Goebbels y el chavismo
Eduardo Soto Álvarez
Joseph Goebbels, quien encabezó el Ministerio de Educación y Propaganda de Hitler, prohibió las publicaciones y medios que no podía controlar y estableció un monopolio mediático, para difundir consignas políticas, con la intención de lavar el cerebro de la población.
Esta maquinaria propagandística nazi, aunque pudiera inicialmente parecer paradójico, sirvió de inspiración para la que ha venido montando, a lo largo de veinte años, el régimen chavista en nuestro país, gracias a Dios, con su característica ineptitud.
El proceso comienza por la simplificación, para lo cual los diversos adversarios han de amalgamarse en un enemigo único, bajo una sola etiqueta y pasa a ser el causante de todos los males e inspiración de toda disidencia.
A renglón seguido, viene la técnica de la transposición, es decir achacarle al enemigo los propios errores y defectos, pero exagerándolos y desfigurándolos, para que todo luzca de mayor gravedad.
Luego se aplica la vulgarización, todo un poema al pueblo soberano, pues señala que la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa, por tanto, la propaganda debe ser adaptada al menor nivel de inteligencia y a mayor masa a convencer, menor ha de ser el esfuerzo mental a realizar.
No hay que ser demasiado zahorí, para darse cuenta cómo el régimen ha venido aplicando técnicas nazis para formatear la mente de los venezolanos; pero también es evidente, que no le ha sido posible dar al traste, con la vocación de libertad y democracia de nuestro pueblo.
Las fuerzas armadas son más tardas en reaccionar, pues están sometidas a un incesante bombardeo ideológico, en un ambiente controlado y supervisado por tutores castristas, que intentan castrarles el pensamiento y unos soles indignos, a quienes les conviene desviarlas de la senda marcada por la Constitución.
Todo esto me viene al espíritu, al leer la carta que el capo mayor dirigió hace unos días al pueblo estadounidense, en la cual señala, entre otras cosas, que el gobierno de Obama, mediante una Orden Ejecutiva en 2015, consideró a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional de los EEUU.
No hay porqué quebrar una lanza a favor de quien le sobran, pero la verdad es que el propio título de dicha Orden Ejecutiva, establece claramente que se trata de bloquear propiedades y suspender la entrada a Estados Unidos, de ciertos personeros del régimen, debido a su participación en el desastre venezolano. Así pues, la argumentación chavista se fundamenta en un engaño, pues las sanciones se aplican a individuos, no al país como tal, además, nuestro problema tiene ya cuatro lustros y no cuatro años como la Orden Ejecutiva; pero es igualmente cierto, que el carácter cada vez más recalcitrante e inhumano del régimen usurpador, induce la concomitante escalada de los elementos disuasivos.
Según la misiva, el régimen es víctima de las apetencias imperiales, a pesar de su carácter angelical; enfoque curioso, cuando se trata del principal responsable de un régimen que, bajo tutela extranjera, ha sumido al país en una profunda crisis humanitaria, agravada por su brutal rechazo a la ayuda internacional, que al no poder seguir impidiendo, se dedica ahora a satanizar.
Diera la impresión de que el contenido de la misiva, ha sido determinado por la naturaleza de las respuestas que se quieren generar, las cuales ya deben estar redactadas, pagadas y listas para ser exhibidas oportunamente, como alegatos espontáneos a favor de un régimen, que ni le importa el sentir de su pueblo.
El desenlace está próximo, pero aún hay tiempo de que hagan mutis por el foro. Si al régimen chavistas no lo motiva el amor por la patria, que al menos lo haga por amor a sus epidermis, pues deben recordar la manera como terminó el régimen, al cual, en mala hora, decidieron entronizar como ejemplo.
Sin embargo, nadie escarmienta en cabeza ajena, el régimen desesperado abandona toda sensatez y multiplica sus azarosos desvaríos, con lo cual confirma, definitivamente, el monopolio de la culpa sobre lo que pueda acontecer.
