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Henry Ramos Allup

La actuación de Henry Ramos Allup desde la Presidencia de la Asamblea Nacional, ha provocado una discusión interesante en el país por cuanto sus posiciones traducen la dialéctica de la radicalidad paradójica que está confrontando Venezuela.

Quienes tenemos ya una añeja militancia en Acción Democrática nos no nos sorprende la posición de nuestro Sec. General Nacional por cuanto sus actuaciones apuntan a cerrar una de las épocas (17) más oscuras y desastrosa de nuestra política. Henry es un político con visión histórica, es decir, sus actuaciones no responden ambiciones de poder personal.

La situación sombría y decadente que está viviendo Venezuela desde hace 24 años, es decir, desde aquel lamentable intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 que infringió un duro golpe a 34 años de democracia y lo cual provoco que los “demonios” de la ambiciones y las intrigas políticas que se habían venido incubando en todos esos años, se desataran e intentaron hacer de los golpistas unos héroes tipo brigadistas yugoslavos de aquellos que participaron en la Guerra Civil Española.

La actuación de Henry se inscribe en el contexto político, social y económico por el cual atraviesa actualmente Venezuela. Los retos que hay que enfrentar para recuperar el país del desastre en que lo ha asumido el chavismo requiere de un conductor con templanza y con el suficiente coraje para llevar adelante las decisiones que hay que tomar. Intentemos explicar esta afirmación.

Venezuela ha vivido en los últimos 17 años una historia de oprobio donde un grupo de militares y civiles en nombre de una hipotética lucha contra la pobreza, arruinaron y avasallaron la dignidad de todos los venezolanos, a los sectores menos favorecidos económica y culturalmente los sometieron despersonalizándolos y deshumanizándolos en contra de unos supuestos “enemigos” de clase, pues ellos a través de la “revolución” les devolverían lo que la “burguesía” les había negado, es decir, lucharían por su “igualdad” y el por el “respeto” de sus derechos de clase, para lo cual se ungieron como el Gobierno de los pobres.

Mientras eso hacían con las clases menos favorecida económica y culturalmente, a la clase media la estigmatizaban con epítetos como escuálidos, pitiyanquis, vende patria, y otras necedades, para ello se valieron de una simbología anacrónica, populista y “nacionalista”, mientras por otra parte llevaban adelante expropiaciones de tierras productivas para parcelarlas e hipotéticamente reducir la pobreza y la explotación en el área rural. Aumentaron el gasto público de manera irracional sin antes restaurar los desequilibrios macroeconómicos y hoy tenemos la gran dificultad de restaurar el equilibrio económico sin afectar las políticas sociales y al mismo tiempo mantener un crecimiento sostenible en el tiempo.

Mantener un sistema de protección social de amplia cobertura requiere de ingresos significativos para su financiamiento, lo cual implica en la situación actual de grave recesión económica de un consenso amplio para estructurar un modelo de política económica que no afecte la inclusión social y al mismo tiempo garantice las inversiones para recuperar el aparato productivo del país y poner en marcha la economía. Esto no puede llevarse adelante con gente gris y mediocre, sin las capacidades requeridas para vencer las dificultades y conjugar una identidad común para la resolución de la crisis actual de la economía.

Esto último impone demasiada presión política que requiere de un político con visión histórica, capaz de tomar decisiones políticas y económicas arriesgadas que mantengan el norte de la dinámica constitucional, pacífica, democrática y electoral.

La crisis actual del país no soportaría negociaciones entre fracciones o, grupos, pues el Estado tiene que recuperar su capacidad para resolver las demandas de la población y para ello es necesario garantizar la democracia y las libertades públicas, lo cual requiere de un discurso político que articule los diferentes intereses en pugna y Henry es uno de los políticos activos mejor “armado” política e intelectualmente para articular un discurso integrador, pues su visión histórica de la política, lo aparta del apresuramiento desbocado del poder.

Hay otro ingrediente importante a considerar para el rescate del país, es el estudio, la investigación, el análisis y la evaluación de la Geopolítica y, esta es una materia que escasos dirigentes políticos manejan. Venezuela desde el 2003, cuando la élite política cubana trazó los parámetros geoestratégicos del país, se haya incursa en lo que hoy se conoce como la “nueva estrategia geopolítica”.

He de allí las razones de las relaciones con Mahmud Ahmadineyad Presidente de la República Islámica de Irán entre el 2005-2013, al igual que la creación de la Unasur, el Celac y Petrocaribe, estrategias estas que se profundizaron a partir del 2008 con la crisis del Lehman Brothers que incrementó la inestabilidad financiera global y las crisis bancarias de deuda soberana y cambiarias afectando sensiblemente la tasa de ganancia de las grandes corporaciones mundiales.

Cuando hablamos de geopolítica no sólo hablamos de territorialidad, hablamos también de relaciones de poder y esto en mi criterio es lo sustantivo. Porque no se puede hablar de la geopolítica en Venezuela sin referirla a la geopolítica petrolera. Venezuela cuenta 300 mil millones de barriles de petróleo probados. Esta característica hace que Venezuela forme parte de la Seguridad Nacional de los EE.UU. su posición geoestratégica permite que un buque petrolero en 4 días este en los muelles de los EE.UU, en cambio uno de Arabia Saudita tarda 45 días.

La política exterior llevada adelante por la administración del Presidente Obama después de la crisis del Lehman Brothers que le costó a la Reserva Federal (FED) 700 mil millones de dólares, tiene que ser analizada a luz de los resultados geopolíticos presentes hoy en la estrategia exterior de los EE.UU. veamos rápidamente esto.

El Presidente Obama logró conjuntamente con el Grupo 5+1 (EE.UU, China, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania) el acuerdo nuclear con Irán, al mismo tiempo que discute con Putin la situación de Ucrania y con Cuba establece relaciones diplomáticas y discute con el Congreso el levantamiento del embargo económico que por más 54 años los EE.UU. impuso a la Isla, paralelamente mantiene pésimas relaciones con Netanyahu del Estado de Israel. Es esta la situación geopolítica en la que se haya incursa Venezuela ante una dramática situación económica. La pregunta entonces que habría que formularse es: ¿puede un dirigente político de las nuevas promociones manejar un proceso de transición política con estas características geopolíticas?

Como vemos, no es sólo rescatar la política en su sentido amplio y profundo y al mismo tiempo establecer un diálogo entre diferentes en un nuevo espacio político, sino también la necesidad de crear una nueva política. La situación de la geopolítica global en los actuales momentos nos muestra un campo donde sólo una dirigencia política con un alto nivel y una muy buena formación, sera capaz de tomar las decisiones más acertadas y sacar a Venezuela del atraso y representarla con dignidad en los escenarios internacionales.

Miguel Molero

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