IVIC nuestro
El IVIC es una síntesis de la excelencia científica venezolana. Su objetivo no fue producir periquitos y «soluciones prácticas», sino superar las barreras del subdesarrollo y el colonialismo mental, para interrogar la naturaleza como en los mejores centros del planeta. El IVIC y las universidades autónomas, reúnen el mejor talento por alcanzar el dominio del conocimiento.
Cualquiera que vaya de la ciencia al desarrollo sabe que ese trayecto no es lineal ni predecible. Nadie anticipó que la física cuántica sería a un siglo después a su descubrimiento, la responsable del 25% del PIB mundial. En 1953 nadie supo para qué serviría la doble hélice del ADN, como ahora ignoramos los beneficios futuros del bosón de Higgs y los millardos de esa inversión.
Lo que sí sabemos, es que la ciencia es universal y su práctica demanda un alto nivel de educación, amplias libertades democráticas, fuerte apoyo financiero y una gran prosperidad económica.
Patrimonio inmaterial
El IVIC, como define la Unesco, es un patrimonio cultural inmaterial por ser ámbito de: «conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo». Sí, claro que fue clave para Intevep, pero sabemos qué pasó. Bastó una simple firma de un listado nefasto para borrar doctorados, patentes y trayectorias ejemplares. Luego vino la diáspora a países más prósperos y la desesperanza de un futuro incierto. Ahora le toca al IVIC, para que «el resto del mundo observe con pena cómo se destruye en instantes lo que tanta admiración causó en nuestra región durante cincuenta años» (EU, 29/08/2009). También anotamos que «sus investigaciones «alejadas de la realidad nacional» nos hicieron parte del mundo científico universal, sus laboratorios forjaron centenares de científicos, y su biblioteca un farol de excelencia» (EU, 23/05/2009).
El destino podría no ser otro que el de esa obscura miseria que persiguen los savonarolas y torquemadas de esta charada inquisitoria.
