqueos internacionales y desgaste pronunciado de la economía doméstica nacional.

La complejidad ha absorbido la capacidad de respuesta de las universidades venezolanas ante lo desarticulado de sus vínculos con las políticas de educación universitarias que se han venido proponiendo. Para cambiar esta realidad es necesario no solamente instrumentar una estrategia comunicacional efectiva a lo interno y externo, sino crear condiciones verdaderas de liderazgo en las universidades del país. La falta de esa comunicación es responsabilidad directa del liderazgo gerencial; no hay una postura crítica y responsable que asuma el compromiso por articular un proceso de consolidación de la comunicación. Una unidad, como Talento Humano (o Recursos Humanos), por ejemplo, no debería ocupar sus funciones de solamente controlar el cumplimiento del horario laboral, sino que, por lo contrario, debería coadyuvar en la profundización de las actividades o funciones de otras unidades, a través de talleres de orientación y formación acerca de los valores organizacionales. Hacer posible un crecimiento humano de la institución y no el papel fiscalizador que ostenta en la actualidad.

Otro ejemplo, la Secretaría de Decanato, en vez de amonestar y perseguir al personal que trabaja en el área de Académico, debería comunicar las resoluciones y los nuevos formatos para la guía de los procesos administrativos, situación que repercutiría en mejorar los procesos y aminorar los reclamos por malos procedimientos en la tramitación de los papeles propios del régimen académico.

Sería razón de muchas cuartillas enumerar las consecuencia de una ausencia de comunicación eficaz en las universidades venezolanas; hay un deterioro pronunciado de las calidad laboral del personal, por ello se necesita ajustar estrategias enfocadas a la necesidad que tienen las universidades de crecer y consolidarse.

Acá cala el criterio de la auto-organización. Éste criterio condiciona al mundo universitario para que asuma de manera espontánea dos parámetros de cambio: 1.- Amplitud en el manejo de la información interna de la organización; y 2.- Respetar el criterio funcional de las partes e integrarse en un plano de coadyuvar en los procesos para hacer posible la totalidad, que no es más que el cumplimiento de los fines de la organización.

Desde una perspectiva de los sistemas complejos, las universidades venezolanas, tiene que establecer un patrón de procesos más activo, dinámico e interactivo; pensar globalmente y actuar de forma local, donde las actividades cuenten con la participación del colectivo y las acciones sean compartidas con todo el factor humano. A esto se une, la incorporación de un proceso de formación permanente y de inducción acerca de toda la organización; cada factor humano tiene que conocer la estructura, funciones, responsabilidades y alcances de cada una de las unidades de trabajo; sólo esta actitud garantiza que la comunicación efectiva alcance entender el contexto interno y los aportes que en el mismo cada parte puede dar para convertir en un éxito la totalidad.    

Hace unos días atrás, en la experiencia particular de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, Vicerrectorado de Producción Agrícola del estado Portuguesa (UNELLEZ-VPA), en esa lucha a lo interno por establecer esa cultura de diálogo, les decía a unos docentes relacionados con el área de postgrado que es la que estoy circunstancialmente dirigiendo en esta Universidad, que el problema que teníamos en cuanto a no dar respuestas oportunas a ciertas necesidades de ellos como investigadores, es un asunto de “relaciones de poder”, y me salió un docente del área de ciencias aplicadas de que “acá no hay interés político de nadie”. Le aclaré al colega de que en todos los actos humanos hay relaciones de poder y que esas relaciones se manifiestan abiertamente en todo cuanto obramos u omitimos, que están allí con nuestra esencia de seres sociales y pensantes. Que el hecho de que no encontremos soluciones a algunos problemas es un asunto de “poder” que se articula o se operativizan por la vía de la voluntad. Si no hay voluntad de arreglar las cosas, no se podrán arreglar y esa es una realidad inexorable.

En síntesis, las universidades padecen hoy día un problema grave de comunicación; hay una tendencia a no escuchar y a ser “selectivos” con lo que se escucha; hay un interés político y no institucional por “resolver” las cosas y llevar al mundo académico al caos y a la incertidumbre, algunos dirán que ya está en ese umbral, pero la visión gerencial muestra lo contrario: hay un mundo de posibilidades que se puede activar si hay diálogo y comunicación efectiva.

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