Innovar para producir y exportar
Hacer crecer la economía venezolana es el desafío existencial que los ciudadanos enfrentaremos una vez que se recupere el estado de Derecho y la institucionalidad, como consecuencia de reconquistar el camino democrático perdido. Y es que un estado de Derecho basado en una legislación moderna que estimule la producción de bienes con base en instituciones sólidas e independientes es la fundación sobre la cual se han levantado la gran mayoría de economías competitivas.
En ese sentido, es necesario reflexionar sobre el papel que jugará el petróleo en esa etapa de cambios que tanto esperamos. Con una industria petrolera que ha sido llevada a la destrucción, como la nuestra, con una estimación de recuperación anual que los expertos estiman estar cercana a los 100 mil barriles diarios, en un mundo en el cual la megatendencia es la sustitución del petróleo por energías limpias, no parece que éste sea el pilar para asentar el proceso de reconstrucción económica de las próximas décadas.
Entonces, ¿qué hacer? Si bien es cierto que el petróleo tendrá un papel importante en nuestra economía en los próximos 10 o 15 años, a pesar de sus debilidades, es indispensable que busquemos otras fuentes alternativas de generación de divisas que permitan equilibrar nuestra balanza comercial. ¿Y cómo se logra eso?, es la siguiente pregunta. La respuesta no es otra que innovar, hacer uso de la creatividad para generar nuevos productos que nos permitan incorporarnos con éxito al mercado internacional.
Nuestro país necesita exportar productos con valor agregado. Pero para que esto se dé es fundamental que exista una atractiva Ley de Protección de la Propiedad Intelectual, que resguarde la inversión en investigación y desarrollo mediante patentes de productos, procesos, formulaciones y secretos industriales, así como marcas y derechos de autor. En Venezuela, estamos muy lejos de esto. Hasta 2006, contábamos con una legislación supranacional a través de la decisión 486 de la Comunidad Andina de Naciones. Sin embargo, la salida caprichosa e innecesaria de este marco nos regresó a una ley de 1956, firmada por Marcos Pérez Jiménez, la cual es la que rige la innovación en el país entrando en el año 2020.
Venezuela hoy ni siquiera figura en el ranking de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (Ompi), que clasifica las facilidades que los países ofrecen para el resguardo de la propiedad intelectual. Es importante destacar que existe una relación entre la protección de los derechos de propiedad intelectual, el respeto a las patentes y propiedad de marcas y secretos industriales, y el desarrollo de las economías. Así, los países que más protección ofrecen son aquellos con economías más desarrolladas: Suiza, Holanda, Suecia, el Reino Unido y Singapur, los primeros en el ranking, exhiben elevados niveles de Producto Interno Bruto per cápita. En Latinoamérica, Chile, Costa Rica y México son los mejor ubicados en estos rankings y también en los tamaños de PIB per cápita.
Afortunadamente, tal como lo señaló el diputado Luis Lippa en un foro realizado recientemente por la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), la Asamblea Nacional está trabajando en la elaboración de una nueva legislación en esta materia, cónsona con los requerimientos que tendrá el mercado nacional y las realidades del mercado internacional, para lo cual han convocado a participar a expertos en esa área. Francisco Astudillo, quien tuvo una participación destacada en el mencionado foro, fue enfático al señalar que necesitamos una ley “desarrollista para impulsar la industrialización del país, a través del fomento de la creatividad industrial y comercial”.
Por eso hay que insistir en que si pretendemos superar la actual crisis y desarrollar una economía seria, es imperativo contar con políticas públicas cuya visión de largo plazo permitan atraer y mantener empresas innovadoras, con una Ley de Propiedad Intelectual que garantice los derechos de propiedad de los que desarrollarán los productos que Venezuela requerirá exportar en el futuro.
@jpolalquiaga
