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Historias paralelas de dos países

Érase una vez en Myanmar (antigua Birmania), en el sudeste asiático, una joven llamada Aung San Suu Kyi, que al igual que su asesinado padre y miles de estudiantes en las décadas de 1970 y 1980, decidió luchar contra la larga dictadura militar que desde 1962 y por más de 50 años asoló a su país con persecución, prisión, exilios, asesinatos y violaciones incesantes a los derechos humanos del pueblo birmano.

1988, un año particularmente represivo y cruento, llega también con la fundación del partido NLD (National League for Democracy) bajo el liderazgo de Suu Kyi; con él gana 80% de los escaños en las elecciones de 1990, triunfo que es desechado por la junta militar. Sometida a arresto domiciliario hasta 2010, sus luchas han sido distinguidas con el Premio Nobel de la Paz en 1991 y el Internacional Simón Bolívar en 1992, entre muchos galardones.

Un mes antes de nuestra gran victoria del 6D, el 8/11/2015 hubo elecciones generales en Myanmar, esta vez bajo presión internacional, de nuevo ganadas por el NLD con más del 70% de las curules. Los nuevos parlamentarios fueron juramentados el 1º de febrero de 2016, un mes después que nuestros diputados, y el 15 de marzo fue electo Htin Kyaw, del NLD, como primer presidente no militar de Myanmar desde 1962. Hace menos de un mes, el 6 de abril,  Aung San Suu Kyi asumió el cargo de Consejera de Estado, equivalente a Primer Ministro.

En su discurso de investidura Htin afirmó que “nuestro nuevo gobierno pondrá en marcha la reconciliación nacional, la paz en el país y el surgimiento de una Constitución que abra el camino a una unión democrática y mejore el nivel de vida del pueblo”.

Será un camino arduo porque en ese gobierno de transición democrática, a la manera chilena post-Pinochet, el ejército aún controla el 25% del Parlamento por disposición constitucional, lo que le otorga derecho de veto sobre cualquier reforma a la Carta Magna. Además conserva tres ministerios clave -Defensa, Interior y Fronteras-, así como el control del Consejo de Seguridad Nacional, un influyente órgano asesor del gobierno.

De los muchos estudiantes, monjes y ciudadanos que en 1988 tomaron las calles para demandar sin éxito el fin del régimen militar, miles fueron asesinados y otros tantos escaparon hacia la frontera tailandesa, entre ellos, Myaing Myaing Nyunt, entonces de 22 años, estudiante del último año de medicina en la Universidad de Rangoon. Luego de un largo periplo de exilio y pobreza, obtuvo su título de médico en 2000 y Ph.D en farmacología en 2008 en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. Casada con el epidemiólogo y malariologista Chris Plowe, ella misma especialista en malariología, trabajan en la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland.

La cambiante situación política de su país natal estimuló en Nyunt el deseo de visitarlo de nuevo, luego de una ausencia de un cuarto de siglo y al mismo tiempo, buscar formas de ayudar a tender puentes para que Myanmar crezca como nación. Nada mejor que a través de lo que sabe hacer: ciencia, en particular, malariología.

Con apoyo de las Fundaciones Soros y Bill y Melinda Gates, y en colaboración con científicos locales, Nyunt y Plowe han establecido un ambicioso proyecto que apunta a la erradicación de la malaria en la región endémica del Mekong, mientras entrenan a los investigadores locales en epidemiología molecular y rastrean la resistencia a artemisinin, una droga hasta ahora muy efectiva en el tratamiento de la malaria. A la par, llevan a la misma mesa a representantes del presidente, ministros de Myanmar, militares y apoderados de los entes financiadores, para motivarlos a trabajar todos juntos en la consolidación de políticas públicas volcadas a la extirpación de la malaria.

Para nosotros en Venezuela, esta historia con visos de semejanza a la nuestra trae una moraleja: la ruta hacia la libertad es difícil, puede ser tortuosa a través de transiciones no siempre bien vistas, pero vale la pena emprenderla porque al final la democracia nos espera. Por lo pronto, más de un millón de firmas (dicen que dos) para solicitar el referéndum revocatorio nos señalan el camino.

Cuando la aurora llegue, más pronto que tarde, esperamos que nuestros científicos en el exterior se inspiren en el ejemplo de Myaing Myaing Nyunt y establezcan proyectos de envergadura en colaboración con investigadores locales para ayudar a la reconstrucción del sistema científico nacional, tan maltrecho en estos años de desvarío revolucionario. El ejemplo de Myanmar nos debe animar. Porque, siguiendo a Aung San Suu Kyi, “nunca debes permitir que tus miedos te impidan hacer lo que sabes que es correcto”.

Gioconda San Blas

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