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Huele a podrido en la izquierda latinoamericana

Tal vez Lava Jato y Zelotes no le digan nada a cientos de millones de hispanoamericanos. Pero el nombre de Lula da Silva, sí les dice, y mucho. Sobre todo si son de izquierdas y sienten algo así como orgullo por el ex obrero metalúrgico brasileño, el candidato perfecto para derrotar al establecimiento, marcado por la avaricia y la corrupción.

El grave problema es que esos nombres desconocidos designan dos operaciones llevados adelante por la policía federal brasileña en conjunción con la fiscalía y las instituciones judiciales para desvelar brutales casos de corrupción oficial, en los que habrían incurrido Lula, sus hombres de confianza y su heredera Dilma Rousseff.

El último de los casos detectados es un fastuoso piso triplex a las afueras de Sao Paulo con un ascensor privado sólo para uso del ex presidente. Construido por empresas beneficiadas por el gobierno de Lula con contratos del Estado. Y un terreno en el que suelen pasar sus horas de descanso él y sus amigos – entre los que de seguro ha de encontrarse su asesor en asuntos internacionales, Marco Aurelio García – cuyo tamaño equivale a 173.000 metros cuadrados, vale decir, para hacerlo entendible a quienes aman el balompié : 24 campos de fútbol.

Así, el caso Petrobras se ha convertido en una losa encadenada a las piernas de los altos dirigentes del PT y con ellos, a Lula, que según todos los analistas, puede ir despidiéndose de su empeño por alcanzar la presidencia por tercera vez. Ya es un sueño imposible.

Yo sospecho que todo lo descubierto hasta ahora es apenas la punta del iceberg. Si algunos de los embajadores que sirvieran a Hugo Chávez en Brasilia llegaran a hablar, cosa más que improbable dada su propia complicidad en los negociados susceptibles de ser investigados – a la cabeza de ellos los contratos multimillonarios con ODEBRECHT – comenzaría a aparecer la tramoya de corrupción a escala sideral en que deben estar incursos todos los gobiernos de izquierda en América Latina. Basta pensar en los miles de millones de dólares desaparecidos en las fauces de los gobiernos asistidos por el chavismo en la región para comprender el verdadero talante de lo que una campaña de limpieza de rostro llamara “la nueva izquierda de América Latina”.

¿Nueva? De una cosa podemos estar ciertos: de nueva, esa izquierda sólo ha tenido las agallas como para dejar de lado todo prurito de heredada honestidad y meter sus manos en el erario sin el menor escrúpulo. Tampoco es que la derecha se salve, como sucede en Chile, donde prácticamente ningún partido dejó de coludirse con un yerno del general Augusto Pinochet para participar en el carnaval del saqueo y la burla a la Hacienda Pública. Como que uno de los más comprometidos es Marco Enríquez-Ominami, hijo del jefe del MIR asesinado por esbirros del suegro de quien le ha provisto de fondos para sus campañas políticas.

Huele y no precisamente a rosas en las filas de la izquierda no sólo latinoamericana. Que los emergentes hispánicos de PODEMOS tampoco se libran del saqueo a la Venezuela prostituida por Hugo Chávez. Cosas veredes Sancho.

@sangarccs

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