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Jean-Paul Sartre y Raymond Aron

José Tomás Esteves Arria

¿Cuándo los intelectuales abandonarán por fin la ilusión perversa  de que están llamados a gobernar el mundo  y no a iluminarlo, a construir, o incluso a destruir el hombre  y no a instruirlo ?

 Jean – Francois REVEL

En la historia cultural de la humanidad existen círculos o corrientes  de ideas  las cuales de vez en cuando que  su impronta en la vida de los pueblos. En los primeros años del siglo XX en Viena existió un ambiente intelectual tan intenso que produjo el positivismo jurídico de Kelsen, el psicoanálisis de Freud y la extraordinaria escuela de economía austríaca, sin dejar de mencionar la epistemología de Popper.

Un ambiente análogo se produjo en París entre las décadas de los año treinta y sesenta en las llamadas “Grandes Ecoles”  y la vieja Sorbona. En efecto, Alexander Kojéve daba conferencias en la École Pratique des Hautes Études y sus alumnos eran nada menos que,  Raymond Quenau, Jacques Lacan, Georges Bataille, Georges Fessard y Maurice Merlau-Ponty. Según Raymond Aron, Kojéve fascinaba a un auditorio compuesto por super-intelectuales acostumbrados  a la crítica y al cuestionamiento. Kojéve era un buen hegeliano y difundió exitosamente sus ideas, lo cual abonó para que en las facultades universitarias de París predominasen las ideas afines al marxismo florecieran.

Jean-Paul Sartre y Raymond Aron, junto con Paul Nizan fueron condiscípulos en la Escuela Superior Normal situada en la calle Ulm. Ambos, Sartre y Aron recibirían la agregación en filosofía en dicho centro universitario. A partir de ese entonces Sartre y Aron emprenderán una polémica que iluminó la vida política e intelectual gala durante muchos años.

En los años de la post-guerra Aron se aproximaría al gaullismo, mientras que Sartre afirmaba durante aquella época, que odiaba tanto a De Gaulle como a Pétain en los tiempos de la ocupación.  Durante la guerra de Argelia, conflicto que dividió tanto a los franceses, que ambos grupos se tildaban de traidores, Aron tomó posición a favor de la independencia de Argelia al lado de Sartre. Pero luego vendrá mayo de 1968, en ese transcurrir de una revuelta que casi derribó al régimen del general, ambos chocarán, así Sartre el Papa del existencialismo dirá: “ ahora que toda Francia ha visto a De Gaulle desnudo, es necesario que los estudiantes puedan ver a Raymon Aron desnudo; sólo le devolveremos la ropa si acepta la polémica”. Demás está decir que Aron nunca rehuyó la polémica. Es más, le dedicó varios libros: “El opio de los intelectuales”, y “Los marxismos imaginarios” en donde atacó fuertemente a Sartre y a los marxistas.

Así en “Los marxismos imaginarios” Aron no esquiva para nada la polémica. Denuncia la falsificación del pensamiento de Karl Marx por los fenomenólogos y existencialistas. De este modo Raymond  sentenciaba:

El marxismo fenomenológico-existencial  subordinaba El Capital a los escritos de juventud, sobre todo a los manuscritos económicos-filosóficos de 1844 , cuyo carácter oscuro, fragmentario y, frecuentemente, contradictorio fascinaba al lector avisado por A. Kojeve y el Padre Fessard. Cierto, Sartre decretaba en la Crítica de la Razón  dialéctica  la verdad de El Capital , la declaraba  incluso traslúcida hasta el punto que todo comentario debilitaría su evidencia o su pureza ( lo que sugiere que Sartre no ha leído nunca El Capital: ¿ por qué, por lo demás, tendría que haberlo leído?

Por ello les endilga Aron: “nuestros filósofos parisienses prefieren los esbozos a las obras, aprecian los borradores con tal que sean oscuros”.  En su demoledora crítica del marxismo existencialista y althuseriano, el doctor Aron, trata el problema de la plusvalía –concepto central de la teoría de la explotación-  En efecto, nos explica así que:

La teoría según la cual la fuerza de trabajo se mide por el valor de las mercancías para la vida del obrero y de su familia o es falsa o bien no puede ser demostrada falsa, y por consiguiente no es científica.

Jean Paul Sartre murió en olor de santidad intelectual en 1981 mientras que Raymond Aron lo hizo en 1983 luego de declarar en un juicio a favor de su amigo Bertrand de Jouvenel.(también uno de los más grandes liberales franceses). Ambos han pasado a la historia cultural de Francia y Europa como los grandes pensadores del siglo XX, incluso el filósofo Henri Bernad Levy denomina al siglo XX como el siglo de Sartre. Raymond Aron tuvo una vida familiar tranquila con una hija retrasada mental, mientras que Sartre fidelísimo a sus ideas mantuvo una relación “extraña” con Simone de Beauvoir fundadora del feminisno. En fin, la lucha ideológica de un liberal a carta cabal como Raymond Aron contra un marxista-existencialista como Jean-Paul Sartre ha llenado el siglo XX. Es extraño como el Diccionario de Pensadores Contemporáneos dirigido por Patricio Lóizaga, publicado por la prestigiosa  editorial Emecé de Barcelona, España, 1996 omita los nombres de estos grandes intelectuales franceses.

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